Siete botellas con el nombre de los países del G-7 monitorearán la contaminación plástica en el océano

El lanzamiento del experimento fue planificado para coincidir con el día Mundial de los Océanos, el pasado 8 de junio, y con el encuentro entre los líderes de siete de las mayores economías del mundo esta semana, en cuya agenda la crisis climática tendrá un papel destacado . Detrás de este proyecto están instituciones científicas y grupos oceánicos de todo el mundo que diseñaron los dispositivos para imitar una botella de bebidas de plástico de un solo uso, que se moverán al ritmo de las corrientes y los vientos como lo hacen las botellas reales. Potencialmente, podrían viajar cientos de kilómetros en el transcurso del proyecto, pasando por fosas oceánicas, así como por las principales rutas migratorias de mamíferos marinos y aves. Según sus creadores, «cada dispositivo, diseñado para durar dos años, recopilará datos vitales para ayudar a los equipos científicos a comprender cómo se mueve el plástico a través del océano y el riesgo potencial que representa para la vida silvestre marina en su camino» y proporcionan datos de ubicación vía satélite entre cinco y seis veces en períodos de 24 horas.

Grupos de expertos de estos siete países han pedido a los mandatarios que presten atención urgente a la conexión entre el océano y el colapso climático, y que tomen medidas concretas como detener la sobrepesca, la minería en aguas profundas, y la exploración de petróleo y gas en alta mar. «Yo le diría al G-7 que necesitamos fortalecer el Tratado Antártico . Ese es un tratado internacional para preservar ese continente, y necesitamos fortalecer los acuerdos internacionales sobre la no explotación», señaló James Scourse, profesor de geografía física en la Universidad de Exeter, durante un encuentro entre especialistas en la materia y corresponsales de la prensa extranjera en Londres. Scourse agregó que « debemos mirar con mucho cuidado la pesca de arrastre y poner una moratoria completa en la minería marina profunda , porque la suspensión de sedimentos que se han estado acumulando durante miles de años en el lecho marino tiene un impacto en el ciclo global del carbono».

Callum Roberts, profesor de Conservación Marina en la Universidad de Exeter, consideró durante el mismo encuentro que «a lo largo de la historia, hemos asumido que podemos sacar lo que queramos del mar y que podemos poner en el mar lo que no nos guste. Pero estamos al final de ese camino . Y creo que este es el punto que queremos remarcar en esta cumbre del G-7: que no podemos seguir así». Para Roberts, «el mensaje que queremos transmitir a los líderes del G-7 es que escuchen al océano y hagan lo que tienen que hacer para protegerlo. Porque proteger el mar también nos protege a nosotros mismos de la degradación climática, y continuar dañando el mar y degradando sus hábitats es, en última instancia, un acto de autolesión y daño a nosotros mismos». Roberts fue además muy crítico con los políticos, a los que, dijo «les encanta poder decir que son líderes mundiales y que están ejerciendo su autoridad, pero, por otro lado, no toman las acciones a las que se han comprometido». Y puso como ejemplo al primer ministro británico, Boris Johnson, que «habla de liderazgo en el escenario mundial, pero al mismo tiempo recorta la ayuda a los países que la necesitan» cuando «es importante apoyar a la comunidad global para abordar los problemas que enfrentan». De ahí que exigiera a los mandatarios «acciones y no palabras».