El Papa pide «aprender de la historia» para evitar una guerra nuclear

Durante la misa de este domingo en la plaza de San Pedro ha canonizado a los italianos Giovanni Battista Scalabrini y Artemide Zatti

El Papa durante la misa de este domingo Reuters

Javier Martínez-Brocal

Corresponsal en el Vaticano

El Papa Francisco ha mencionado este domingo el peligro de escalada nuclear en Europa. Lo ha hecho durante el ángelus, cuando ha recordado que el próximo martes se conmemorarán los 60 años desde el inicio del Concilio Vaticano II. «No podemos olvidar el peligro ... de guerra nuclear que amenazaba al mundo en aquella misma época», ha subrayado. Por eso, ha invitado a «aprender de la historia», pues «también en aquella época había conflictos y grandes tensiones, pero se eligió la vía pacífica».

Antes, durante la misa de este domingo en la plaza de San Pedro en la que ha canonizado a los italianos Giovanni Battista Scalabrini (1839-1905) y Artemide Zatti (1880-1951), Francisco ha agradecido la ayuda a los emigrantes que escapan de Ucrania, pero ha tenido palabras especialmente duras sobre la situación de quienes huyen de Oriente Medio y África e intentan alcanzar el Viejo Continente a través del Mediterráneo.

«La exclusión de los migrantes es escandalosa y criminal«, ha dicho el Papa apartándose del texto que tenía preparado. »No abrir las puertas a quien lo necesita es repugnante, es pecado, es criminal« y »provoca que se mueran ante nosotros. Por eso, el Mediterráneo es el mayor cementerio del mundo«. Ha recordado que cuando se les envía de vuelta, se los llevan a »campos de concentración donde son explotados y vendidos como esclavos«, en referencia a lo que ocurre en las costas de Libia.

También ha pedido interrogarse sobre si «a los que entran, los recibimos como hermanos y hermanas, o los explotamos». «Me limito a hacer la pregunta», ha añadido. «Hay una migración ahora mismo, aquí en Europa, que nos hace sufrir mucho y nos mueve a abrir el corazón: la migración de ucranianos que huyen de la guerra. No olvidemos hoy a la atormentada Ucrania», ha insistido.

Dos nuevos santos

Las preguntas eran pertinentes pues en la plaza de San Pedro había decenas de miles de emigrantes, entre ellos muchos no católicos, agradecidos a uno de los dos nuevos santos, Giovanni Battista Scalabrini. Este obispo italiano fundó en 1887 la congregación de los Misioneros de San Carlos para ayudar a los italianos que emigraban a EE.UU. y Sudamérica, pues muchos eran despreciados y vivían abandonados en condiciones de «semi esclavitud».

Con el tiempo y la experiencia, esta congregación pasó a acoger e integrar a emigrantes en muchos otros lugares, para reivindicar que por encima de todo son personas. Actualmente trabajan en 32 países y se ocupan con enorme humanidad y tenacidad también de refugiados políticos y de centros de atención de derechos humanos. Además de atención espiritual, por ejemplo, enseñan a quienes llegan sin documentos a gestionar la burocracia, lanzan «misiones volantes» en zonas donde hay desplazados, o ayudan a los marineros en los puertos.

Juan Pablo II beatificó en 1997 a Giovanni Battista Scalabrini. Para subrayar la vigencia de su mensaje, el Papa Francisco le ha dispensado de la norma vaticana de que se demuestre un milagro realizado por su intercesión para declararlo santo.

El otro nuevo santo es el enfermero Artémides Zatti, un «salesiano coadjutor», - como esta congregación se refiere a sus miembros laicos que hacen los votos religiosos, pero no se ordenan sacerdotes. Nació en Italia, pero cuando tenía 17 años, en 1897, emigró con su familia a Argentina y allí vivió hasta su muerte. Jorge Mario Bergoglio conocía su historia y asegura que le tenía cierta devoción.

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