México teme la llegada de un gran terremoto que devastaría su capital

Cálculos de inteligencia artificial predicen en dos años un fuerte seísmo que afectaría a su megaurbe

México registra un terremoto de magnitud 7,4 en el aniversario de los devastadores sismos de 1985 y 2017

Vista aérea del devastador terremoto de 2017 EFE

Borja Rama

Ciudad de México

Un terremoto de 8.2 sacudió el suroeste de México a principios de septiembre de hace cinco años. Fue el mayor registro en la escala de Richter en los últimos dos siglos. El saldo de muertos fue de 61 personas ... con miles de afectados repartidos entre los estados de Oaxaca, Chiapas y Tabasco. 337 réplicas tuvieron lugar solo hasta la mañana posterior a ese fatídico jueves cuando se dio otra, la de mayor magnitud, de 6.2 de magnitud.

«Queremos reiterar nuestra solidaridad y nuestro más sentido pésame a familiares de las víctimas ante el impacto y los daños que dejó este sismo que hemos resentido», expresó por entonces el presidente Enrique Peña Nieto. Apenas unos días después, el fatídico 19 de septiembre  de 2017 a las 13:14 horas, la tierra volviera a temblar en el conocido terremoto de Puebla en el que fallecieron sepultadas 369 personas; 228 víctimas vivían en Ciudad de México.

Una hora antes los mexicanos habían asistido al simulacro nacional que 'se instauró ese mismo día por el sismo que asoló la Ciudad de México en 1985. Entonces el suelo vibró a 8.1 dejando tal desolación a su paso que los muertos se contaban por miles. Se dijo que pudieron morir entre 10.000 y 20.000 personas, aunque la cifra años más tarde se estimó en 3.192 víctimas mortales.

México se ha acostumbrado a que la tierra tiemble bajo sus pies. El ya instaurado simulacro y las sucesivas desgracias han conseguido una respuesta rápida de reacción entre la población con un despliegue de autoridades junto a fuerzas de Seguridad del Estado que ponen en marcha cinco helicópteros Cóndor del Ejército que sobrevuelan la capital mexicana en busca de derrumbamientos visibles nada más se produzca un movimiento perceptible del suelo tectónico.

El protocolo se volvió a activar este pasado 19 de septiembre, la tercera vez que un terremoto considerable sacudió México de 7.7 de magnitud, otra vez, minutos después del simulacro creando incertidumbre y miles de ataques de pánico ante la posibilidad de otra desgracia. Tres días después, la Costa Pacífica volvía a ser protagonista, concretamente la situada en el estado mexicano de Michoacán, fue donde se originó un epicentro de 6.9 en la escala de Richter que, esta vez a la una de la madrugada con el consiguiente peligro mientras el pueblo mexicano dormía que se vio obligada a desalojar sus hogares de madrugada.

Septiembre de sismos

Por lo que el mes de septiembre se inserta en el imaginario popular como una fecha trágica en la que es inevitable el temblor del suelo telúrico. No obstante, no hay ninguna evidencia científica, nos aseguran los expertos consultados, para predecir un terremoto que las teorías asocian como al chute de una pelota. Un movimiento impredecible con múltiples variables que pueden influir: la precisión del remate, la temperatura o el viento. Tal y como predijo Camilo Camhaji García, matemático de la UNAM, para la revista mejicana Expansión la cantidad prácticamente infinita de variables que intervienen hace que el ser humano sea incapaz de predecir las epidemias, sequías y erupciones volcánicas al 100 %.

Tras el 19 de septiembre, hasta 2.000 réplicas se han producido provocando que la Universidad Nacional Autónoma de México, dependiente del Servicio Sismológico Nacional, haya sucumbido a la manifestación de una petición para elaborar un profundo estudio ante el estupor general por la coincidencia de fechas.

Una predicción, sin embargo, a la que nos acercamos gracias a la Inteligencia Artificial, que considera que un fuerte sismo podría asolar el centro y el sur del país a partir de 2024. Víctor Velasco Herrera, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, presagia que dentro de dos años o durante los próximos cuatro una sacudida fuerte podría afectar a Ciudad de México, una megaurbe poblada con nueve millones de almas a las que se unen otras 17 en el circundante Estado de México.

Los terremotos heterogéneos y abruptos han sido estudiados durante 20 años por el doctor Velasco que interpreta miles de datos respaldado en modelos matemáticos que auguran una prolongación de los temidos terremotos hasta 2028 con temblores superiores a siete.

De obligado cumplimiento requerirá adaptar los edificios afectados para prepararse durante el lapso de tiempo hasta que la desgracia se pueda cernir sobre sus cabezas. Una suerte que deja patente la brecha en uno de los países más desiguales de América donde 58 millones de personas sufren la pobreza.

El algoritmo predictor

Los algoritmos no poseen un poder meridiano de exactitud, pero se vuelven eficaces para no errar el tiro, principio de incertidumbre de Heisenberg, el cual postula la indeterminación en la raíz de toda medición experimental, ya sea a nivel cuántico o macroscópico. La vigilancia de actividad sísmica, cambios en el agua subterránea, la concentración de radón en la atmósfera y el monitoreo de señales sismolectromagnéticas intentan augurar el movimiento de la corteza que altera el ritmo frenético de una capital y un país superpoblado con hasta 130 millones, más otros tantos no censados.

México mantiene una cooperación estrecha con Japón y México. Ambos países se asientan en el denominado 'anillo de fuego' del Océano Pacífico, que comparten similares condiciones geográficas y con la alta probabilidad de padecer un desastre natural, como tsunamis o terremotos. La colaboración se remonta al 1 de septiembre, otra vez al aciago mes, de 1923 en la región de Kanto (Japón) cuando México fue uno de los países que más ayudó al enviar un donativo equivalente a un millón de dólares actuales.

A través del Acuerdo de Cooperación Técnica de 1986, se construyó el Cenapred en México, iniciándose un camino de cooperación técnica y científica con Japón.

Ello ha llevado a la creación del Programa de Investigación en Ciencia y Tecnología para el Desarrollo Sustentable que actualmente desarrolla el proyecto para la evaluación de peligro de grandes terremotos y tsunamis en las costas del pacífico mexicano.

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