Inteligencia artificial para 'hablar' con animales: «Tecnológicamente ya podemos»
Los proyectos para descifrar el lenguaje de cachalotes, cerdos o cuervos despegan impulsados por la inteligencia artificial. Desde comprender el 'balleno' hasta traducir a su gato son hoy posibilidades dignas de estudio científico
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Madrid
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Iniciar sesiónTom Mustill se obsesionó con las ballenas a partir de que una casi le matara. Un día, sin previo aviso, treinta toneladas se abalanzaron sobre su kayak, igual que un alud. El biólogo y cineasta hubiera querido saber por qué aquella ballena jorobada ... saltó ahí, sobre su mujer y él mismo, arrollándoles. Pero nunca podría preguntárselo. ¿O quizá sí?
El encuentro con aquel cetáceo fue para Mustill el inicio de un camino que ahora plasma en el libro 'Cómo hablar balleno' (Ed. Taurus). Le ha hecho descubrir el salto científico que ha habido en los últimos años para descifrar el lenguaje animal. Es mucho más fácil grabar bajo el agua, hacer seguimientos de 24 horas y captar mensajes imperceptibles para los sentidos humanos como son las señales químicas con las que se comunican algunas especies. Si a eso se suma la inteligencia artificial (IA), con la introducción de los sistemas de aprendizaje automáticos, el tratamiento de los datos es capaz de revelar patrones de comunicación ocultos. El hombre siempre ha querido entender el lenguaje animal, y hoy todo va más deprisa que nunca.
«Uno de los equipos pioneros, el proyecto CETI en Dominica, espera saber si pueden descifrar las comunicaciones de los cachalotes en los próximos 5 años», explica Mustill a ABC por correo. El equipo multidisciplinar que forma la Iniciativa de Traducción de Cetáceos está logrando avances impensables hace unas décadas. Ellos eligieron estudiar cachalotes al tener el cerebro más grande de todos los animales, estructuras sociales y comunicarse por secuencias de clics similares al código morse, llamadas 'codas'. Mustill relata cómo los investigadores del CETI han descubierto que las ballenas parecen hablar por turnos y se escuchan antes de responder. Cazan en silencio, pero hablan después. Han descifrado su primera «palabra» en cachalote, una señal para iniciar una inmersión. E, incluso, han dado con el 'alfabeto fonético' de las ballenas, a partir del cual componen sus propias unidades con significado, como palabras o frases.
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«Creo que si no funciona, será tan interesante como si lo hiciera, porque estas son las primeras exploraciones profundas de otros lenguajes no humanos», dice Mustill. «Dicho esto, creo que la capacidad de registrar y encontrar patrones en los animales más cercanos a nosotros (gatos y perros) usando dispositivos de grabación científicos simples pero poderosos (teléfonos móviles) significará que muy pronto habrá grandes avances en la decodificación de lo que nos están comunicando, en el próximo año más o menos». Otra historia será que lo que averiguemos cumpla nuestras expectativas. «Es poco probable que tengan lenguajes muy similares a nuestros lenguajes humanos, pero la evidencia muestra que tienen sistemas de comunicación complejos».
Cuervos, cerdos o delfines
En realidad, hay muchos más programas de estudio en marcha al margen de las ballenas. Los investigadores han entrenado modelos de IA para clasificar los sonidos de cuervos hawaianos, delfines, elefantes, perros y muchas otras criaturas. La mayoría de los científicos sueña con un mundo que desarrolle una mayor empatía hacia los animales y puedan protegerlos de forma más efectiva.
«Los delfines dedican el 70% de su tiempo a vocalizar su propio 'llamado característico'. Su nombre. ¡Qué interesante sería si anduvieras todo el tiempo por ahí gritando 'Isabel'!»,
Jeppe Have Rasmussen
Investigador
Jeppe Have Rasmussen, del grupo de Ecología del Comportamiento de la Universidad de Copenhague, forma parte del equipo de SoundWel, un proyecto para averiguar qué emociones hay detrás de las vocalizaciones de los cerdos. La idea es desarrollar una herramienta que pueda usarse en las granjas para ver si los animales están «felices o estresados» por lo que 'dicen', explica Rasmussen a ABC. También trabaja en la foca monje hawaiana, una especie en peligro de extinción. «Al poder detectar dónde están a través de sus llamadas submarinas, podemos protegerlas», asegura.
Lo que tienen en común estos proyectos es que están utilizando modelos de aprendizaje profundo, la inteligencia artificial. «Es un gran avance en dos aspectos: primero, es mucho más rápido realizar análisis de las grabaciones. Esto se puede usar como lo hacen en California, para detectar ballenas barbadas en las rutas marítimas. Los barcos pueden obtener actualizaciones en tiempo real y podemos ayudar a evitar colisiones entre los barcos y las ballenas», cuenta Rasmussen. «En segundo lugar, el aprendizaje profundo puede detectar matices que nosotros mismos no hemos visto, ampliando así la cantidad de información que recibimos».
