Así recuerdan a Francisco los vecinos de su barrio natal

Una sombra de tristeza inunda el aire tras la muerte del Bergoglio, recordado por «su humildad y su alegría»

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La casa en la que habitó Francisco desde los 5 hasta los 22 años en la que algunos vecinos han puesto flores y velas. Afp

Guadalupe Piñeiro Michel

Corresponsal en Buenos Aires

Dicen de él que era un hombre sencillo y alegre. Muy cercano a sus vecinos e inspirador en el camino de la Iglesia. Si algo es seguro es que la presencia de Jorge Mario Bergoglio en el pintoresco barrio de Flores, que lo vio ... nacer, no pasó desapercibida. Con solo mencionar su nombre, se ilumina el rostro de cada persona que tuvo la dicha de conocerlo.

Basta recorrer las calles del modesto barrio de Flores, uno de los más típicos de Buenos Aires, para advertir que a partir del lunes algo ha cambiado. Una sombra de tristeza inunda el aire tras la muerte del Papa, oriundo de este lugar y quien supo convertirse en uno de sus vecinos más ilustres. Sin embargo, al toparse con quienes lo conocieron antes de que iniciara su camino al Vaticano es posible advertir una mezcla de orgullo y nostalgia en torno a la figura del 'Papa argentino'. «Conocía a Francisco del barrio», cuenta Claudio Santos, un vecino de Flores que el lunes asistió a la basílica de San José de Flores a despedir al Sumo Pontífice. En esa misma parroquia dio Francisco sus primeros pasos en el sacerdocio y es allí donde el día de su muerte cientos de vecinos se acercaron a darle el último adiós.

Apenas a unos metros de allí está la casa que lo vio crecer. Aquella vivienda, emplazada sobre la calle Membrillar, donde Francisco residió desde sus 5 años hasta sus 22 –cuando inició el seminario–, se ha convertido en un santuario al que sus vecinos se acercan para dejarle cartas y flores. Y también alguna que otra camiseta o gorra con los colores de su club de fútbol favorito: San Lorenzo. Una pequeña placa en la entrada lo recuerda en mayúsculas: «En esta casa vivió el Papa Francisco».

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La impronta de Bergoglio en el barrio también se siente en la esquina del que fue su hogar, donde una placa recuerda su eterna –y muy argentina- pasión por el fútbol. «Corría tras la pelota con sus amigos», destaca un cartel colocado sobre un mosaico.

Tristeza en las calles

Según cuenta Santos al recordarlo, Bergoglio «se preocupaba por los que menos tenían y era muy humilde». Minutos después, reconoce con una sonrisa que también «se salía del protocolo». Otra habitante de Flores, Mabel Sicolí, asegura que era un vecino «muy accesible y amable». «Iba siempre a tomar un café a La Palma de Flores», un sitio ubicado a pocos metros de la basílica de San José de Flores, donde Bergoglio descubrió su vocación.

Un caso muy particular es el de Luis Minerva, quien tuvo la oportunidad de conocer al Sumo Pontífice en una oportunidad muy especial: su propia boda. «Él me casó», dice emocionado. El vecino de Flores jamás podía imaginar que el sacerdote que lo uniría a su esposa iba a convertirse en Papa. «Me impresiona su trayectoria», señala, a la vez que admite que el barrio de Flores no es el mismo tras la noticia de la muerte de Francisco: «La gente está muy triste y eso se nota».

La Iglesia y el fútbol

Quienes lo vieron crecer en la religión reconocen la influencia que tuvo Francisco en su camino dentro de la Iglesia. Es el caso de Martín Bourdieu, actual párroco de San José de Flores, quien conoció a Bergoglio en 1998. Emocionado, recuerda que fue el mismo Papa quien lo ordenó sacerdote. Lo define como «un padre, un líder, un hombre valiente».

Acerca de su recuerdo del Papa, el padre Bourdieu hace hincapié en dos rasgos de su personalidad: su humildad y su alegría. «Tenía la alegría del hombre sencillo», cuenta. Otro de los sacerdotes de la Iglesia San José de Flores guarda en su memoria recuerdos de Francisco y reconoce la influencia del Sumo Pontífice en su camino espiritual. «De pequeño lo veía dando la misa», relata el padre Patricio Ossoinak, quien recuerda también que, a la salida de la basílica, «pedía siempre 'recen por mí'». El padre Ossoinak conoció al Papa en el año 2011, en el momento en que él era seminarista y Bergoglio ya era arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires: «Era una de esas personas que te hacía amar el evangelio y querer buscar a Jesús».

Además de su amor por la Iglesia, otro hilo conductor ha guiado la vida del 'Papa argentino': aquel que sintió por el fútbol. Así lo señala el padre Gustavo Boquín, quien sonríe al contar a ABC un imborrable recuerdo de una celebración junto a él: «Estuve con él en 2013. El año en el que San Lorenzo ganó la copa Libertadores».

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