«¿Qué hacer cuando descubres que tu padre vende a tu madre para que la violen decenas de desconocidos?»
Caroline Darian ha realizado sus primeras declaraciones ante el juez en el proceso de su progenitor, acusado de drogar a su madre y ofrecerla como muñeca sexual a más de ochenta hombres
Las primeras palabras de Gisèle, la mujer francesa violada por 80 hombres y vendida por su marido: «Me trataron como a una muñeca de trapo»

«¿Qué hacer cuando tu madre te dice: 'Tu padre me drogaba para violarme y venderme como una muñeca de trapo para que decenas de hombres me violaran en su presencia, fotografiando las violaciones...' ¿Qué hacer de tu vida..?».
Caroline Darian (45 años), casada, madre de un hijo, hija de Gisèle y Dominique Pélicot, resumió de ese modo, el viernes, sus primeras declaraciones ante el juez de Aviñón, en el proceso de su propio padre, acusado de drogar a su madre y ofrecerla como muñeca sexual a más de ochenta hombres.
Entre los millares de fotografías y vídeos obscenos que Pélicot guardaba en su ordenador personal, en el domicilio familiar de Mazan (Vaucluse), también había muchas fotos de Caroline Daran, desnuda, en posiciones equívocas.
«Cuando descubrí esas fotos, horrorizada, me pareció evidente que también yo fui drogada», declara Caroline, agregando: «Son posiciones equívocas que no he adoptado nunca. Las descubrí con horror, sabiendo que las fotos los había tomado mi propio padre, al que yo adoraba».
Durante muchos años, Dominique Pélicot fue un padre y un abuelo querido y respetado. Había llevado a sus hijos a la escuela, los había tenido en sus brazos, guardó fotografías de toda la historia familiar… Fotografías que terminaron en el mismo ordenador donde guardaba millares de fotos pornográficas, obscenas, de su hija desnuda y su esposa drogada y violada.
Caroline Darian descubrió la historia atroz del comportamiento de su padre el 2 de noviembre del 2020, en plena crisis mundial del coronavirus, cuando su madre le descubrió el comportamiento paterno: «Fue un cataclismo. Habíamos sido una familia unida, feliz. Tenía una bella imagen de un hombre, mi padre, al que creía conocer. Cuando mi madre me contó, lívida, que había pasado varias horas en la comisaría, descubriendo las fotos de su violación por unos desconocidos, el mundo se me vino abajo. Abracé a mi madre. Rompimos en interminables llantos. ¿Qué hacer cuando tu madre te descubre que su marido, tu padre, es un depredador sexual, un violador peligroso, culpable de unos actos de una atrocidad insostenible..?»
Madre e hija tomaron la misma decisión: resistir, resistir…
En el caso de Caroline, resistencia acompañada del testimonio y la denuncia. Escribió un libro titulado «He dejado de llamarte papá: cuando la sumisión química destruye a una familia». Testimonio íntimo y familiar. Caroline reconstruye la historia y sus secuelas: la dificultad de la vida íntima, sexual y familiar; la dificultad de explicar a su propio hijo el comportamiento de un abuelo que nunca más volverá a ver; la dificultad de seguir viviendo perseguida por los fantasmas de esa pesadilla.
La gratitud hacia su esposo, cuya ayuda física y moral, espiritual, ha sido decisiva para salir adelante. «En ocasiones huía de casa, para caminar y caminar, sola», declara Carolina, y añade: «Llamaba a mis hermanos, para escucharlos. Mi esposo fue capital. Juntos hemos salido adelante. No deseo a nadie el dolor que hemos sufrido, con mi madre».
Denuncia solidaria… «Descubrí que muchas otras mujeres habían sido y podían ser drogadas por su amigos, novios o esposos», declara Caroline, agregando: «Y decidí crear una asociación para informar, documentar, prestar ayuda, llegado el caso».
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