Macron recurre a la Gendarmería y los antidisturbios para desalojar los muelles del Sena, abarrotados

Por segunda vez, en dos semanas, gendarmes y anti disturbios intervinieron el sábado día 6 en los muelles del Sena, donde se habían precipitado decenas de miles de parejas, grupos, familias, dispuestos a tomar el sol y pasear , hasta las 6 de la tarde, cuando comienza el toque de queda de doce horas diarias. El gobierno estimó que se trataba de un comportamiento «poco responsable».

Un centenar de grupos de intervención, armados llamativamente, dieron la orden de abandonar los muelles del Sena, desalojándolos a media tarde sin encontrar resistencia significativa.

En París, unidades móviles de la Gendarmería también tomaron posiciones disuasivas en una veintena larga de calles, esquinas, bien conocidas y frecuentadas por la gente joven, de los 18 a los 25 años, para beber vino y cerveza, en cantidad respetable, en pie, en el suelo, en las esquinas más propicias a tomar el sol hasta la hora del toque de queda, en la mejor compañía y tertulias amistosas.

Hasta ahora, las normas básicas de distanciamiento físico, el uso de mascarillas, evitando formar grupos, incluso callejeros, se han respetado con bastante rigor.

Sin embargo, desde hace semanas, el cumplimiento más relajado de esas mismas normas coincide con un incremento de los sentimientos de angustia, melancolía, incertidumbre. Y es cada día más llamativo el recurso a los anti disturbios, la gendarmería y las policías locales para intentar evitar el relajamiento de las normas más elementales de lucha contra la pandemia.

En el caso de París, el desalojo de los muelles del Sena, dos fines de semana consecutivos, recurriendo a unidades armadas de la Gendarmería, es percibido como un síntoma significativo de las dificultades que pudieran crecer si la vacuna, el toque de queda y los confinamientos locales no tuviesen pronto los resultados esperados.