El Papa interrumpe sus vacaciones para reunirse con el Celta de Vigo

«Encontrarme con un club 'gallego' me lleva a evocar tantas experiencias que como argentino he vivido en mi propia carne», les ha dicho el Papa Francisco en el Vaticano, evocando las historias de los miles de emigrantes que partieron desde La Coruña hacia el Río de la Plata. Eran tantos que, ha recordado, no es casual que la camiseta del Celta tenga los mismos colores que la de la selección argentina.

«A veces, trabajamos tanto, luchamos, queremos ser felices, ganar, demostrar lo que valemos, pero absorbidos por defender nuestros colores, nos olvidamos de lo que significan», les ha advertido. Esos colores evocan las raíces gallegas, «una tierra que no se cierra al hermano que llega como peregrino, y a unas gentes capaces de dejarlo todo para lanzarse a afrontar las más altas empresas».

Según Francisco, el azul recuerda el mar y la «confianza en la protección de la Virgen» de los emigrantes que partían desde el puerto de la Coruña. También, la cruz de Santiago es un vínculo con las raíces de Europa y con quienes «desde tiempo inmemorial peregrinan tras las huellas del primer Apóstol que derramó su sangre por Cristo», y un «estandarte de victoria en la batalla de la vida».

A los jugadores que le escuchaban les ha dicho que «tanto en el estadio como en la vida, vuestras armas son esos pequeños gestos a los que a veces no damos importancia: es vencer desde la humildad, trabajar en equipo sin confiarse en las propias fuerzas, comprendiendo que la victoria es de todos; es también entregarse con generosidad, no ahorrándose esfuerzos, y sabiendo sacrificarse por el otro cuando es necesario».

Les despidió aconsejándoles que no pierdan la dimensión lúdica del deporte, sin la cual éste «no tiene sentido y se transforma en una cosa comercial, aséptica y sin pasión. Conservad esta mística 'amateurial'».

Tras el encuentro, Carlos Mouriño, presidente del Celta, ha asegurado a un grupo de periodistas que regresan a casa «muy felices» por las «cariñosísimas» palabras del Papa. «Nos vamos muy satisfechos, porque no fue una visita más, él la preparó, estudió lo que le dijimos y lo amplificó», ha añadido.

El presidente, que ha visitado al Pontífice acompañado también de algunos aficionados y empleados del Club, ha entregado al Papa una escultura de un olivo, símbolo de Vigo, y una camiseta del Celta. Como Mouriño sabe que es un Pontífice futbolero, le ha pedido que mire a ver «si le quedaba un resquicio para animar también al Celta».

Rafa Benítez, contento por el encuentro, ha explicado que su trabajo incluye estar fuera de casa y que «cuando viajas, echas de menos a tu familia, y te das cuenta lo importante que es. Por eso, este tipo de encuentros te hacen estar un poquito más unido a la gente, y dar valor a esos sentimientos más que simplemente a los resultados». «Ahora tenemos que seguir nosotros nuestro camino y ojalá en el campo podamos refrendar lo que hemos vivido hoy», ha añadido el míster.

Benítez dejó muy buen recuerdo en Italia de sus dos temporadas con el Nápoles. Mientras caminaba por Roma, españoles e italianos le detenían para hacerse fotos. Entre selfie y selfie, preguntado sobre en qué lugar del campo pondría a jugar al Papa Francisco, no lo ha dudado: «En cualquier sitio, lo haría bien en cualquier lado porque es bueno».