La patente española que podría acabar con los grandes incendios duerme en un cajón
Un empresario ha registrado un avión que descargaría contra el fuego hasta 100.000 litros de agua y retardante
El ingenio, que también combate la nube de contaminación, ha sido presentado en el Congreso, pero no ha recibido respuesta
Madrid
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Iniciar sesiónEl enfado de Pedro García Jiménez cada vez que ve las noticias de los incendios que devastan España es doble. Primero, el ordinario de cualquier persona que contempla cómo se destruye la naturaleza, las casas y los recuerdos de muchos vecinos, incluso se pierden vidas. ... Pero, ahí, suma la convicción de tener en su cabeza un arma contra tanta destrucción y la desesperación de no haber sido escuchado en los últimos dos años por los organismos públicos en los que ha expuesto su idea.
Hasta en cinco ocasiones ha acudido Pedro García al Congreso y al Senado para reunirse con distintos representantes del partido en el Gobierno, a los que evita señalar directamente, a pesar de que reconoce que le han ninguneado. «Lo peor es la indiferencia», afirma a ABC.
García se ha reunido en varias ocasiones para explicarles su invento, que ha patentado. «Primero muestran interés, me dicen que lo van a presentar al ministerio correspondiente y que ya me llamarán. Luego me dan largas, hasta que dejan de contestarme y de cogerme el teléfono», añade con cierto pesar.
La idea de este empresario —que obtuvo protagonismo público en los años 90 cuando presidió el Rayo Vallecano hasta la llegada de José María Ruiz- Mateos— consiste en un modelo de utilidad para modificar un avión e instalarle uno o varios depósitos (de entre 80.000 y 100.000 litros), desde los que lanzar, a diferentes presiones, agua y retardante sobre las zonas incendiadas. Sería el mayor avión contraincendios del mundo, y García está convencido de su efectividad.
Su idea surgió como una solución contra la polución. En colaboración con un amigo, al que habían encargado un estudio sobre como controlar la movilidad en Madrid, entendió que la única posibilidad para destruir la nube de contaminación atmosférica venía desde el cielo. En concreto del agua de lluvia. Y para ello ideó un sistema que, acoplado a un avión, pudiera producir esa lluvia a capricho, cuando sea necesaria.
Con ese modelo, supervisado por ingenieros y patentado, se ha recorrido los organismos públicos para tratar de conseguir un apoyo que le permitiera desarrollar su idea. Más tarde, se dio cuenta de que también podría tener utilidad contra los incendios, y así lo ha transmitido en sus reuniones. Un dos por uno.
Pero la respuesta desde la Administración fue rotunda: «Tenemos dotación suficiente para apagar cualquier incendio». La tozuda realidad ha puesto en evidencia lo presuntuoso de aquellas palabras. Y ha hecho sentir de nuevo indiferencia para Pedro, que reconoce que se «enerva» cada vez que ve las imágenes del fuego y recuerda aquella frase.
Sería el coste estimado del proyecto
García Jiménez es consciente de las limitaciones y los elementos pendientes de desarrollar de su proyecto. La primera, es la económica. El empresario calcula una inversión inicial de unos 150 millones de euros, que incluyen la compra y la adaptación del avión, que, dada la carga, tendría que ser un modelo de grandes dimensiones. «Sé que es mucho dinero, pero se derrocha tanto en tonterías», afirma indignado. «¿Qué coste es más importante, el del avión o el de las vidas que se han perdido y las cientos de miles de hectáreas que se han quemado?», continúa retórico.
El proyecto de Pedro tiene un precedente estadounidense, el SuperTanker. Un antiguo Boing 747 —que perteneció en los 90 a Japan Airlines— modificado por la empresa Evergreen Internacional Aviation para albergar un depósito de 77.600 litros, que puede arrojar sobre el fuego en menos de medio minuto. Una iniciativa privada envuelta en dudas y polémica desde su presentación en 2009 y que ahora se encuentra en hibernación, a la espera de los permisos necesarios para seguir operando.
En una de sus operaciones más significadas, la lucha contra los incendios forestales en Chile el verano austral de 2017, su llegada fue aclamada como la de un superhéroe, al igual que cada una de sus descargas. Pero también, algunos informes técnicos reducían su efectividad total frente al fuego a un 13,61%, frente al 100% del helicóptero Sikorsky S64, adaptado para los servicios forestales.
Entre sus pegas, el amplio operativo de tierra que requiere, unas 30 personas; la difícil maniobrabilidad dada su envergadura, lo que obliga a ser guiado por un avión más pequeño y a suspender el resto del tráfico aéreo en toda zona de operaciones; y la dificultad para acercarse a la zona exacta de incendio. Al no poder volar tan bajo como los aviones más pequeños, no suele concentrar la descarga en la zona del ataque del incendio, sino en los flancos.
García dice conocer bien el caso del SuperTanker y haber solucionado los problemas del avión americano en su proyecto, para garantizar «una efectividad de al menos un 80%». En todo caso, lo que pide es sentarse con algún responsable con capacidad de decisión y discutir los pros y contras de su proyecto. «Seguro que hay problemas en mi patente, pero las podemos ir resolviendo. Nadie diseña un Ferrari en un primer momento, podemos comenzar con un Seiscientos y hacerlo evolucionar», señala García, que afirma que no ha dejado de hacer mejoras a su patente desde que la presentó.
«Ver si es viable, si puede ser una respuesta a este problema, pero no obtener solo el silencio. Me parece increíble que nadie se haya ocupado de esto en este tiempo», explica García. «Yo tengo la idea, solo busco el apoyo para desarrollarla», puntualiza. Con la ventaja, recuerda, que la solución no sólo sería contra los incendios, sino que también se podría aprovechar para disolver la boina de contaminación en las grandes ciudades e, incluso, en veranos secos, «para aliviar la sequía en ciertas zonas», ya que el sistema permite distribuir los 100.000 litros de agua como una fina lluvia.
Dos años después de presentar su idea en el Congreso, García lamenta haber confiando en la administración pública en vez de buscar capital privado que pudiera financiar el proyecto. «No busco dinero con esto, solo aportar una solución a un problema muy grave y que se va a hacer más grande en los próximos años», arguye como justificación. De momento, la idea de García duerme en algún cajón del Congreso mientras que los incendios, esos para que los que el Gobierno tenía «una dotación suficiente para apagarlos», siguen asolando España.
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