Portugal bate su propio récord al registrar más de 400 incendios en un día

Sí, porque una vez más la guerra de cifras está servida, tal cual sucedió durante la tragedia de Pedrógao Grande el pasado 17 de junio, con 65 fallecidos oficiales pero muchos más al decir de varias investigaciones independientes.

El caso es que la gravedad de la catástrofe, entonces concentrada en esa zona de Leiria y hoy dispersa en decenas de aldeas y localidades en dirección a Oporto y la frontera con Galicia, vuelve a sacudir a los portugueses, impotentes ante la ineficacia probada de los mecanismos institucionales.

Van 107 muertos en lo que va de año , un dato que levanta ampollas en el considerado ‘país milagro’ de la Unión Europea debido a la indudable mejora de su economía.

Los vientos originados por el paso del huracán Ofelia se añadieron para amplificar los efectos y el Ejecutivo se apresuró a solicitar ayuda a Bruselas.

Se temía por las vidas de algunas personas a las que no era posible localizar, y fue así como se confirmó precisamente el deceso de un bebé de un mes al que se le había perdido el rastro en Tábua (cerca de Coimbra). También una joven embarazada de 19 años , que huía de las llamas cerca de Aveiro y se vio envuelta en un choque frontal en plena conducción. E igualmente cuatro ancianos en las proximidades de Viseu.

Las escenas dantescas no cesan de sobrecoger a los sufridos habitantes, mientras el caos se propagaba de norte a sur, con 25 carreteras cortadas y cuatro trenes repletos de viajeros bloqueados en las líneas de ferrocarril de Beira Alta.

56 heridos (15 en estado grave) permanecían ingresados al cierre de esta edición, por lo que no se sabía cuándo iban a detenerse las manecillas del funesto cuentamuertos.

Dolor e indignación entre la gente de a pie, incapaz de comprender cómo es posible que el Gobierno socialista no haya aprendido la lección de la tragedia de Madeira el año pasado y, sobre todo, de Pedrógao Grande justo antes de comenzar el verano.

La preocupación ciudadana se fue manifestando en las redes sociales con tal fuerza que António Costa compareció por iniciativa propia en las televisiones a última hora de la tarde. Y también el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, quien había dicho que «es momento de hechos, no de palabras» y recibió el apoyo y la solidaridad del rey de España, Felipe VI.

En cuanto al primer ministro, sus primeras declaraciones no fueron precisamente tranquilizadoras: «Esta situación se va a repetir». Un reconocimiento implícito de que Portugal no acredita la suficiente infraestructura como para garantizar la tranquilidad de la población.

Más voces que se dejaron oír: la ministra de Administración Interna, Constança Urbano de Sousa, se permitió un comentario un tanto frívolo al señalar que «dimitir sería tener las vacaciones que no tuve».

Más contundente se mostró el presidente de la Liga dos Bombeiros, Jaime Marta Soares: «Se extiende la acción de mafias terroristas para quemar el país y las autoridades deben asumir su responsabilidad».

El colectivo que agrupa a los bomberos dio a conocer un informe conjunto elaborado con Protección Civil y el Instituto Nacional de Emergencias a propósito del gigantesco incendio de Pedrógao Grande. Y la rotundidad de sus conclusiones no deja títere con cabeza: muchas vidas se podían haber salvado y hubo graves fallos humanos, lo que convierte «este fuego en un caso digno de estudio a nivel nacional e internacional».

El Gobierno, que decretó el Estado de Calamidad Pública en todo el territorio portugués, ha declarado tres días de luto nacional.