Pasar por quirófano para parecerse a un filtro de Instagram

El 31,2 por ciento de los pacientes de cirugía estética tienen menos de 29 años. Las redes sociales, llenas de aplicaciones para alterar tu rostro y la publicidad de 'influencers', han generado nuevas necesidades

Los jóvenes españoles, en manos del 'doctor TikTok'

Esther González se operó la nariz con 20 años, un deseo que tenía desde pequeña De San Bernardo

Cuanto antes te lo hagas, más lo amortizas, más tiempo estarás con tu nueva nariz. Ese es el comentario que más le repetían a Esther Rodríguez, que pasó por el quirófano para mejorar el aspecto de su nariz hace unos once meses, cuando tenía apenas ... 20 años. Es algo que llevaba pidiendo a sus padres desde que tiene memoria. «Desde pequeñita no me gustaba esa parte de mi cuerpo, es algo que siempre tenía en mente. Mis padres pensaban que no iba tan en serio, hasta que al final vieron que era algo que me afectaba», relata la joven. «Al final, te influyen los comentarios que te hacen en el instituto, porque la gente es muy cruel. Y luego al ver fotos editadas a mí me gustaba cómo me quedaba la nariz chiquitita». ¿Influyen tanto las redes sociales en los más jóvenes? «Claro, al final ves a 'influencers' perfectas, con narices perfectas y no ves tanto la realidad, porque hay también mucha gente que no cumple los estereotipos», confiesa.

Ella empezó también su búsqueda del cirujano elegido por redes sociales. «Me gustaba un doctor de Tenerife, pero al final la rinoplastia me salía por 12.000 euros más vuelo, hotel... Eran unos precios que no podía permitirme y había una lista de espera de dos años. Al final me decidí por la consulta gratuita de un doctor que me gustaba como hacía las narices. Fui a la primera consulta acompañada de una amiga y se acabó operando ella también», continúa esta graduada en Publicidad y Relaciones Públicas, que decidió contar toda su experiencia en TikTok. El momento de despedirse de su familia antes de entrar en el quirófano fue, quizás, el más delicado. «Sabes que conlleva cierto riesgo, y aunque iba con mis padres estaba nerviosa... Pensaba que me iba a operar pero por otro lado al fin me iba a ver con una nariz bonita», admite. «A ellos les costó. Me decían que estaba muy guapa así y que era un riesgo innecesario. Pero al final vieron que realmente lo quería y me afectaba y me apoyaron».

Superan a los adultos

Esta escena que describe Esther Rodríguez es más frecuente de lo que se puede pensar. El 31,2 por ciento de las personas que se sometieron a cirugía estética el año pasado eran menores de 29 años, según el último análisis del sector de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (Secpre). Los pacientes con una edad comprendida entre los 18 y los 29 años (29,5 por ciento del total) es el que más ha crecido desde el último estudio, realizado en el año 2014, y superan ya al grupo de entre 45 y 60 años (26,9 por ciento). «No es una tendencia preocupante. Es verdad que los pacientes cada vez se operan más jóvenes y también es cierto que las cirugías que han aumentado, como las rinoplastias, van más ligadas a las tendencias del teletrabajo, al final estar todo el día viéndote en una pantalla influye. También está muy relacionado con el uso de redes sociales. Con los filtros de belleza de aplicaciones como Instagram y TikTok, los jóvenes ven que tienen cierto margen de mejora», plantea Isabel de Benito, cirujana plástica y presidenta de Secpre.

Además, reconoce, los más jóvenes no tienen pudor en contarlo en redes sociales: pasar por el quirófano para verse mejor no es ya un tabú. La publicidad masiva de las clínicas en Instagram y TikTok está, incluso recurriendo a 'influencers' que muestran sin tapujos todo el proceso, a la orden del día. «Antes era más difícil que se expusieran así, pero ahora ven que muchas 'influencers' lo cuentan cuando se operan, así que ellos también lo hacen. Forma parte de esa forma de comunicación global que manda hoy», añade De Benito. Además, ahora ellos también empiezan a recurrir al bisturí para verse mejor. Y cuanto más jóvenes menos diferencias hay entre chicos y chicas, coincide esta experta.

Las operaciones más frecuentes entre los veinteañeros son el aumento de mama y la rinoplastia

Las operaciones más frecuentes entre los veinteañeros son el aumento de mama (62,1 por ciento), la rinoplastia (11,7 por ciento) y la liposucción (8,1 por ciento), que hace casi una década ocupaba el segundo lugar, por delante de la cirugía de nariz.

