El cardenal decano abre el cónclave solicitando un Papa que supere las divisiones en la Iglesia

Quienes se esperaban un inicio de cónclave de circunstancias, han quedado sorprendidos. El veterano cardenal Giovanni Battista Re, de 91 años, ha sido contundente en su última intervención pública ante los cardenales electores, la homilía de la misa por la elección del próximo Papa que ha celebrado con ellos en la basílica de San Pedro. Les ha llamado a la responsabilidad, ha recordado que todo Papa debe construir unidad dentro de la Iglesia, y ante ellos, sucesores de los apóstoles, ha subrayado la amabilidad de Jesús incluso con el apóstol que le traicionó, Judas.

El veterano purpurado trabaja en el Vaticano desde antes de que hubieran nacido veinte de los 133 cardenales electores que le escuchaban esta mañana bajo la cúpula de Miguel Ángel, pues llegó en 1963, en tiempos de Juan XXIII, hace seis papas.

Fue apreciada su homilía en el funeral de Jorge Mario Bergoglio el pasado 26 de abril, ha guiado sin sobresaltos el pre-cónclave, y ahora que deben empezar a votar ha llamado a los cardenales a la responsabilidad. El Papa Francisco quiso que fuera él quien se dirigiera a los cardenales en este momento crucial, aunque no sabía lo que habría dicho.

Este miércoles les ha recordado que el cónclave empieza con una misa, el principal acto de culto de la Iglesia católica, «para invocar al ayuda, luz y fuerza del Espíritu Santo a fin de que sea elegido el Papa que la Iglesia y la humanidad necesitan en este momento de la historia tan difícil y complejo».

Por si alguno de ellos ha vivido el pre-cónclave en clave partidista o regionalista, les ha dicho que para este «acto de máxima responsabilidad humana y eclesial» deberán «abandonar cualquier consideración personal, y tener en la mente y en el corazón sólo al Dios de Jesucristo y el bien de la Iglesia y de la humanidad». Es el momento de la verdad, no el de los cálculos.

«El mundo de hoy espera mucho de la Iglesia para la tutela de esos valores fundamentales, humanos y espirituales, sin los cuales la convivencia humana no será mejor ni portadora de bien para las generaciones futuras», les ha recordado. De ellos depende y por eso les ha implorado que elijan Papa a quien «mejor sepa despertar las conciencias de todos y las fuerzas morales y espirituales en la sociedad actual, caracterizada por un gran progreso tecnológico, pero que tiende a olvidarse de Dios».

La prioridad número uno será hablar de Dios a un mundo que parece indiferente a este mensaje, pero que no es indiferente al cariño y a la cercanía del Papa, tanto hacia quienes están lejos de la Iglesia como hacia quienes están dentro, para «mantener la unidad». Por eso ha evocado el gesto que tanto apreciaba el Papa Francisco, el lavado de pies a los apóstoles. «Jesús nos ha dado ejemplo de este amor al comienzo de la Última Cena con un gesto sorprendente: se abajó al servicio de los demás, lavando los pies a los Apóstoles, sin discriminaciones, sin excluir a Judas que lo iba a traicionar».

El cardenal Re lo ha presentado como «una invitación al amor fraterno, a la ayuda mutua y al compromiso por la comunión eclesial y la fraternidad humana universal». Traducido en términos de cónclave, les ha dicho que «entre las tareas de todo sucesor de Pedro está la de acrecentar la comunión: comunión de todos los cristianos con Cristo; comunión de los obispos con el Papa; comunión entre los obispos. No una comunión autorreferencial, sino dirigida totalmente a la comunión entre las personas, los pueblos y las culturas». Esta unidad «no significa uniformidad, sino firme y profunda comunión en la diversidad, siempre que se mantenga en plena fidelidad al Evangelio».

Con palabras duras, les ha recordado que cuando esta tarde antes de empezar a votar miren hacia los frescos de Miguel Ángel verán representado a Jesús como Juez, «ante quien cada uno deberá presentarse un día para ser juzgado» de esta «responsabilidad de poner las «soberanas llaves» (como Dante se refiere a las llaves de Pedro) en las manos adecuadas».

Luego, en las oraciones de la Misa han implorado a Dios que conceda «un pontífice que te agrade con su santidad de vida y se consagre enteramente al servicio de tu pueblo» y «un pastor santo que ilumine a tu pueblo con la verdad del Evangelio y le sirva de ejemplo con su vida».

A partir de esta misa, los cardenales electores están ya en cónclave y no podrán entrar en contacto con personas externas a la elección hasta que haya un nuevo obispo de Roma. Para protegerse de influencias externas y centrarse en la elección, ya no pueden ni recibir ni efectuar llamadas, ni enviar mensajes de texto o correos electrónicos, ni seguir los medios de comunicación.

A las 15.45 de esta tarde los 133 cardenales deberán estar ante las puertas de la Capilla Sixtina para entrar en procesión a las 16.30 y poder comenzar a votar. Después del «extra omnes» se cerrarán y no veremos sus rostros hasta que esas mismas puertas se abran de nuevo para que uno de ellos salga de allí vestido de blanco.