El Papa denuncia el «mecanismo perverso» de las redes sociales: «Modifican nuestra percepción de la realidad»

Por eso, también alerta de quienes instrumentalizan los medios como mercenarios para suscitar «prejuicios, rencor, fanatismo y odio» en la sociedad o «utilizan informaciones falsas o deformadas hábilmente para lanzar mensajes destinados a incitar los ánimos, provocar o herir».

Lo escribe en un mensaje publicado con motivo de la fiesta de san Francisco de Sales, patrón de los periodistas, y a pocas horas del Jubileo de la Comunicación, durante el que se reunirá con unos 7.000 profesionales de los medios de todo el mundo. «Es indispensable vuestro valiente compromiso para poner en el centro de la comunicación la responsabilidad personal y colectiva hacia el prójimo», escribe a periodistas y comunicadores.

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El Papa no ahorra adjetivos cuando describe el peor rostro del panorama actual. Según Francisco, «hoy en día, con mucha frecuencia la comunicación no genera esperanza, sino miedo y desesperación, prejuicio y rencor, fanatismo e incluso odio. Muchas veces se simplifica la realidad para suscitar reacciones instintivas; se usa la palabra como un puñal; se utiliza incluso informaciones falsas o deformadas hábilmente para lanzar mensajes destinados a incitar los ánimos, a provocar, a herir».

A eso se añade «otro fenómeno preocupante, que podríamos definir como la «dispersión programada de la atención» a través de los sistemas digitales, que, al perfilarnos según las lógicas del mercado, modifican nuestra percepción de la realidad». Esto provoca «una especie de atomización de los intereses que termina minando las bases de nuestro ser comunidad, la capacidad de trabajar juntos por el bien común, de escucharnos, de comprender las razones del otro».

Le preocupa también que el «paradigma» de convivencia que prevalece en las informaciones («desde los programas de entrevistas hasta las guerras verbales en las redes sociales») sea el de «la competencia, la contraposición, la voluntad de dominio y posesión, de manipulación de la opinión pública». «Parece entonces que identificar un «enemigo» contra el cual lanzarse verbalmente sea ndispensable para autoafirmarse. Y cuando el otro se convierte en «enemigo», cuando su rostro y su dignidad se oscurecen para humillarlo y burlarse de él, también se pierde la posibilidad de generar esperanza», añade.

Francisco dice que sueña con que los contenidos que aparecen en los medios «no susciten reacciones pasionales de aislamiento y de rabia, sino actitudes de apertura y amistad».

No se trata de que los medios escondan las malas noticias sino de que las cuenten «con esperanza», de un modo «atento, tranquilo, reflexivo, capaz de indicar caminos de diálogo», «de generar compromiso, empatía, interés por los demás»; de «sanar las heridas de nuestra humanidad». En definitiva, «una comunicación no hostil»