Máquinas expendedoras contra 'una epidemia' de fentanilo que está causando 'barrios zombie' y problemas geopolíticos

De ahí su apuesta por este tipo de medidas, sin embargo, este proyecto no está exento de polémica porque supone, a través de estas máquinas, poner a disposición del público de forma gratuita y las 24 horas: aerosoles nasales de naloxona-(llamado el medicamento milagroso)- para combatir las sobredosis, tiras reactivas para detectar drogas como el fentanilo, pruebas rápidas de VIH, condones femeninos y masculinos, pipas de crack y de metanfetamina; así como preservativos, chicles de nicotina, tampones o paquetes de primeros auxilios.

El procedimiento en muchos casos consiste en llamar a un número de teléfono de forma anónima que aparece en una etiqueta adhesiva pegada en la máquina, se informa del número del producto requerido, y luego se recibe un código por el móvil que se teclea en la pantalla.

Es una estrategia de reducción de daños, respaldada por el Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos (SAMHSA). El doctor Ashwin Vasan, Comisario de Salud de Nueva York, declaró ante los medios: «nos encontramos en medio de una crisis de sobredosis en nuestra ciudad, que se está cobrando la vida de un neoyorquino cada tres horas y es una de las principales causas de la disminución en la esperanza de vida». Las autoridades se basan en el éxito cosechado por estas máquinas desde hace 30 años. Dinamarca utilizó las primeras en 1987, seguido por Noruega, y en la actualidad las usan Francia, Alemania, Chipre, Suiza, Luxemburgo o el Reino Unido.

Vasan también apostilló en relación a este tipo de proyectos: «Seguiremos luchando para mantener con vida a nuestros vecinos y seres queridos con atención, compasión y acción».

Para dejar claro que esta situación es una realidad creciente, y no un tema inflado por las redes, la policía de East Liverpool, en Ohio, dio a conocer desde el principio unas fotos que se extendieron como la pólvora en internet y que venía con el texto adjunto «Es hora de que el público que no consume drogas vea lo que ahora enfrentamos a diario». Querían mostrar los rostros detrás de la extensión de lo que llaman una 'epidemia silenciosa'.

Se trataba de un vehículo parado por la policía por su conducción errática. El agente cuando se acercó se encontró un panorama insólito, el conductor apenas estaba consciente. La mujer estaba desplomada en el asiento del copiloto y en la parte trasera del vehículo había un niño de 4 años como testigo de todo esto. Los paramédicos les administraron el medicamento Narcan porque estos padres habían tomado un tranquilizante para elefantes, el carfentanilo.

Diversos estudios han indicado una reducción en el riesgo de criminalidad y de muertes. Michael McRae, subcomisionado ejecutivo interino del departamento de salud de la ciudad de Nueva York, argumentaba la necesidad de este tipo de iniciativas dado que «el racismo estructural en las políticas y la aplicación de la ley sobre drogas se ha relacionado con un menor acceso a los servicios, peores resultados de salud y un mayor riesgo de sobredosis».

Para los expertos es especialmente útil para todos los sectores de la población. Las investigaciones coinciden en que la gratuidad y el anonimato son dos puntos a su favor, y en países como Estados Unidos esta idea de usar las máquinas expendedoras arraigó con más fuerza durante la pandemia del Covid, cuando los accesos eran más limitados y se necesitaba una solución que no supusiera contacto con otras personas.

La Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos ha declarado lo útil que es tener a mano la naloxona, conocida popularmente por el nombre de la marca 'Narcan'. Según el Centro para el control y prevención de enfermedades: «Es un medicamento que salva vidas que, cuando se rocía en la nariz o se inyecta, revierte rápidamente los poderosos efectos de los opioides».

La publicación británica 'The Guardian' decía incluso que «en unos pocos minutos una persona se levanta y se aleja, a veces sin darse cuenta de lo cerca que ha estado de morir. Pero un paramédico o la policía tardan de promedio casi 10 minutos en llegar a alguien que sufre una sobredosis. En las zonas rurales, puede ser mucho más largo». De modo que la afirmación generalizada es que estas máquinas expendedoras están evitando muertes.

Uno de los múltiples impulsores de la iniciativa fue el jefe de policía Kenneth Mattingly de Kentucky. Empezó a investigar sobre este tipo de iniciativas después de que su hija estuviera en dos ocasiones a punto de morir por una sobredosis de heroína. Cuando habló con las personas encargadas de rellenar las máquinas expendedoras en distintos puntos comentó a los medios que le contaron que los usuarios abarcan toda la gama de personas.

Le comentaron que había un abuelo de 75 años cuyo hijo es adicto y vendría de visita el fin de semana. Dijo que quería tener 'Narcan' en su casa en caso de que su nieto sufriera una sobredosis. También apuntaron que hubo algunos trabajadores de la construcción que se encontraron con personas que sufrieron una sobredosis, por lo que vinieron a buscarla. Y hay máquinas que se vacían a las 24 horas lo que es un reflejo de la magnitud del problema.

El Instituto Nacional de Salud estableció que se han quintuplicado los casos de sobredosis, cada cinco minutos, una persona pierde la vida por esta adicción, según la Oficina de la Política Nacional del Control de Drogas. Y el principal culpable de esto no es otro que el fentanilo. «La crisis se produce tras más de dos décadas de prescripción no regulada de fármacos para tratar el dolor intenso», afirma el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS).

