¿Se ralentiza el sistema de corrientes del Atlántico? Un nuevo estudio dice que no y desata el debate

El análisis no ve cambios en la AMOC desde 1960, aunque no descarta un colapso en el futuro

El sistema de corrientes del Atlántico se acerca a un punto de inflexión catastrófico, según un estudio

El deshielo en Groenlandia, clave para el sistema de corrientes AFP

No es una corriente marina cualquiera. Su colapso o incluso su mera ralentización es capaz de generar efectos «devastadores e irreversibles» en el clima de medio planeta. Se trata de la Circulación de Vuelco Meridional del Atlántico (AMOC, por sus siglas en ... inglés) y funciona como una 'bomba de calor' para Europa. Cuando hace casi 13.000 años se paró, parte del continente quedó bajo unas condiciones climáticas árticas. En los últimos años, este sistema de corrientes se ha convertido en uno de los temas de mayor preocupación y controversia entre los científicos climáticos: algunos estudios recientes han apuntado a que la corriente se ralentiza y se acerca a su colapso, influida por el calentamiento global. Pero un nuevo estudio se ha sumado al debate. Y concluye que, al menos por ahora, no hay señales de ralentización.

El estudio publicado hace unos días en 'Nature Communications' por un equipo de investigadores de la Institución Oceanográfica Woods Hole (WHOI) concluye que no hay evidencias de que el sistema de corrientes atlánticas se haya desacelerado en los últimos 60 años. Los resultados los obtuvieron al utilizar la última generación de modelos climáticos disponibles, mucho más sensibles a la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera.

«Nuestro estudio no significa que la AMOC no se ralentizará (en el futuro). Sin duda, disminuirá fuertemente y muy probablemente muy pronto, o ahora mismo. Y un declive tendrá consecuencias extremadamente graves», explica a ABC el autor del estudio Jens Terhaar, científico afiliado al WHOI y científico senior en la Universidad de Berna. Tampoco descarta el colapso completo de la corriente. «Aún podría ocurrir y podría suceder pronto», dice. Pero con los nuevos datos, la incertidumbre sobre si esto ocurrirá y cuándo es muy alta.

La AMOC fluye por todo el Atlántico e incluye a la Corriente del Golfo. Es comparable a una cinta transportadora gigante que mueve las aguas cálidas y superficiales desde Florida hacia el norte. Allí se enfrían e interaccionan con el agua dulce del deshielo de Groenlandia y las lluvias, hundiéndose. Una vez en las profundidades, la masa de agua fluye de vuelta hacia el Ecuador, donde el ciclo se repite. Pero el calentamiento global puede frenar este ciclo.

Pocos datos directos

La magnitud y complejidad de la AMOC han hecho difícil su análisis hasta ahora. La primera vez que se lograron datos directos de esta corriente oceánica fue en 2004 y, desde entonces, se ve una ligera desaceleración. Sin embargo, no está claro si forma parte de la variabilidad normal del clima o si indica algo más. Por eso los expertos necesitan remontarse más atrás en el tiempo.

Para ello los científicos utilizan registros indirectos, que distan de ser perfectos. Buscan patrones en la temperatura superficial del mar, en los valores de densidad o salinidad del agua, en los sedimentos. Y aplican modelos matemáticos. Uno de los indicadores más utilizados hasta ahora ha sido la temperatura superficial del mar en el Atlántico Norte, que con una mayor ralentización parecía correlacionarse con una «mancha fría» de agua en el Atlántico Norte. Su análisis concluyó en 2018 que la velocidad de la AMOC era la más lenta en mil años, disparando las alarmas.

El equipo del WHOI trató de recrear estos resultados aplicando la última generación de modelos climáticos. Probaron 24 en total, pero sus resultados difirieron de los de 2018. «La relación entre las temperaturas de la superficie subpolar y la AMOC es sustancialmente más débil en escalas de tiempo centenarias de lo que se pensaba anteriormente, y muy débil en escalas de tiempo anuales o decenales», dice Terhaar.

Tras aplicar los modelos, el equipo concluyó que había un indicador más fiable para ver si la AMOC se ralentiza, llamado «flujo de calor mar-aire», que simula el intercambio de calor entre el océano y la atmósfera. Y ese indicador no muestra una ralentización del sistema oceánico entre 1963 y 2017.

Debate

La propuesta ha generado controversia en la comunidad científica. Stefan Rahmstorf, autor del artículo de 2018, ha contestado en un largo artículo que el nuevo análisis «no cambia mi evaluación del debilitamiento de la AMOC en modo alguno», al considerar que los datos de pérdida de calor superficial «son mucho menos precisos» que los datos de temperatura de la superficie del mar. A su vez, Terhaar insiste en que existen cada vez más estudios que dudan de la fiabilidad de la temperatura superficial del mar en el Atlántico Norte como indicador de la velocidad de la AMOC.

«Todavía hay incertidumbres con respecto al declive del AMOC», reconoce a ABC Peter Ditlevsen, que en 2023 publicó otro artículo en el que advertía de que la AMOC se acerca al colapso. Apunta a que incluso los nuevos modelos aplicados «también son inciertos», con reconstrucciones que no coinciden en todas partes. Y aunque el estudio el WHOI es «interesante», asegura que los modelos siguen mostrando variabilidad. «Nuestras predicciones de un colapso en el futuro cercano se basan más en las fluctuaciones crecientes que en una desaceleración constante».

En cualquier caso, todos coinciden en una cosa: la AMOC se debilitará en respuesta al calentamiento global y es un grave riesgo.

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