exilio lingüístico
La lucha de Salvador: «Mi hija se va a EE.UU. a estudiar porque en Mallorca todo es en catalán»
El primer padre que ha denunciado ante la Justicia al Govern balear por el 25% protesta porque «la inmersión lingüística es asfixiante»
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Iniciar sesiónCuando a finales de 2021 Salvador Iglesias presentó, asesorado por Hablamos Español, su demanda judicial para conseguir más castellano en las aulas de Baleares, sabía que la solución llegaría tarde para su hija. Por eso ahora sigue adelante con la batalla judicial, aunque ella ... haya tenido que hacer las maletas y marchase a estudiar al extranjero, donde vive la madre. La solución tampoco pasa (de momento) por el juzgado, sino por el aeropuerto. Otro alumno más se suma a la lista del exilio lingüístico.
Después de estudiar tres cursos en Mallorca, la joven de 15 años se vuelve a Estados Unidos porque la inmersión lingüística es «asfixiante». La niña lloraba, sus calificaciones habían bajado por no entender bien la lengua autóctona y temía no entrar en la universidad que quería. «Se marcha porque aquí es imposible. Al menos, ahora tiene más horas de español que en España y lo puede usar con naturalidad», resume con crudeza Salvador Iglesias, el primer padre de Baleares que interpuso una demanda contra el Govern de la socialista Francina Armengol para que se aplique la sentencia del 25% de horas lectivas en castellano en el instituto de su hija.
Hace cuatro años que la niña llegó de Estados Unidos a Mallorca para estudiar la ESO en el instituto público Sant Marçal de Marratxí. Hablaba castellano e inglés perfectamente pero en catalán iba perdida. Su padre pidió la exención de lengua catalana, una adaptación curricular que la Conselleria de Educación ofrece a los alumnos recién llegados de la península o del extranjero para adaptarse al nuevo idioma. Sin embargo, este recurso resultó ser una «tomadura de pelo», ya que la alumna perdía horas de clase porque la sacaban del aula para darle refuerzo de catalán y, aunque no le evaluaban en la asignatura de Lengua Catalana, el resto de las materias se impartían en esta lengua, que la niña no entendía.
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«Hasta las traducciones del inglés tenía que hacerlas al catalán, y con las matemáticas perdía más tiempo traduciendo el problema que resolviéndolo», recuerda Salvador, que en diciembre de 2021 denunció su caso en ABC y relató que los profesores le decían a la niña que le pondrían mejor nota si respondía en catalán y que si no le gustaba la inmersión en catalán, regresara a su país.
La única vía de escape
Y al final, se volvió por donde vino. Huir es ahora mismo la única vía de escape para las familias que piden enseñanza en castellano. En Baleares, como en otras comunidades bilingües, se impone la lengua cooficial y no se garantiza la libre elección de lengua. La Conselleria de Educación no hace caso a las reclamaciones de los padres castellanohablantes, y la justicia es lenta. La desesperanza llegó cuando el conseller Martí March, cargo electo del PSOE, afirmó a principio de curso que si la justicia le obliga a dar una asignatura en castellano dará «una respuesta política», dejando entrever que no acatará una futura sentencia a favor del 25%.
«Esto se llama dictadura en el mundo occidental: cuando no hay división de poderes y el poder judicial no funciona porque no se cumplen las sentencias. En una democracia debe haber estado de derecho pero aquí vemos que las sentencias se acatan cuando les viene bien», lamenta este padre, que también se planteó irse de Mallorca aunque su situación laboral no se lo permite.
Iglesias tiene tres carreras y tres másteres pero se siente discriminado «desde que puso los pies» en las Islas Baleares. «Por no tener el título de catalán mi carrera profesional se ha visto muy mermada. Si no tienes el catalán no promocionas y eso es una discriminación lingüística», critica sobre el requisito que Francina Armengol recuperó en 2015 –con el PP era un mérito- para trabajar en la administración pública balear. «Nos queda el exilio y los que no se exilian es porque aquí tienen el pan y antes de la ideología tienen que comer. Si esto fuera Teruel aquí no quedaría nadie«, prosigue con humor.
Bajada de notas
En el caso de su hija, la decisión ya se barruntaba desde hacía tiempo porque las notas habían bajado sustancialmente ante las dificultades con el idioma y temía no poder entrar en la universidad que quería. Le agobiaba también que este curso dejaba de tener la exención del catalán. «Por eso se ha tenido que ir. La dificultad que tenía aquí, allí no la tiene porque estudia en un idioma que maneja, el inglés. Allí incluso tiene más castellano».
Desde el 15 de agosto la hija de Salvador estudia en Chicago y la diferencia es notable. «Está muy contenta y saca muy buenas notas. Ha notado mucha diferencia en la atención que se le da: aquí era catalán, catalán e inmersión lingüística hasta que te ahogas. Allí le han puesto una clase de refuerzo para que vaya readquiriendo el inglés; la niña va con alegría, sin presiones. Dice que no volvería ni loca ni quiero que venga», explica con vehemencia.
Mientras tanto, su demanda sigue en los tribunales, consciente de que cuando llegue «será tarde» para su hija. «Eso ya lo sabía desde el principio, di la cara en esta lucha para crear un movimiento y para que la gente vea que hay otras personas que opinan igual y que pueden acudir a asociaciones como Hablamos Español para recibir asesoramiento», reconoce.
Confía en que la justicia le dé la razón pero «la pregunta es si habrá voluntad de ejecutarla», cuestiona sobre la posible insumisión del Gobierno autonómico balear formado por PSOE, Podemos y los nacionalistas de Més. A ocho meses de las elecciones, intensifican su política lingüística y la extienden a la sanidad, la justicia y la universidad. «Pero cuando tú aprietas demasiado en catalán, acabas generando una aversión al uso social de esta lengua», sentencia.
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