Jacques Mourad: «La Iglesia está muriendo en Siria, cada vez nos parecemos más a Afganistán»
Secuestrado por el Isis en 2015, el obispo de Homs relata la desastrosa realidad polítca y económica del país
Una luz que no se apaga
Una familia siria refugiada en Líbano se prepara para volver a su país
El obispo Jacques Mourad es un símbolo entre los cristianos de Oriente Medio. En 2015 unos milicianos del Isis lo capturaron cerca de Palmira, en Siria, y fue torturado durante cuatro meses y medio intentando que abandonara su fe. Al final, escapó de ... sus manos gracias a unos musulmanes que lo ayudaron a atravesar el desierto en motocicleta. Años más tarde, en 2023, se convirtió en obispo de Homs, la tercera ciudad del país. «La Iglesia está muriendo en Siria», avisa desde Roma. «Cada vez nos parecemos más a Afganistán», añade con preocupación.
Mourad ha presentado este martes el Informe sobre Libertad Religiosa 2025 de ACN- Ayuda a la Iglesia Necesitada. El obispo y monje de 57 años aparenta al menos 20 más. Sin embargo, habla con voz fuerte y mira con ojos encendidos. Comienza un discurso en francés pero luego salta al italiano para que se le entienda mejor en la Ciudad Eterna. Cuando habla del pasado, evita mencionar el tiempo que pasó bajo el poder del Estado Islámico y las amenazas que recibió para abandonar su fe, y prefiere recordar la comunidad monástica que comenzó en Palmira en el año 2015 con la que cultivaba la amistad con musulmanes. Cuando habla del futuro, la perspectiva es bastante negativa.
Se calcula que un 2,3% de los sirios son cristianos, pero «nos sentimos extranjeros en nuestra propia tierra» y muchos se están marchando. «La emigración de cristianos es un peligro real para Siria. La Iglesia está muriendo. Los intentos de la Iglesia universal y local para limitar el flujo migratorio no han producido frutos positivos porque los problemas no están ligados a la Iglesia sino a la desastrosa realidad política y económica del país. Falta un modelo político de gobierno definido y un sistema de seguridad. Es fundamental superar el miedo que reina en la sociedad, restaurar la justicia y reconocer la independencia de los jueces», explica.
«El problema en Siria es muy delicado: No vemos ningún futuro. La gente tiene esperanza solo por motivos religiosos, los cristianos y los musulmanes. No hay confianza en la comunidad internacional, ni en el gobierno local. Nos fiamos sólo de Dios. Por eso la gente va en busca de un lugar donde encontrar seguridad y paz, y los cristianos se marchan del país. Oriente Medio se queda sin cristianos. Se va a quedar sin cristianos el lugar donde nació el Cristianismo, la Iglesia va a perder esa raíz. Eso es peligroso».
Iglesia al límite en Siria
«Es importante sostener la libertad religiosa, pues cada vez nos parecemos más a Afganistán; no hay esa violencia, pero tampoco estamos lejos. Hay muchos tipos de presión que se practican en nuestro país. No piensen que en Siria estamos caminando hacia la libertad, ni libertad religiosa ni ninguna otra libertad», avisa. «La comunidad internacional debe tomar una posición clara sobre Siria, no podemos admitir que mantenga la posición que ha tomado sobre Gaza». Alerta de soluciones forzadas como «modificar geográficamente el mapa político de la región y retirarnos el Golán, de donde procede el agua que Damasco necesita».
El obispo Jaques Mourad, en el centro, en una celebración de la eucaristía en Roma
Asegura que la Iglesia católica en Siria «intenta tener un papel en la sociedad». «En Alepo se ha organizado un fórum para formar a personas para que cuando sea posible tener un papel político, puedan contribuir a asegurar el paso de un régimen autoritario a uno democrático». «Gracias a Dios, la Iglesia nos recuerda la dignidad del hombre como valor supremo». Espera que no se apague esa llama.
En Roma, Mourad ha recibido un premio de la Fundación vaticana Juan Pablo II por su «testimonio de fe y amor cristianos, y su compromiso incansable con el diálogo interreligioso y la construcción de la paz». Esta semana regresa a Homs para continuar esa tarea. «Esperamos que alzar la voz en este momento haga bien a nuestro país», musita.