Los esfuerzos para reducir la contaminación de mercurio no logran mejorar los niveles en los atunes
Un estudio con datos de los últimos 50 años concluye que se necesitan políticas más drásticas para ver mejoras a medio plazo
¿Cómo llega al océano el mercurio que contamina los peces?

En los últimos 50 años, la concentración de mercurio en los atunes casi no ha variado a pesar de los esfuerzos internacionales por reducir los niveles de contaminación. En el océano, dar marcha atrás no es fácil. Un nuevo estudio publicado este miércoles concluye que incluso las políticas más restrictivas tardarían entre 10 y 25 años en influir en las concentraciones de mercurio oceánico. Y a ello habría que sumarle décadas más para que la caída se refleje en los atunes.
El mercurio se encuentra en el medio de forma natural. Se libera a través de la erosión de las rocas y de las erupciones volcánicas. Pero dos terceras partes del mercurio que se emite al medio ambiente tiene origen en las actividades humanas. La quema de carbón y petróleo, la incineración de residuos, la producción de sustancias químicas, y la extracción de oro y otros metales están detrás. Se estima que la mayoría de las emisiones antropogénicas de mercurio se han producido en los últimos cinco siglos.
Pero presenta una amenaza potencial para la salud de las personas, ya que acaba incorporado a la alimentación. Las concentraciones más altas se encuentran en especies como el tiburón, el pez espada y el atún. Y, según la Organización Mundial de la Salud, en altas dosis es tóxico para el sistema nervioso central y especialmente para el cerebro en desarrollo del feto y en la primera infancia. Puede provocar problemas conductuales leves, trastornos del lenguaje, pérdidas de memoria, visión y auditivas, dificultades de aprendizaje y retrasos del desarrollo.
Las políticas de protección ambiental han ayudado a reducir en las últimas décadas la contaminación atmosférica, que acaba trasladándose al océano. El Convenio de Minamata sobre Mercurio en el seno de la ONU en 2013 supuso el punto culminante a nivel internacional. Pero según el estudio publicado ahora en 'Environmental Science & Technology Letters', la concentración de mercurio en el atún se ha mantenido estable entre 1971 y 2022, excepto por un aumento en el noroeste del Océano Pacífico a finales de la década de 1990 vinculado a un aumento de la liberación de esta sustancia desde el continente asiático.
Inercia
En concreto, los investigadores analizaron tres especies de atún tropical: el de aleta amarilla, el patudo y el listado. Estas tres especies representan el 94% de las capturas mundiales de atún. Entre sus datos y los previos, analizaron 3.000 muestras de músculos de atún capturados en los océanos Pacífico, Atlántico e Índico entre 1971 y 2022.
«Los modelos sugieren que esta respuesta limitada observada en los atunes probablemente refleja la inercia del mercurio de la superficie del océano con respecto a la disminución de las emisiones, ya que es suministrado por el mercurio 'heredado' que se acumuló en el océano subterráneo durante siglos«, dicen los autores en el estudio.
Los autores calculan que, si se aplicara el escenario más optimista de reducción de emisiones, en el que el mercurio disminuyera de forma inmediata, la concentración en la superficie (los 50 primeros metros) y el fondo (entre 50 y 1500 metros de profundidad) tardarían 10 y 25 años, respectivamente, en comenzar a disminuir. Pero este escenario no es el más probable y, al tener en cuenta las políticas climáticas proyectadas por los países, los autores estiman que lo más probable es que las disminuciones en la presencia del mercurio se retrasen a 25 años en el caso de la superficie del océano, y de 45 años en el caso de la subsuperficie.
«Solo el escenario de política de reducción máxima factible conduciría a una disminución detectable en los niveles de mercurio del atún en la superficie del océano y lograría el objetivo del Convenio de Minamata en un futuro próximo«, concluyen.
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