El 96% de las muertes fueron causadas por este opioide sintético. Cien veces más potente que la morfina y cincuenta veces más que la heroína. Una de las razones por las que se está extendiendo es lo barato que resulta, ya que hablamos de un precio que ronda entre los tres y cinco dólares.

Un análisis de la DEA informaba que con un kilogramo de fentanilo puro puede venderse por aproximadamente 2 millones de dólares, en contraste con los 80.000 dólares de la heroína. Y el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (DHS) ha advertido que el fentanilo va a superar al terrorismo como la principal amenaza para la seguridad nacional en 2024.

Los barrios marginales de muchas ciudades estadounidenses se han transformado en entornos 'zombie', en los que aumenta de manera preocupante el consumo de esta sustancia.

Una dosis de 2 miligramos puede ser fatal, y a esto se suma que muchos ni siquiera saben que la están consumiendo porque se mezcla con otros narcóticos como la heroína, la cocaína o las metanfetaminas. También puede encontrarse en versiones callejeras de medicamentos para el déficit de atención, como el Adderall, o para la ansiedad, como el Xanax.

Es más, se habla de una nueva droga más poderosa que el fentanilo, la xilacina, conocida popularmente como Tranq o 'droga zombi', un potente sedante para animales que tiene entre sus componentes el fentanilo. La Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA) publicó una alerta al respecto. Y señala que «las personas que se inyectan mezclas de drogas, que contienen xilacina, también pueden desarrollar heridas graves, incluida la necrosis - la putrefacción del tejido humano - que puede conducir finalmente a la amputación«.

Estas potentes drogas se producen en México por los carteles de la droga de Sinaloa y Jalisco usando sustancias químicas venidas de China, según la DEA. Y dado lo fácil que resulta producirlas y transportarlas esta tendencia se extiende cada vez más por rutas globales haciendo que el problema también tome un tono inevitablemente geopolítico. El IISS señala que los enfrentamientos entre grupos del crimen organizado en el estado fronterizo de Sonora, clave para el contrabando de fentanilo se ha recrudecido provocando un aumento de más del 100 % en los homicidios entre 2018 y 2021.

De hecho, Estados Unidos ha acusado a China de haber inundado el país con millones de dosis de fentanilo. El IISS afirma que China no ha hecho ningún esfuerzo por establecer regulaciones significativas desde 2019. Y apunta que «además, la incipiente cooperación entre México y China presenta nuevos desafíos ya que este último no acepta responsabilidad por la producción ilegal de fentanilo que ocurre en el primero».

Por todo esto el Departamento de Justicia estadounidense decidió presentar cargos contra cuatro empresas chinas sospechosas presuntamente de traficar con fentanilo. Al tiempo que la pasividad de China sobre este asunto está levantando suspicacias entre quienes se preguntan si el gigante asiático está usando esta crisis de opioides como un arma de presión política contra EE.UU.

Mientras otros hacen acusaciones directas, es el caso de Jim Rauh, el fundador de la asociación Familias contra el Fentanilo que comentaba a los medios: «Esto es una tercera guerra del opio»- (conflicto desencadenado en el siglo XIX por la introducción de opio en el país asiático por parte de compañías británicas). Y añadía que sin disparar una sola arma se está perdiendo a más gente de la que murió en las guerras en las que ha intervenido EE.UU.

Esta cuestión también tiene de fondo el tema de Taiwán, dado que un oficial chino comentaba al Global Times que «EEUU sueña despierto si espera y exige que China continúe su cooperación en asuntos que preocupan a EEUU mientras infringe los intereses clave de China».

Mientras, la Europol está ojo avizor, manifestando preocupación sobre el «desarrollo de un mercado de fentanilo en la UE» e instando a permanecer alertas mediante una buena pedagogía en torno a esta situación.

Angela Wood, jefe de servicios de Asesoramiento Médico y Familiar, una organización sin fines de lucro de Washington que está a cargo de varias de las máquinas ha declarado a la BBC que «hay tanto consumidores de opioides, que buscan prevenir y tener a mano una dosis de naloxona, como familiares o amigos de los consumidores, que quieren poder cuidar de su ser querido en caso de sobredosis». Consiguiendo con esta solución revertir en el proceso miles de situaciones que podrían haber terminado de una manera fatídica.

Ya se practicó antes el facilitar el acceso a ciertos medicamentos o instrumentos sanitarios, como las jeringuillas descartables, para evitar la trasmisión de enfermedades. Por ello, desde el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades declararon públicamente: «los programas de acceso a jeringuillas son una forma comprobada de reducir las tasas de infección por VIH al limitar la reutilización de agujas contaminadas». Apuntan que esta nueva idea es una ampliación de aquella al tiempo que recalcaron el bajo coste de su mantenimiento.

Daniel Arendt, profesor en la Universidad de Cincinnati, apuntó a los medios medios británicos que las estrategias de reducción de daños pueden parecer contradictorias para la mayoría de las personas, pero sostiene que la evidencia científica muestra que sus resultados concretos desafían la lógica del sentido común. Pero la última palabra la tienen las comunidades donde se instalan y la coyuntura de una realidad en la que urgen encontrar soluciones.