Apocalipsis zombie por Navidad: ciudades y pueblos de toda España colapsan para ver las luces

Con la búsqueda de la foto en Instagram como principal objetivo, miles de personas han aprovechado estos días de descanso para visitar todo tipo de ciudades. Y es que el fenómeno no se produce solo en Madrid, donde las aglomeraciones en Gran Vía y Sol han obligado a las autoridades a tomar medidas como establecer el nivel negro para evitar problemas de seguridad. También ciudades más pequeñas como Vigo, donde su alcalde Abel Caballero ha hecho de la Navidad su bandera, y sus localidades rivales, pasando por Peñíscola (Castellón) o Puebla de Sanabria (Zamora).

El fenómeno ya se empieza a conocer como los 'zombies navideños', esas riadas de personas que colapsan las ciudades y pueblos en busca de las iluminaciones y decoraciones más bonitas con el único objetivo de inmortalizarlo en sus redes sociales.

La recomendación de quienes ya hayan ido al centro de Madrid en estos días del puente es, directamente, no ir. Las calles aledañas a la Puerta del Sol, la Plaza de Callao y la propia Gran Vía llevan días siendo el punto de encuentro de miles de turistas que han aprovechado para acudir a la capital.

A partir de las 18:00, coincidiendo con el atardecer y el encendido de las luces, ir por las calles Preciados, Arenal o la Puerta del Sol es toda una aventura que requiere paciencia y capacidad de calma.

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La policía municipal se esmera cada día para establecer carriles de circulación peatonal con los que controlar, en la medida en la que puedan, el aforo de las calles con más afluencia. Así, por ejemplo, por Preciados solo se puede ir en sentido Puerta del Sol y por la calle del Carmen, en sentido Callao.

Si a las luces, la decoración y las tiendas del centro de Madrid se unen las larguísimas colas que hay en Doña Manolita, la adminitración de Lotería por excelencia de la capital, las aglomeraciones son cada vez mayores.

Para el gran público es una cuestión de paciencia, pero los que tienen problemas de movilidad lo sufren en mayor medida. Personas de la tercera edad, gente que va en muletas o silla de ruedas... Ellos también quieren disfrutar de la decoración navideña y, sin embargo, no pueden hacerlo cómodamente.

Madrid no es la única ciudad afectada, ni mucho menos. En Vigo, por ejemplo, la obsesión de su alcalde por convertirla en la ciudad navideña más popular del mundo ha provocado que sea casi imposible acceder.

Desde que se realizó su encendido de luces, no sin polémica, cada fin de semana y, en especial, los días festivos de este puente han convertido la localidad pontevedresa en un lugar de obligatoria visita. Para el turismo es una gran noticia, pero no tanto para sus habitantes o para los que querían acudir a la ciudad por motivos ajenos a la Navidad.

El caso más clarificante al respecto es el de la ministra Pilar Alegría. El pasado viernes 1 de diciembre tal era el caos circulatorio en Vigo que tuvo que cancelar su presencia en un acto con militantes y cargos del PSOE gallego en un local de la Porta do Sol. Entre la aglomeración de visitantes y las lluvias, la portavoz del Gobierno se quedó atrapada en un atasco y tuvo que cancelar su presencia allí.

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Los que estos días quieren acudir al centro de Vigo se ven obligados a dejar sus coches en los alrededores y subir andando o por otros medios, porque entrar con el coche particular es imposible. Además de que encontrar una plaza en los párkings públicos es poco menos que imposible.

Hay vecinos de la localidad viguesa que se toman a poca broma lo que está sucediendo. Incluso los servicios de emergencias, como la Policía o las ambulancias, se han visto bloqueadas por las dificultades para llegar a según qué urgencias.

Las ciudades, grandes o pequeñas, están capacitadas para acoger en la medida de lo posible la afluencia de turistas. Casos como los de Madrid o Vigo son, hasta cierto punto, asumibles para sus infraestructuras, hay otras localidades más pequeñas que ven cómo sus capacidades se ven cada vez más tensionadas.

Es el caso, por ejemplo, de Puebla de Sanabria, miembro ilustre de la lista de pueblos más bonitos de España. El caso de la localidad zamorana es especial. Desde que ganara la campaña de una popular marca de bombones en 2018, por la cual iluminaron su centor histórico, el viejo feudo de los condes de Benavente, su castillo y sus murallas medievales dejan imágenes espectaculares cada Navidad. Entre el boca a boca y que desde su Ayuntamiento han potenciado esta época del año, Puebla está recibiendo esta Navidad más visitantes foráneos que su tradicional pico turístico, en verano.

«No hemos parado desde esta mañana. Solo en el castillo, hemos recibido más gente este viernes que en el propio día del encendido de luces», admite Begoña Matías, informadora de la oficina de Turismo de Puebla y una de las responsables de recibir a los turistas en el castillo. La llamada de este periódico la ha podido atender en su primer descanso que ha tenido desde primera hora del día, tras recibir a cientos de visitantes. «Y algunos con unas malas formas...», se lamenta con cierta resignación por lo complicado que es, a veces, gestionar a las manadas de visitantes.

«Hemos recibido grupos de toda España. De Badajoz, Toledo, León, Jaén, Barcelona, muchos de Galicia... Y también de Madrid, claro», señala. La villa zamorana se ha convertido, para muchos españoles de todos los puntos, un lugar perfecto de encuentro alternativo al de las grandes ciudades, pensando que no iban a tener tantas aglomeraciones.

Muchos de ellos admiten que van no solo por conocer el castillo, que en los tres primeros días del puente ha recibido 1.600 personas (prácticamente lo mismo que recibió en todo el mes de noviembre y más de los que iba en el mes de diciembre completo), o la Iglesia de Santa María del Azogue, del siglo XII y ejemplo de románico, sino que van básicamente por ver las luces.

Esto es algo inédito en la capital de una comarca que se identifica como dentro de la llamada 'España Vaciada' y que cuenta con el turismo como una de sus vías de desarrollo más importantes.

La búsqueda de los bucólicos escenarios navideños y la constante búsqueda de la foto perfecta en Instagram ha convertido este tipo de turismo en una nueva moda que, cada vez más, está diversificando a los visitantes de las ciudades.

La Navidad ya no es solo sinónimo de compras, lotería y comilonas familiares, sino también de la búsqueda de un turismo masivo y masificado, transversal en toda España y que demuestra que se puede vivir en este ámbito mucho más allá de los tópicos chiringuitos playeros de verano. Con todo lo positivo, pero también negativo, que ello conlleva.