Comunicación química o eléctrica
Para Gonzalo M. Rodríguez, autor de 'Cómo se comunican los animales' (CSIC-Catarata) y experto en ecología del comportamiento, la inteligencia artificial ha permitido analizar todo más rápido, es estadística moderna. «Busca patrones que de otra manera tendríamos que hacer de forma más lenta y reconoce cosas que no veíamos. Eso nos acerca a entender, pero no tanto a comunicarnos con ellos».
Porque hasta la irrupción de la inteligencia artificial todas las grabaciones se analizaban a mano, segmento a segmento, requiriendo jornadas interminables de escrutinio de espectrogramas. Con la IA esto se ha acabado, pero no desentraña el gran misterio del lenguaje animal: ¿hay voluntad o su comunicación es una respuesta automática a un estímulo?
«Estamos en un momento muy interesante», dice Antoni Hernández, especialista en lingüística cuantitativa de la Universidad Politécnica de Cataluña. Ha cambiado la forma de tratar los datos, pero aún se necesita mucho trabajo de campo para alimentar los algoritmos. Por ahora, se estudia desde el prisma de si los patrones humanos están presentes en otras especies. «Lo que seguimos haciendo es pasar por el cedazo de nuestra experiencia comunicativa la exploración de otros sistemas de comunicación. Esto tiene ventajas e inconvenientes», explica.
Es decir, buscamos patrones auditivos, pero los animales a menudo no dependen tanto de la comunicación verbal como nosotros. Utilizan el 'intercambio multimodal' de información: visual, táctil, químico y eléctrico. Se usa en conjunto y va más allá de las capacidades perceptivas de los humanos. Como el olor de la hierba al ser cortada: es una señal química de auxilio, aunque nos resulte agradable. «Aquí la IA probablemente tiene mucho que decir», dice Hernández. Es el campo donde el ser humano es más ignorante. Pero aún se necesitan muchos datos. Y deben abarcar todos estos canales y, también, el contexto.
«Es posible que pronto podamos extraer prácticamente toda la información de determinadas especies, pero la información contenida en las vocalizaciones suele ser sólo una pequeña parte», coincide Rasmussen. Y traducir solo estos sonidos puede llevar a alguna decepción. El experto pone un ejemplo: a pesar de la famosa inteligencia de los delfines, estos dedican el 70% de su tiempo a vocalizar su propio 'llamado característico'. Su nombre. «¡Qué interesante sería si anduvieras todo el tiempo por ahí gritando 'Isabel'!», bromea.
Pero lo cierto es que ya estamos hablando con los animales. Aunque no sepamos de qué.
Efectos perversos
El 19 de agosto de 2021, en la bahía Frederick Sound, en el sudeste de Alaska, el buque de investigación Glacier Seal se dispuso a marcar un hito. A bordo, los cuatro tripulantes aguardaban expectantes con los motores apagados, la respiración contenida y un altavoz desplegado. Emitieron una llamada de 'contacto'para ballenas jorobadas y acudió Twain, una hembra de 38 años. «Rodeó el barco del equipo, mientras respondía en un estilo conversacional a la 'señal de saludo'», anunciaron hace unos meses. El intercambio duró 20 minutos, Twain respondió hasta 36 veces. «Creemos que este es el primer intercambio comunicativo entre humanos y ballenas en el 'lenguaje jorobado'», dijo la autora principal Brenda McCowan.
«Tecnológicamente ya podemos falsificar las comunicaciones de las ballenas y reproducirlas, pero aún no sabemos qué estamos diciendo»
Tom Mustill
Biólogo y escritor
«Tecnológicamente ya podemos falsificar las comunicaciones de las ballenas y reproducirlas, pero aún no sabemos qué estamos diciendo», dice Mustill. «Por eso me preocupa que tengamos que escuchar mucho antes de decidir si comunicarnos y cómo hacerlo. No queremos contaminar accidentalmente la cultura de las ballenas, o molestarlas».
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La preocupación por una posible mala utilización de la tecnología aplicada al lenguaje animal es creciente. Hasta cierto punto, la comunicación con otras especies siempre ha existido, y el hombre la ha utilizado a su favor. Hernández pone el ejemplo de los reclamos de codorniz en la caza. Se grababa a las aves y luego se reproducía para que acudieran.
«Los usos chungos de la IA no los va a publicar ningún investigador. Eso no sale en los 'papers'».
Antoni Hernández
Especialista en lingüística cuantitativa
«Pero imagina que podemos diseñar nuestros propios cantos», dice Rodríguez. Cambiaría «la magnitud y la precisión» de lo hecho hasta ahora. Podría diseñarse, imagina, una señal que atrajera a los mosquitos transmisores del dengue para erradicar enfermedades, por ejemplo. Pero también podría haber usos perversos: «Puedo generar una señal que vuelva agresivo a mi perro», apunta Antoni Hernández. «Los usos chungos no los va a publicar ningún investigador. Eso no sale en los 'papers'».
Para Mustill no es ninguna tontería. «Escribí 'Cómo hablar balleno' para que la gente se tomara en serio la idea de que podríamos comprender e interactuar con otras especies utilizando la IA. Esta tecnología ha llegado y debemos tener discusiones y reglas sobre cómo usarla», dice. Porque una vez se complete el rompecabezas, el mundo será otro.
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