El Papa invita a los sacerdotes a «romper esos moldes estrechos» en que encierran la misericordia de Dios

En ese clima de intimidad, el Papa Francisco les comentó la primera predicación de Jesús, cuando anuncia el año del perdón y la misericordia en la sinagoga de Nazaret, y « en lugar de estallar en un aplauso », la reacción paradójica de sus vecinos es intentar despeñarle por un barranco.

Francisco les habló «de dos ámbitos en los que el Señor se excede en su Misericordia. Y como es Él quien nos da ejemplo, no tenemos que tener miedo a excedernos nosotros también: el encuentro y el de su perdón».

En tono muy suave, casi confidencial, el Obispo de Roma animó a sus sacerdotes a salir a buscar a los necesitados con el espíritu del padre del hijo pródigo y el del buen samaritano, ejemplos de la misericordia de Dios.

Les invitó a perdonar en el sacramento de la confesión y a celebrar el perdón, como la fiesta que hace el padre del hijo pródigo, continuando después una labor constructiva: «El Señor deja que la pecadora perdonada le lave familiarmente los pies con sus lágrimas. Apenas Simón Pedro le confiesa su pecado y le pide que se aleje, Él lo eleva a la dignidad de pescador de hombres».

En tono más serio les propuso hacer un examen de conciencia personal para descubrir «en qué medida, tantas veces estamos ciegos de la luz linda de la fe, no por no tener a mano el evangelio sino por exceso de teologías complicadas».

Les animó a reconocer que muchas veces « sentimos que nuestra alma anda sedienta de espiritualidad , pero no por falta de Agua Viva —que bebemos sólo en sorbos—, sino por exceso de espiritualidades «gaseosas», de espiritualidades light».

Y también a descubrir las sutiles cadenas cuando «nos sentimos prisioneros, pero no como tantos pueblos, por infranqueables muros de piedra o de alambrados de acero, sino por una mundanidad virtual que se abre o cierra con un simple click». O quizá «por la fascinación de mil propuestas de consumo que no nos podemos quitar de encima para caminar, libres, por los senderos que nos llevan al amor de nuestros hermanos».

Y terminó invitándoles a comprometerse a « comunicar la Misericordia de Dios a todos los hombres , practicando las obras que el Espíritu suscita en cada uno para el bien común de todo el pueblo fiel de Dios».

El programa del Papa para el Jueves Santo incluye celebrar por la tarde la misa de la Última Cena del Señor, en laque instituyó el sacerdocio y la Eucaristía.

Francisco ha decidido celebrarla por primera vez fuera de Roma. Irá a un centro de acogida a refugiados, la mayoría de ellos musulmanes de África, a treinta kilómetros de la capital. Allí lavará los pies a hombres y mujeres, católicos y coptos, musulmanes e hindúes.

Su mensaje es doble. El primero, que es la urgencia de salir en ayuda de los refugiados. El segundo, que los sacerdotes están al servicio de todas las personas humanas, pues todos somos hijos de Dios.