BODA MEGHAN MARKLE Y PRÍNCIPE HARRY
Las joyas de la corona británica que usará Meghan Markle
La reina Isabel II pone su joyero a disposición de la actriz para el día del enlace real

La reina de Inglaterra, Isabel II , atesora un soberbio conjunto de alhajas . Estos caprichos de la corona británica se consideran la colección de joyas más valiosa del mundo y están permanentemente custodiadas en la Torre de Londres. El sábado 19 de mayo se cederán a Meghan Markle , la futura duquesa de Sussex, que podrá elegir las piezas que desee para lucir el día de su boda con el príncipe Harry , tal y como dicta la tradición.
Hace apenas siete años del anterior enlace real, que unía a Guillermo de Inglaterra y a Kate Middleton , actual duquesa de Cambridge. La novia gozó del mismo privilegio y eligió del joyero de la monarca la tiara Halo de Cartier , propiedad de la Reina Madre.
Otra posible elección sería la diadema Lovers Knot , que Jorge V regaló a su esposa, la reina Mary, en 1914. Esta tiara tiene un gran valor simbólico: la reina Isabel II se la regaló a Lady Di cuando pasó a formar parte de la familia real en 1981. Actualmente vuelve a estar en manos de la monarca porque la reina de corazones se vio obligada a devolverla tras su divorcio.
Se especula con un posible homenaje a Diana de Gales en el enlace. Esta decisión pone el punto de mira en la Tiara Spencer , con la que la madre de su futuro marido se casó recordando a la muchedumbre sus raíces aristócratas.
Markle ya cuenta con pertenencias de la malograda princesa, el príncipe Harry recuperó dos diamantes de su madre para diseñar el anillo de compromiso de la que se convertiría en su esposa.

Esta romántica iniciativa se convirtió en una tradición dentro del núcleo real. El príncipe Alberto fue pionero cuando creó para la reina Victoria la famosa tiara de esmeraldas que actualmente se expone en la muestra que le rinde homenaje en el Kensington Palace.
El prestigioso joyero Joseph Kitchinf dio forma a la corona siguiendo las directrices del príncipe inglés en 1845 y consiguió una alhaja que hizo historia, pues fue la primera cororna que un rey diseñó explícitamente para su reina .
El monarca enamorado también dio forma a un exótico collar de diamantes y ópalo . Es una de sus piezas de joyería predilectas de Isabel II, aunque ya poco tiene que ver con el original: los ópalos fueron sustituidos por rubíes porque en otra época se pensó que darían mala suerte.

Referencias históricas tiene también la tiara Kokoshnik , cuya primera propietaria fue la princesa Alexandra, esposa de príncipe Eduardo, duque de Kent. Tiene la forma típica de los tocados de las mujeres del norte de Rusia.
La tiara no fue un regalo familiar sino la solución desesperada de un grupo de mujeres de la corte a las que llamaban «Damas de la sociedad». El objetivo: ganarse el favor de la reina y consolidar sus respectivas fortunas. Las más poderosas de este grupo de 350 féminas eran la Marquesa de Salisbury, la Marquesa de Ailesbury, la condesa Spencer y la condesa de Corck que, temerosas por la incertidumbre, unieron sus fuerzas para crear la pieza. La encargaron al entonces joyero real, Garrad .
Las curvas de oro blanco y amarillo de la corona sujetan más de 400 diamantes de excepcional calidad . Lo más ingenioso de esta pieza de alta joyería es que es convertible, está dotada de un sistema que la torna en gargantilla.
El conjunto de joyas de aguamarinas brasileñas fue el regalo de bodas con el que el presidente de Brasil obsequió a Isabel II por su coronación en 1953. Poco después le enviaron una pulsera y la reina se mostró tan fascinada que encargó una diadema a juego.

En 1911 los marajás de la India enviaron a la reina Mary el Delhi Durbar , un espectacular conjunto de esmeraldas y diamantes. En 1953 lo heredó Isabel II, quien lo mostró en varias ocasiones como su encuentro con Nelson Mandela o en la visita del Rey Juan Carlos.
El broche Williamson es otro de los favoritos del ajuar inglés. La joya fue creada por Cartier y la estrella de la composición es un enorme diamante rosa descubierto en Tanzania.
El joyero británico engorda generación tras generación y no cuesta diferenciar las piezas históricas en los nuevos miembros de la familia. Esta «royal wedding» promete ser el mejor escaparate.
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