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La universidad sigue siendo de izquierdas (pero cada vez menos): «Está bien leer a Marx, pero, ¿sólo?»

Los límites de Sánchez a la privada, más conservadora, se leen como una maniobra para no perder su influencia política

Los autores marxistas son los más citados en campus con claustros de profesores endogámicos e ideologizados

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Beatriz L. Echazarreta

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Foucault es el autor más citado en Ciencias Sociales según Google Scholar. Su pensamiento, influido por el de Nietzsche, Marx o Heidegger suele llegar rápido a oídos de cualquier universitario que habite un campus de Humanidades de la Universidad pública. «Está muy bien leer a Marx, pero, ¿sólo? De liberales como Hayek se habla más bien poco. Las lecturas no están equilibradas ideológicamente», cree Álvaro Galván, de Voces Libres, una asociación de estudiantes universitarios con 400 miembros en todo el país. «La izquierda ha capitalizado a los jóvenes en la universidad pública durante mucho tiempo y, de forma mayoritaria, lo sigue haciendo. Pero algunos, aún pocos, estamos perdiendo el miedo a disentir», asegura este estudiante de Derecho. En una escala de 0 a 10 donde 0 corresponde a la extrema izquierda y 10 a la extrema derecha, los universitarios se encuentran en un 4,8. Es decir: aún en el espectro de la izquierda pero con posiciones cercanas al centro. Los datos son de un estudio elaborado en 2023 sobre opinión pública en la universidad realizado por la Fundación BBVA.

Este informe arroja varias conclusiones como que la ideología varía en función del tipo de carrera que se estudia o de si el centro es de titularidad pública o privada. Las universidades financiadas con dinero del Estado se sitúan más a la izquierda (4,6) que las privadas (5,8), aunque en las primeras hay un 21% que se declara en la franja de extrema izquierda y un 22% en la izquierda. Las facultades de Artes y Humanidades son las más radicales dentro de este espectro (3,7) frente a las Ciencias Económicas (5,7) y Jurídicas (5,4) que se sitúan en el arco de la derecha. Además, en las últimas décadas se ha producido un desplazamiento hacia el centro: de un 4,1 en 2006, a un 4,8 en 2023. Teniendo en cuenta, claro, que la proliferación de la privada (más conservadora) también explica esta tendencia a la moderación en la comunidad estudiantil.

Algunos de los miembros de la asociación de estudiantes liberal Voces Libres tania sieira

«No creo que la universidad esté dejando de ser de izquierdas y no se puede pasar por alto que los claustros de profesores están absolutamente colonizados por perfiles progresistas donde se da una endogamia escandalosa», sostiene Gonzalo Adán, doctor en Psicología Social y director de Sociométrica. En cualquier caso, Adán matiza que más allá del eje izquierda-derecha, en comunidades como Cataluña, País Vasco o Baleares lo que opera es el eje nacionalista con otras implicaciones políticas. «Creo que muchos jóvenes han superado esta división izquierdas-derechas y sienten cierta desafección hacia un modelo que en la práctica ni les conviene ni les satisface», indica el politólogo y profesor de la Universidad Pontificia de Comillas Javier Martín Merchán. En su opinión, la juventud tiene una postura cada vez más escéptica sobre cuestiones como las pensiones o la inmigración sin límites. Este cambio, dice, habría asustado al Gobierno que «no va a permitir que la universidad deje de ser su núcleo de influencia».

De hecho, el anuncio de Pedro Sánchez de limitar la creación de universidades privadas «no va realmente orientado a mejorar la calidad académica, sino a recuperar el control de un feudo clásico», lee entre líneas Adán. El anuncio del presidente se produjo en un contexto en el que los medios próximos al Gobierno habían agitado el fantasma de la extrema derecha afirmando que estaba ocupando cada vez más espacio en la universidad. «Se está manejando a la ligera el adjetivo conservador. Es probable que ya no haya tanta uniformidad ideológica entre el alumnado (que no entre el profesorado), pero es que la pluralidad en la academia siempre será una gran noticia. Otra cosa sería contraria a la misma idea de universidad», refiere Miguel Ángel Sancho, de la Fundación Europea Sociedad y Educación, que defiende la pública. «La universidad se está volviendo más plural, aunque sigue habiendo un gran número de asociaciones y de activismo vinculado a movimientos como el ecologismo o el feminismo» , reconoce Nicolás Pingarrón, de Creup (Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas).

Hace tiempo que la universidad dejó de ser un ente autónomo, dice el politólogo y profesor de la Autónoma de Madrid Jorge San Miguel. «Es paradójico que, de puertas para afuera, parezca volcada en la búsqueda de una mayor paridad en muchos aspectos, pero salten las voces de alarma cuando empiezan a surgir algunas asociaciones universitarias no directamente vinculadas a la izquierda». Este profesional recuerda que todo lo que le está pasando a la universidad española hoy, ya le había pasado hace años a la estadounidense. En los años 20 y 30 las instituciones académicas de EE.UU. tenían un sesgo conservador, pero la izquierda se fue «poco a poco infiltrando en la universidad», hasta que la privada terminó reaccionando con la creación de varios 'think tanks' para no perder su influencia social. «La privada, entre otros motivos, está sirviendo para acoger a los alumnos que no se sentían cómodos en un ambiente tan militante», añade Adán.

Estudiantes incómodos y algo apáticos. Lo describe con puntería el filósofo y profesor de la Complutense José María Barrio cuando afirma que «la Universidad siempre decepciona a sus mejores estudiantes, aquellos que no llegaron con el deseo de que un partido o un sindicato acreditara su compromiso social». Decepcionados, pero habiendo leído a Foucault.

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