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Condenan al islamólogo Tariq Ramadan a tres años de cárcel por violar a una mujer en Suiza

La denunciante aseguró a los jueces que la sometió a unos actos sexuales brutales acompañados de golpes e insultos

El descenso a los infiernos de Tariq Ramadan, de teólogo estrella del islam a detenido por violación

El islamólogo Tariq Ramadan en una imagen de archivo afp
Juan Pedro Quiñonero

Juan Pedro Quiñonero

Corresponsal en París

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El Tribunal de Ginebra ha condenado al predicador e islamólogo Tariq Ramadan (Ginebra,1962) a un año de prisión firme y dos años con remisión de pena por el delito de violación, agresiones físicas y «coacciones sexuales» a una mujer seducida y abandonada con insultos la noche del 28 al 29 de octubre del 2008.

Es la última sentencia de un largo rosario de procesos de la misma naturaleza. Ramadan es el nieto de Hassan el-Banna, uno de los patriarcas del islamismo contemporáneo, fundador de la organización de los Hermanos Musulmanes, considerada en Egipto como la matriz del terrorismo islámico. Su padre, Saïd Ramadan, fue el fundador de la rama palestina de los Hermanos Musulmanes, con vocación terrorista nunca desmentida.

Huyendo de la justicia y la policía egipcia, Saïd Ramadan y su esposa, Wafa el-Banna, se refugiaron en Suiza, donde nación Tariq, que tiene cinco hermanos, muy marcados, todos, por una educación religiosa estricta. Ramadan estudió en Ginebra y París y llegó a ser profesor en Oxford, de dónde fue expulsado cuando comenzaron a estallar sus primeros escándalo sexuales, durante los años 90 del siglo pasado.

Elegante, seductor, autor de una veintena de libros propios, colaborador en una treintena de obras colectivas, Ramadan se hizo famoso como divulgador de un islam compatible con la democracia. Lentamente, los mejores orientalistas y numerosos estudiosos comenzaron a descubrir un inquietante doble lenguaje. Ramadan podía predicar una religión liberal, en público, defendiendo con sabiduría retórica en privado, un islam al servicio de los predicadores más inteligentes

Un seductor compulsivo

Casado en Suiza, y padre de tres hijos, esas ideas religiosas a geometría variable, no le impidieron comportarse como un seductor compulsivo, convencido de su belleza y muy versado en el arte de la seducción. Sin olvidar sus talentos de hombre de negocios afortunada, con pisos y propiedades en Qatar, Londres, París y Suiza, viviendo en «peregrinación» permanente, al servicio de sus ideas y pasiones lúbricas.

Una docena de mujeres, jóvenes y menos jóvenes han perseguido o intentado perseguir judicialmente a Ramadan. Con poco éxito. En la mayoría de los casos, el avispado predicador reconocía y se «arrepentía» de las relaciones extra conyugales, pero negaba las violencias sexuales y violación, consumadas en hoteles de paso franceses y suizos.

El 2017, dos mujeres franceses presentaron dos querellas denunciando ante el Tribunal de París violaciones, agresiones sexuales, violencias sadomasoquistas, acosos, intimidación… comenzaba un laberinto de procesos, inconclusos la mayoría de ellos. Un año más tarde, sin embargo, el predicador con fantasmas sexuales muy diversos, fue inculpado por delitos sexuales, por vez primera, y encarcelado en la prisión de Fleyry-Mérogis, donde, en otro tiempo, estuvieron encarcelados miembros y dirigentes de la banda terrorista ETA.

Puesto en libertad bajo control policial

Entre 2017 y 2019, nuevas mujeres continuaron denunciando el comportamiento violento de un seductor musulmán proclive a la violación. Ramadan continuó reconociendo relaciones extra conyugales, pero denunciando las «agresiones» de las mujeres víctimas de sus violencias. Y llegó a ser puesto en libertad bajo control policial. Esa liberación permitió descubrir otra faceta mal conocida del predicador lúbrico: viajar con varios pasaportes, desde niño, pakistaní, egipcio, francés…

Hace dos años, el Tribunal de París volvió a juzgar a Ramadan, acusado por tres mujeres. La defensa del predicador presentó nuevos recursos, prolongando una inconclusa saga-fuga judicial, que volverá a relanzarse el próximo mes de octubre, en París. En Ginebra, Ramadan ha sido condenado a tres años de cárcel: uno, de prisión firme; dos, con remisión de pena.

Desde hace años, Ramadan ha conseguido ganar mucho dinero con esas aventuras y desventuras «extra matrimoniales». En su libro «Deber de verdad» (2019) cuenta por lo menudo a algunas de sus aventuras carnales con algunas mujeres que violó y agredió. Una de ellas era citada por su nombre. La señora se sintió vejada, humillada y volvió a presentar una demanda judicial. Con éxito relativo: no consiguió que se prohibiese el libro y solo recibió 2.000 euros de su agresor.

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