Dodge Dart, todo sobre el único coche de lujo fabricado en la España de Franco

En aquella época el cupo de importaciones de automóviles era muy reducido , no llegaba al millar y quienes podían hacerse con un coche escogían vehículos de alta gama extranjeros. La España franquista era la época del Seat 600 y, en el mejor de los casos, los ciudadanos podían admirar un Seat 1.500.

Los automóviles de lujo eran exóticos y caros y su comercialización, en ocasiones, semiclandestina: los trabajadores que vivían a caballo entre su patria y un país extranjero (diplomáticos y grandes empresarios) compraban coches muy exclusivos para, al cabo de dos años, matricularlos en España y venderlos con un enorme margen de beneficio. Santiago Vaamonde, conductor en 1965 y experto en automóviles, recuerda el caso de un vecino de Ourense que consiguió un Mercedes 1500 por 650.000 pesetas . "Aquel dinero era una barbaridad teniendo en cuenta que un Renault 5 costaba 60.000 pesetas y para construir una vivivenda de cuatro plantas necesitabas 300.000".

Pablo Gimeno, autor del libro "Los Dodge Españoles. La prodigiosa aventura de Eduardo Barreiros" , recuerda el impacto que causaba aquel coche en la época: "Un 600 cabía en el maletero de un Dodge Dart 3700", dice el autor entre risas.

De entre sus cualidades destaca su amplitud : "era un turismo muy grande y cómodo, con tapicería de piel y extras de lujo totalmente desconocidos en el mercado español, como el aire acondicionado". En España era un modelo único -explica- a nivel internacional no fue un automóvil revolucionario pero sí un buen coche.

Mecánicamente estaba muy por encima de los automóviles españoles : tenía un motor de 6 cilindros en línea y 3700 cc . Más del doble que el Seat 1.500. Entre sus especificaciones destacaba su reserva de potencia. Era muy silencioso, sin vibraciones. Cargaba un motor muy suave . Además de eficiente y lujoso Pablo Gimeno sigue considerándolo un "coche muy elegante".

"Fabricar un vehículos de alta gama en España fue un reto personal del propio Barreiros " -explica el autor- "era un hombre muy inquieto y hecho a sí mismo cuyo ingenio le impedía dejar de superarse a sí mismo".

Durante la posguerra española y ante la carestía del combustible, Eduardo Barreiros convertía los mototes de gasolina en motores de gasóleo , más abundante y económico. Adaptó motores de gasógeno hasta 1957, año en el que gana un concurso para suministrar 400 camiones militares a Portugal. La hazaña llamó la atención del mismísimo Franco , que acudió en persona a felicitarlo. Una circunstancia a la que el ourensano supo sacar rédito: le propuso fabricar camiones en España para exportarlos al país vecino. El caudillo le dio su beneplácito: "adelante, Barreiros, adelante" .

En 1965 la inquietud de Barreros lo llevó a ir más allá: quería comenzar a construir turismos. Un deseo que no tuvo una buena acogida ni en el seno de su empresa ni entre sus competidores en la industria. A falta de financiación se alió con el fabricante americano Chrysler .

El empresario fabricó a partir de entonces en España un modelo funcional, el Simca 1000 y un modelo de lujo, el Dodge Dart . Un coche al alcance de pocos bolsillos dado que costaba 400.000 pesetas en su versión más sencilla y llegaba al medio millón en su tope de gama .

Antes de 1965 las autoridades de la época viajaban en Cadillacs y otros vehículos de fabricacion extranjera. Pero tras la llegada del Dodge las grandes personalidades españolas, desde Torcuato Fernández-Miranda a Carrero Blanco o Gregorio López-Bravo presumían de los coches de lujo fabricados en España .

Para Eduardo Barreiros la apuesta por el lujo supuso un varapalo profesional . El año que más Dodge Dart se vendieron la cifra rondaba los 6.000 ejemplares. Desde 1965 hasta 1977 se vendieron 27.428 ejemplares , una empresa muy deficitaria.

El genio español se vio obligado a vender la mayoría de su accionariado a Chrysler dadas las cuantiosas pérdidas de su negocio. La compañía norteamericana le ofreció el cargo de presidente de honor, pero la actitud de Barreiros lo obligó a declinarlo . No se rendía a un título, quería dedicarse a la investigación activa.

Era consciente de su valía y un sueño roto no lo apoltronaría en una butaca. Cuando Barreiros Chrysler se convirtió en Chrysler España su fundador siguió trabajando, era un emprendedor infatigable, una personalidad que cuya dedicación alumbraba genialidades año tras año. La trayectoria de una de las mentes más brillantes de la historia de España fue reconocida por la Universidad de La Habana, que le concedió el título de doctor honoris causa en Ciencias Técnicas.