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El joven que fue engullido por la ballena: «Cerré los ojos para prepararme para el impacto, pero fue suave»

Adrián Simancas fue tragado por una ballena jorobada mientras hacía kayak frente a las costas de Chile, aunque salió ileso del incidente

Una ballena jorobada engulle a un joven mientras navegaba en kayak junto a su padre: «Pensé que me había tragado»

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Después de dos horas de tranquilo Kayak frente a las costas de la Patagonia chilena, en el mar del Estrecho de Magallanes, Adrián Simancas se vio sorprendido por un encuentro que no esperaba: una enorme ballena jorobada emergió a su lado y lo arrastró hacia abajo. «Vi colores azul oscuro y blanco antes de sentir una textura viscosa rozando mi rostro», explicó el joven de 24 años a 'The Guardian'. «Cerré los ojos para prepararme para el impacto, pero fue suave, como si me hubiera golpeado una ola».

Contuvo la respiración: «Cuando su boca se cerró a mi alrededor y me arrastró hacia abajo, me sentí como si estuviera en un remolino, tumbado y dando vueltas», prosigue. «Si me hubiera comido, habría muerto. No había nada que pudiera hacer al respecto». La experiencia, que se ha vuelto viral gracias al vídeo que le grabó su padre, apenas duró unos segundos: el chaleco salvavidas lo sacó de nuevo a la superficie. Adrián estaba ileso, aunque conmocionado.

Sin embargo, los expertos aclaran que en ningún momento el joven tuvo riesgo de morir por haber sido tragado. «Las ballenas jorobadas tienen un esófago pequeño y se alimentan de presas pequeñas (peces pequeños, krill), por lo que no podrían 'devorar' o 'tragarse' a un humano», explica al medio María José Pérez Álvarez, bióloga marina de la Universidad de Chile y del Instituto Base Milenio. Agregó que las ballenas jorobadas no tienen dientes, sino placas similares a cepillos que utilizan para atrapar y filtrar a sus presas. «Tampoco podría haberlo mordido», afirmó.

Sin embargo, su enorme peso cercano a las 40 toneladas, sí que podría haberle provocado lesiones fatales, por lo que Pérez Álvarez advierte que hay que evitar a toda costa la interacción entre humanos y ballenas: «Una ballena jorobada mide unos 18 metros de largo. Le podría haber dado un golpe fuerte con alguna parte del cuerpo, aunque fuera sin querer, y la persona podría haber resultado herida».

Simancas, que lleva practicando kayak un año, dice que la experiencia le ha dejado un respeto más profundo por la naturaleza y que en el futuro tomará precauciones de seguridad aún mayores. «Me sentí bendecido por una segunda oportunidad de revisar los errores que me llevaron a estar allí, no solo en la expedición, sino en la vida misma», dice, aunque asegura que dejará este deporte «hasta el año que viene».

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