La vuelta de la mascarilla queda en el aire ante la falta de acuerdo entre Sanidad y las comunidades

La ministra de Sanidad, Mónica García, ya había anunciado que su departamento trabajaba en un documento similar al del semáforo del Covid aplicado también a la gripe. El ministerio contemplaba así la vuelta de la mascarilla para hacer frente a las infecciones respiratorias. La directora de Salud Pública de la Comunidad de Madrid, Elena Andradas, ha asegurado tras el encuentro que la propuesta del ministerio «adolece de falta de criterio técnico y de cierta improvisación» porque no hay hasta el momento una información que permita ser comparada entre las comunidades autónomas para poder evaluar el riesgo de forma simultánea. Las regiones, ha dicho Andradas, están preparadas para afrontar esta época de virus respiratorios con medidas que ya llevan años aplicando.

El documento que ha presentado el Ministerio de Sanidad, ha proseguido la directora de Salud Pública de la Comunidad de Madrid, necesita «una revisión profunda de la metodología», por lo que no cree que estos criterios comunes se acuerden para esta temporada. Además, Elena Andradas se ha referido a que la propuesta «destila cierta nostalgia» a las medidas que se adoptaron durante la pandemia del Covid-19, pero la situación, ha dicho, es «completamente distinta», por lo que las actuaciones deben adaptarse a la situación actual.

Por su parte, el secretario de Estado de Sanidad, Javier Padilla, ha afirmado que han sido las comunidades gobernadas por el PP las que han «frenado el documento redactado por sus propios técnicos para tener por primera vez un plan de actuación común frente a la epidemia de virus respiratorios». «La irresponsabilidad es enorme y ojalá recapaciten», ha dicho en un mensaje publicado en su cuenta de 'X'. Sin embargo, fuentes conocedoras de la reunión aseguran a este medio que también Castilla-La Mancha y Navarra, gobernadas por el PSOE, se han opuesto al acuerdo. Asturias y País Vasco, apuntan las mismas fuentes, no se han pronunciado al respecto.

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Elena Calvo

Así, el documento que de momento no se ha acordado establece cuatro escenarios basados principalmente en los datos del Sistema de Vigilancia de las Infecciones Respiratorias agudas en España (Sivira), que mide la incidencia de estos virus en cada momento, aunque también se modificarán en función de otros indicadores como la ocupación hospitalaria y de UCI o las bajas por virus respiratorios. En el escenario 0 el riesgo es «interepidémico o basal», en el 1 la transmisibilidad es baja o moderada, en el 2, alta y en el 3 el nivel de transmisión de las infecciones respiratorias se considera muy alto o incluso «pandémico».

En cualquiera de los niveles se recomienda el autoaislamiento para las personas que tengan síntomas. También el uso de la mascarilla, que se refuerza a medida que el riesgo crece, aumentando las situaciones en las que se tendrá que llevar. En el escenario 1, por tanto, con una transmisión baja, se recomienda utilizarla a personal sanitario, pacientes y acompañantes en los «ámbitos vulnerables» de los centros sanitarios, como salas de quimioterapia o unidades de trasplantados. También a partir de este nivel se abogará por favorecer el teletrabajo de las personas que tengan sintomatología compatible con los virus respiratorios.

El uso de la mascarilla se incrementaría en el escenario 2, cuando el riesgo ya se considere alto, de manera que deberían usarla tanto los trabajadores sanitarios como los pacientes y sus acompañantes en las salas de espera de centros de salud y urgencias de hospitales. La recomendación se extendería igualmente a las personas con riesgo de desarrollar complicaciones graves, como mayores o enfermos crónicos, para que la lleven también en espacios interiores como supermercados, tiendas o transporte público, así como en cines, teatros, salas de conciertos, gimnasios, salas de baile o en eventos multitudinarios al aire libre.

En este nivel también se aconsejaría el uso del cubrebocas de manera permanente a todos los trabajadores de los centros de mayores y personas vulnerables, pero no para los pacientes y residentes, de manera que se valoraría la obligatoriedad de manera general en función de la situación de cada centro.

Además, el documento contempla que si se alcanza el último escenario, en el que el riesgo se considera muy alto o «pandémico», se podrán adoptar «medidas adicionales y excepcionales» para controlar la situación.

El documento también hace hincapié en que se deberán revisar los planes de contingencia de los centros sanitarios para asegurar su capacidad asistencial en todos los escenarios, así como las reservas de equipos de protección personal. Para ello, estos protocolos deberán contemplar planes de continuidad tanto para hacer frente a las bajas de personal sanitario y no sanitario como al aumento de los casos de infecciones respiratorias que requieran reorganizar los servicios.