En general, subraya De Benito, los jóvenes acuden bastante informados a la consulta, pero hay que recordar que la cirugía estética es «un traje a medida», por lo que lo que le sirve a un paciente puede no ser adecuado para otro. «Pasar antes por consulta es imprescindible. A veces los cirujanos vemos que los chicos no tienen la madurez suficiente para hacerse una operación irreversible y les recomendamos esperar. Esto es muy importante en pacientes jóvenes y menores», recuerda De Benito.

Más retoques

Estas cifras se refieren sólo a intervenciones quirúrgicas, pero hace apenas un año, la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME) ya alertaba de la necesidad de prestar atención al público más joven, que empieza a hacerse retoques cada vez más pronto e influenciado por el uso de filtros y aplicaciones de redes sociales que les permiten cambiar la forma de su rostro y les generan nuevas necesidades. «Hace unos años la edad media de entrada a la medicina estética era de 35 años. Ahora, jóvenes de veintipocos acceden principalmente para rellenos de ácido hialurónico (AH) en labios y toxina botulínica», apuntan.

Amanda Boix reconoce que sus labios estaban «perfectamente bien», pero empezó a salir por la noche muy joven, vio a chicas que se habían retocado y en cuanto ahorró acudió a una clínica para aumentar el tamaño de sus labios. Tenía sólo 19 años. «Me he pinchado dos veces y no me arrepiento, pero la primera vez lo pasé mal. Nada más hacértelo tienes los labios hinchados, más de lo que se te van a quedar, y te levantas pensando: '¿Qué he hecho?'. Además tienes los moratones, que tardan una semana en quitarse, y todo el mundo te mira, no es agradable. La primera semana no te acostumbras porque te cambia la cara totalmente, aunque luego te queda supernatural. Al mes ya se queda la forma definitiva», relata. Ella, que repitió luego el tratamiento en la misma clínica, también cree que las redes sociales les imponen unos cánones de belleza inalcanzables que acaban empujando a muchos a llamar a la puerta de las clínicas de estética. En España, en 2021 había 6.305, según datos de la SEME, un 20,2 por ciento más que en 2019.

«Yo sé que soy muy joven para haberme hecho un aumento de labios. Yo sí recomiendo a quien pase por estos tratamientos que tenga la autoestima fuerte, porque las críticas son muchísimas», zanja Boix.

Amando Boix se hizo un aumento de labios ABC (cedida)

Cuando un paciente suma una operación tras otra y sigue estando a disgusto con su cuerpo, advierte la psicóloga Rosana Pereira, no hay que trabajar el defecto físico, sino la autoimagen distorsionada. Es lo que se llama dismorfofobia, un trastorno asociado a la imagen que ha existido siempre y que, según ella, no han visto crecer en los últimos años de forma preocupante. «Lo que sí han detectado es que los jóvenes sí acuden más a la consulta de los especialistas en salud mental por ansiedades que tienen que ver con el uso de las redes sociales. «Al final estar en redes supone para ellos estar a la altura de lo que se espera o la imagen que deberían dar. Por más que se diga que las imágenes están retocadas o que no son reales, si tu imagen no está como se ve en esas aplicaciones al final se puede generar una frustración tremenda. Estos medios fijan la expectativa de cómo deberían ser», resume esta psicóloga.

Lo importante, ahora que la cirugía estética es algo «accesible y normalizado», recuerda esta experta, es analizar si detrás de cada caso hay un capricho o una necesidad: «No es lo mismo un complejo desde que los niños tienen uso de razón a una queja que surge de repente. En cualquier caso, es importante que la autoestima no dependa de su autoimagen, reconocer que el valor no tiene que ver con el físico y trabajar la seguridad y la aceptación, también para otros ámbitos de la vida».

Una necesidad estética

Pol Ferreres (24 años) admite que fue al dentista con un complejo estético: ni sonreía en las fotos, porque no se veía bien la nariz, ni los labios. Pero el doctor le dijo que lo que tenía era un problema de mandíbula y le derivó al maxilofacial de la Seguridad Social, que le recomendó operarse. «Mi intervención fue por un motivo funcional, porque lo que tenía puede causar migraña y problemas a la hora de morder, pero no niego que tiene un efecto estético evidente: me ha cambiado la nariz, los labios, y la verdad es que el complejo que tenía no lo tengo», confiesa.

Cada vídeo en el que cuenta su operación en TikTok, reconoce, genera miles de visualizaciones y comentarios. Decenas de jóvenes le escriben a través de la pantalla pidiéndole consejo sobre su físico, aunque él insiste en que nadie debería buscar recomendaciones sobre su salud en internet. «Gracias a las redes sociales ves muchos rostros a los que te gustaría parecerte, vivimos en la cultura de la imagen», asume. En este contexto, opina, el problema es hacer pasar por natural lo que es en realidad obra del cirujano: «Así es como creas complejos a otros». Y como se alimenta la necesidad de mimetizarse con el filtro de moda.

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