«Elon Musk trata Twitter como un juguete. Lo va a romper»

Un año después de la llegada del magnate a la propiedad, la 'app' sobrevive sumida en el caos mientras ve cómo sus ingresos y sus usuarios caen en barrena. Y lo peor puede estar por llegar

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El 27 de octubre de 2022 Elon Musk se hizo con la propiedad de Twitter y comenzó a transformar la 'app' EFE

Hace un año, Elon Musk atravesaba las puertas de las oficinas de Twitter, ubicadas en el viejo corazón financiero de la ciudad estadounidense de San Francisco, con una sonrisa de oreja a oreja y un gran lavabo entre las manos, casi avisando de ... la enorme limpia que pretendía realizar en la compañía. Era 28 de octubre. El sol brillaba en la urbe californiana, y el magnate llevaba solo unas pocas horas siendo el propietario total de su patio de juegos favorito: la red social del pájaro azul.

Los cambios en Twitter, desde entonces, han sido rápidos y sucesivos. También devastadores. Exactamente un año después de la venida de Musk, la aplicación ha perdido a dos terceras partes de su plantilla y muchos usuarios, ha sumado y retirado funciones y ha visto cómo su negocio publicitario, el más importante para cualquier red social que se precie, sufría un descalabro histórico del que sigue sin recuperarse.

Desde el pasado julio, la red social por no mantener no mantiene ni su nombre ni su logo. Ahora es X, por mucho que la gente siga llamándola Twitter. «Ha sido una locura de año. Elon Musk ha conseguido que se hable muchísimo de Twitter, pero no para bien. Ha tratado la 'app' como un juguete y, si me preguntas, la sensación que tengo es que lo va a romper», explica en conversación con ABC Fernando Checa, director del máster de redes sociales de la Universidad Internacional de La Rioja. El docente apunta, entre otras cosas, el decrecimiento que ha experimentado la plataforma en número de usuarios y la bestial caída que ha sufrido su negocio publicitario. Y no le falta razón.

De mal en peor

El propio empresario reconocía hace unas semanas que los ingresos publicitarios totales en Estados Unidos habían sufrido una bajada de un 60% desde que tomó el control de la plataforma. De acuerdo con sus estimaciones, el valor real de esta se mueve en torno a los 20.000 millones de dólares. Menos de la mitad de lo que pagó por ella. Y esto lo dijo la pasada primavera; a día de hoy, el coste real, seguramente, sea incluso inferior. Especialmente si atendemos a que los ingresos proyectados por la red social para todo 2023 son de 3.000 millones, 1.400 menos de los conseguidos en 2022.

El (enorme) bache en el que se encuentra X en términos de negocio responde, de acuerdo con los expertos, principalmente, a dos razones. La primera: no cuenta con una base de usuarios tan atractiva, dinámica y numerosa como la inmensa mayoría de plataformas de la competencia. Algo que ya penalizaba mucho a la firma antes del cambio de propiedad. La segunda responde a la mano blanda de Musk a la hora de moderar el contenido nocivo que se vierte, día sí y día también, en su ecosistema. Complicado que fuese de otro modo, teniendo en cuenta que los equipos de moderación humanos han acabado reducidos a la nada. «Es una plataforma cada vez menos segura. Ya antes era el sitio del odio, pero la cosa va a peor. Musk se ha convertido en un adalid de la libertad de expresión mal entendida», señala Ferran Lalueza, profesor de Comunicación de la Universidad Oberta de Cataluña.

La dejadez de Musk con la moderación de contenido ha provocado que, hace un par de semanas, la UE comenzase a solicitar información a X con el fin de averiguar si está cumpliendo con la reciente Ley de Servicios Digitales, que obliga a contar con herramientas adecuadas y sistemas para la eliminación de contenido nocivo. Infringir la ley acarrea multas del 6% de la facturación global. La reincidencia puede provocar el bloqueo de la herramienta de turno en la UE.

Pagar por tuitear

Elon Musk ha intentado parar la sangría publicitaria apostando por el modelo de suscripción X Premium, que da a los usuarios acceso al signo de verificación que antes distinguía a las cuentas influyentes además de acceso a funcionalidades exclusivas. Por el momento el programa no está teniendo éxito. De acuerdo con datos de Statista, solo unos 640.000 usuarios de la 'app' eran de pago el pasado mes de abril.

Recientemente, Elon Musk anunció que estaba estudiando comenzar a cobrar a todos los internautas una pequeña tarifa mensual para poder utilizar la 'app'. Actualmente, la aplicación está probando las cuentas de pago obligatorias para nuevos usuarios en Nueva Zelanda y Filipinas. Lo siguiente puede ser su extensión al resto del mundo. Y los expertos no tienen nada claro que sea bueno para el negocio: «El pronóstico es que al incluir el pago, una parte de los usuarios de Twitter deje la plataforma y con menos usuarios será cada vez menos apetecible para agencias y anunciantes», destaca Marta Sánchez, responsable de medios de la empresa de negocio digital Rocket Digital.

Algo más optimista se muestra Carol Murtra, directora ejecutiva de Milkyway, empresa dedicada al marketing digital. «Elon Musk es conocido por convertir en oro todo lo que toca y la empresa ha hecho cambios muy interesantes en publicidad y apuesta cada vez más por el formato vídeo en anuncios». Habrá que ver.

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