Diez maneras de salvar tus pies en verano
En esta época del año es cuando más sufren nuestros pies, cocidos por la desnudez y las altas temperaturas. Padecen en las piscinas, con tacones y sandalias, pero si sigues unos consejos sencillos y prácticos, no tropezarás y entrarás con buen pie este veran
Altas temperaturas, sudoración y calzado inapropiado. Este cóctel explosivo tiene una víctima clara durante el verano: nuestros pies.
Dicen que los pies de una persona recorren el equivalente a dar tres veces la vuelta al globo durante su vida. Es la parte que más trabaja ... de nuestro cuerpo, la que más presión soporta, pero a la vez, la que menos mimos y cuidados recibe, lamentan los podólogos. Ocurre durante todo el año, pero si esa atención no crece durante el periodo estival, el resultado más probable será la aparición de dolencias, de las que la infección por hongos es la enfermedad más frecuente del verano.
A continuación te proponemos un decálogo de consejos sencillos y prácticos para que no entres con mal pie en este verano.
1. Cuidado en los centros públicos. Las visitas en esta época del año a centros termales, piscinas, duchas públicas y vestuarios de gimnasios son el caldo de cultivo idóneo para gérmenes y bacterias. Los podólogos recomiendan no olvidar las chanclas y calzado cómodo y fresco para frecuentar estos lugares, pero añaden a la lista sitios cálidos y húmedos como las moquetas de los hoteles, el intercambio de toallas, calzado o calcetines como focos de contagio. También aconsejan extremar las condiciones de limpieza cuando se sale de estos sitios, secando bien el pie, sobre todo en la zona entre los dedos, la planta y las uñas.
Lo que pocos saben es que estas infecciones que se contraen en piscinas y balnearios no tienen por qué aparecer de inmediato, sino que a veces, se manifiestan al cabo de unos meses en forma de verrugas en la planta del pie y papilomas y, entonces, no encontramos explicaciones aparentes a su aparición.
2. Productos frente a las infecciones. Si no ponemos remedio y la infección hace acto de presencia, sus síntomas más habituales serán la piel reseca, quebradiza y escamosa en el área afectada. Se sucederán fatalmente la picazón y el ardor, incluso las llagas o ampollas y el engrosamiento y decoloración de las uñas, en los casos más graves. Además de la visita al especialista, hay que utilizar pomadas y geles adecuados. La ampolla se puede pinchar, pero nunca arrancar la piel, y hay que desinfectarla varias veces al día.
3. A la hora de entrar a una zapatería. Oprimidos y encerrados en el invierno, de repente los pies salen a la libertad, poco o mal protegidos en la mayoría de los casos. Algunas de las recomendaciones de los podólogos en este aspecto es que el mejro calzado, sobre todo en el caso de la mujer, es el que sujeta bien el pie, a través de una tira que pase por el talón si es posible, para evitar la tendinitis del pulgar del pie. No son del todo recomendables las sandalias de mujer que separan, por tanto, el dedo gordo del resto del pie, a través de una exigua tira, que en muchas ocasiones es demasiado rígida. Las hendiduras y rozaduras ocasionadas por este tipo de chancla están a la orden del día durante el verano y en las consultas de los expertos.
Seducidos por las modas, las anteponemos a la salud de nuestros pies, que acusan si el tacón es superior a los cinco centímetros en el caso de la mujer y de cuatro centímetros en calzados de hombre. Gana puntos en salud si ese apoyo con el suelo es ancho, porque combate el dolor al cabo de las horas. Los «médicos del pie» advierten que el tacón acorta el músculo del gemelo y llega a provocar una adicción tal que una persona acaba abusando de los tacones y es cuando se los quita y se pone un zapato plano cuando sufre el músculo de la pierna.
