No sin mi mascota: Los otros refugiados ucranianos que acoge Alemania
Perros, gatos, hámster, tres osos.... incluso equipos de voluntarios viajan a Kiev en busca de animales que vagan solos
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Iniciar sesiónAdana fue empujada por su padre a un tren atestado de gente cuando la ciudad de Járkov estaba ya casi completamente asediada. Al llegar a la frontera polaca, su madre, sus dos hermanos pequeños y ella lograron pasar, pero un tercer hermano, que acababa de ... cumplir 18 años, fue detenido y reclutado por el ejército ucraniano. Todo ese viaje y también el que siguió después hasta la ciudad alemana de Hannover en autobús, lo hizo abrazada a su perrita , que se llama Luna en ucraniano, y se negó a separarse de ella cuando supo que el albergue de refugiados al que la familia había sido asignada no aceptaba animales. La prensa local se hizo eco de su resistencia: «No sin mi perrita». Y la fotografía de la Jack Russell Terrier, de solo seis meses de edad, conmovió a Jan, un fotógrafo de Colonia, propietario de dos perros de la misma raza y que se puso en contacto con las autoridades para ofrecer su estudio, acondicionado para servir de vivienda provisional, como casa de acogida.
Jan, junto a sus nuevos huéspedes, debió guardar una cuarentena de un mes de duración sin salir de casa. «Debido a la rabia, que sigue presente en Ucrania, Alemania no permite la entrada y registro de animales de ese país sin la cuarentena de 30 días, que suele cumplirse en países de tránsito como Polonia o Hungría», aclara Thomas Schröder, presidente de la Federación Alemana de Protectoras de Animales. Allí son vacunados y solo después son admitidos en Alemania, aunque debido a la sobrecarga que soportan ahora estos países hay excepciones que deben ser solucionadas aquí.
Schröder es testigo del estrés emocional que supone para los refugiados, especialmente para los niños, separarse de sus mascotas para que cumplan esa cuarentena en perreras o refugios para animales, por lo que ha elevado una petición para que se habiliten albergues específicos para refugiados que traen consigo animales. «Han tenido que dejar atrás casi todo y se aferran a su mascota como a un clavo ardiendo», describe, «pero lamentablemente no es posible ofrecer albergues específicos para tantas personas con animales».
100 microchip al día
En Ucrania había antes de la guerra cerca de 750.000 perros y 5,5 millones de gatos. «No hay datos sobre la cantidad de animales ucranianos que han huido de la guerra. Solo en la estación central de Berlín, durante semanas, registrábamos a más de cien animales al día. Ahora ha bajado un poco y examinamos a unos 20 diarios», calcula Annette Rost, de la Asociación de Bienestar Animal de Berlín (TVB), «cada uno recibe un microchip y pasaporte de mascota de la UE, obligatorio para perros, gatos y hurones». Los centros de acogida animal realizan un examen médico y proporcionan alimentos y accesorios provenientes de donaciones privadas, como las de BMT en Alemania o el Proyecto Anastasia español. «Solo nos llegan perros pequeños, del tamaño de un Chihuahua, porque en Ucrania no les permitían meter en los trenes a perros grandes para que pudiesen subir más personas», añade, «y han sido separaciones muy dolorosas porque se producían en la frontera, donde los perros no quedaban al cuidado de nadie, eran abandonados». «Esta crisis nos ha hecho ver que necesitamos desarrollar un concepto, un protocolo apropiado, sobre cómo atender a los animales en situaciones de crisis, guerra o catástrofe natural», reconoce Katrin Herrmann, oficial de bienestar animal del Senado de Berlín.
Además de perros y gatos, han llegado a Alemania docenas de ejemplares de hámster, loros, un cerdo e incluso tres osos. En el caso de los úrsidos, de hasta 200 kilos de peso, fue necesario un transporte especial de la Fundación para los Osos, que el 9 de marzo recibió una llamada de socorro de una reserva ucraniana. Un grupo de activistas ucranianos los llevó hasta la frontera con Polonia y allí fueron recogidos por el equipo de rescate. Popeye y Asuka descansan ya en un parque de Turingia y Malvina en un centro de protección de animales de Schleswig-Holstein. «Solo el papeleo para cruzar la frontera duró 14 horas» , recuerda Kathrin Hermann, que participó en el operativo, «fuimos testigos allí del gran dolor animal, pero sobre todo humano, que está causando esta guerra».
Kathrin señala que los casos más difíciles son los animales salvajes. Ha estado en contacto con el alcalde de Kiev, Vitali Klitschko, para tantear la evacuación del zoológico de la ciudad, pero son más de 4.000 animales de 200 especies y «es imposible, haría falta el arca de Noé». Solo seis leones y seis tigres han viajado hasta el zoo de Poznan, en Polonia, una odisea de tres días y mil kilómetros, rodeando la región de Chytomyr para evitar los bombardeos. Cada hora de más que duraba el viaje los hacía más peligrosos porque estaban más hambrientos y solo personal especializado podía acercarse lo suficiente a las jaulas como para poder alimentarlos.
Por adoptar
Conductores voluntarios han estado viajando desde Alemania hasta Kiev dos veces al mes para recoger una media de 36 perros por viaje, animales abandonados o cuyos dueños han muerto, que vagan por las calles o huyen de las zonas bombardeadas y son recogidos por la veterinaria Marii Saliienko en la capital ucraniana. «Llegan hambrientos, presentan quemaduras o heridas de metralla... hacemos fotos para documentar su paso, por si algún dueño los reclamase», dice Saliienko, «pero lo mejor que podemos hacer por ellos es enviarlos a Alemania, donde esperamos que sean adoptados para empezar una nueva vida».
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