El sombrerero español que ha conquistado a Johnny Depp

Genis vivía de la música desde los 17 años, en aquella época hacer sombreros era un hobby y una necesidad estética para él, pero poco a poco y a base de persistencia y perseverancia consiguió hacerse un hueco en el competitivo mundo de la sombrerería: «Hay mucho secretismo, cuando quise aprender, contactaba con muchos expertos y nadie me contestaba, sólo un chico de Nueva York me hizo caso, porque estaba al mismo nivel que yo y nos ayudábamos el uno al otro», cuenta Genis.

Lo de la técnica es como la fórmula de la Coca-Cola o los trucos de magia de los magos: «Nadie te cuenta nada por si le copias», añade. Por eso es autodidacta y muy creativo, también tiene una pizca grafitero, a ratos flambea sus creaciones, las tatúa o las adorna con piercings. Pero además es psicólogo, porque cuando habla de un nuevo sombrero con un cliente, en muchos casos, le cuentan para qué lo quieren: «Hay historias que te impactan como la de un chico que quería mandarme a España los huesos de su perro que había muerto, para que los cosiera en su sombrero, le dije que nos metíamos en un problema si me los enviaba y al final no pude hacerle el encargo», recuerda.

No tiene prejuicios y admite casi todo tipo de encargo, además confiesa: «Los clientes me enseñan mucho, hay algunas ideas mágicas». Sus creaciones 'de costura' son exclusivas, rotundas, con mucha presencia y múltiples detalles que hace de cada sombrero de Why Hats un modelo, único en su especie: «Cada uno de ellos me lleva su tiempo, una semana en total, desde que hablo con el cliente, pienso cómo hacerlo y lo customizo», cuenta a Summum Genis Whylan.

En el caso de Johnny Depp fue una organización con la que colabora el actor, la que se puso en contacto con él y en cuanto se lo entregaron parecía que lo que tenía desde hace años. Estaba hecho para él. El secreto del éxito salta a la vista, en la entrevista Genis lleva un sombrero gris de fieltro con una bandana blanca y negra cortada por él y algo más que no puedo ver. Coronado con una de sus últimas creaciones reconoce que su marca no es para impacientes: «El cliente sabe que tiene que esperar 12 semanas hasta que le enviamos el sombrero, eso sí, lo ponemos en una caja armada con protectores en la que incluimos una bolsa porta-sombreros, un certificado de autenticidad, un cepillo para limpiarlo y una descripción detallada de los materiales empleados».

Genis cuenta que sus clientes saben que no solo compran un sombrero, es algo que va más allá, toda «una experiencia, porque queremos crear esa alegría que experimentabas cuando eras pequeño al abrir un juguete nuevo», recuerda. A simple vista y guiados por los prejuicios habituales que Genis no tiene, se puede pensar que su clientela es de estilo rockero, pero los adoradores de Why Hats van más allá de actores o baterías famosos: «hay policías, bomberos, dentistas que nunca han llevado un sombrero».

Este emprendedor que hizo de su afición un oficio, tiene alma y forma de artista, cuenta que sin Anabel Blond, su mujer, «no estaría aquí, yo soy un poco loco y desorganizado, también perseverante y trabajador, pero es ella la organizadora, se ocupa de muchos temas empresariales y también de los detalles, desde los acabados de los sombreros al packaging».

Cuando crea, hay muchas disciplinas que le sirven de inspiración: el cine, la música, las referencias y vivencias que le dan los clientes, pero es el arte barroco su pasión estética más clara: «Mi sueño es crear y vivir en una iglesia y convertirlo en taller, un templo para rendir culto a los sombreros, organizar conciertos… Esa es mi meta, mi sueño».

La música está muy presente en su vida, pero Genis se siente sombrerero «sé que es algo que quiero hacer toda la vida, aunque mi aspiración es hacer menos cantidad y dedicar a cada modelo más tiempo, por eso hemos subido los precios», reconoce. Un Why Hat ronda entre los 400 y los 600 euros.