Mejor la tarde que la mañana
Los pies también se diltan durante el verano, así que para adquirir un nuevo calzado se debe entrar a los comercios a últimas horas del día, durante la tarde, cuando el pie ya está inflamado. De esta forma, no se caerá el zapato comprado la mañana siguiente. En este punto, los podólogos también luchan contra las modas aconsejando el zapato con una suela adecuada, de piel o cuero, mejor siempre que de materiales acrílicos, plásticos o sinténticos. Así es el calzado idóneo del verano.
Muchas zapatillas deportivas no favorecen la transpiración del pie, por lo que se debe limitar su uso a los momentos de ejercicio físico, pero nunca con calcetín o media de nylon, siempre de algodón.
4. Sanea tus viejos zapatos. Si no nos llega el presupuesto para renovar nuestro calzado, hay un truco para sanear esos zapatos desgastados del verano pasado: "Si es de piel, se le da una capita de crema por dentro para que los forros que se han quedado duros y secos no agredan al pie", explica el doctor gallego Óliver Regueiro. Este especialista recomienda hidratar el calzado por dentro, además de usarlo antes en casa.
5 y 6. Higiene e hidratación básicas. Sólo hay dos formas cotidianas de poner un escudo frente a las rozaduras, callosidades y durezas que proliferan en época estival. La primera es mantener la higiene del pie. Como haces con tus axilas, aunque es mucho menos conocido, existen para ello polvos o desodorantes pédicos, lociones refrescantes con bálsamos y activadores de la circulación sanguínea.
Si prefieres algo más barato, basta con frotar dos veces al día la planta del pie con bicarbonato, que es el equivalente a los tradicionales baños en un barreño (ahora los hay eléctricos) que utilizaban nuestros abuelos. Al agua se añade sal gruesa, hielo o vinagre. Si optas por esta fórmula, tiene que sumergir los pies diez minutos como máximo, porque si no se reblandece la piel y se convierte de nuevo en vulnerable.
Lavar los pies dos veces al día es crucial en verano. Nos jugamos su salud, aseveran los podólogos. Después de lavarlo, hay que secarlos muy bien, como ya hemos dicho, porque la humedad es su peor enemigo. También debes masajearlos levemente.
7. Aprovisiónate del botiquín imprescindible. Hay varios elementos fundamentales que no pueden faltar en el botiquín para nuestros pies. Hay que lavarlos con jabón neutro, secarlos con una toalla de algodón, tijeras de punta redondeada para recortar bien las uñas y que ninguna cutícula pueda insertarse en la piel con el roce de la sandalia, meter las chanclas en nuestra bolsa de la piscina o el gimnasio y crema hidratante para después del lavado. Si se va a tomar el sol, los pies son la zona de nuestro cuerpo con mayor propensión a sufrir quemaduras solares, por lo que hay que agregar a este botiquín la crema solar.
Si pese a todos los cuidados, aparecen las heridas por el estreno de calzado veraniego, hay que echar mano de las tiritas o algún apósito especial en las zonas de máximo roce, ya que si no pueden agravar el problema a largo plazo.
8. Sudoración, menos es más. Hay que hacer todo lo posible por mantener los pies secos, pero, inevitablemente, el sudor aparece en la estación veraniega. Se logra bien con jabón antibacterial y desodorante, o bien con friegas de vinagre blanco o alcohol. También el talco para bebés mantiene secas las zonas de gran transpiración.
9. Combate el mal olor. Con el sudor suele hacer acto de presencia el mal olor. Los especialistas ilustran el combate contra el hedor con una regla de tres fácilmente memorizable: existe una relación directa entre lo que se come y el estrés que suframos con la sudoración y el mal olor que emitamos. Por ello, una dieta blanda que carezca de grasas y carne roja, así como la tranquilidad y el relax pueden mitigar la pestilencia.
10. Vacaciones a pie de mar. Las caminatas en la arena de la playa y los baños de agua salada son muy recomendables para conservar la salud maltratada de nuestros pies, así que las vacaciones a pie de mar constituyen una de las recetas prescritas por los podólogos.
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