El Papa acepta la jubilación de su cardenal más crítico

Sin embargo, los críticos de Francisco lo utilizan como abanderado, y en dos ocasiones la oficina del Papa o la sala de prensa han tenido que matizar sus declaraciones .

El último episodio grave fue en enero de 2020. El cardenal publicó junto a Benedicto XVI un libro sobre el celibato , precisamente cuando el Papa Francisco estaba abordando esta cuestión.

Meses antes, el 72% de los participantes en el sínodo sobre la Amazonia habían solicitado a Francisco que permitiera excepcionalmente la ordenación sacerdotal de algunos diáconos permanentes casados, tan solo en territorios poco accesibles.

Para evitar cualquier apariencia de injerencia, Benedicto XVI solicitó retirar su firma de la obra. Por otro lado, entonces Francisco tampoco otorgó la dispensa del celibato.

Cuando el pasado 15 de junio Robert Sarah cumplió 75 años, la edad de jubilación para los obispos y altos cargos del Vaticano, puso su cargo a disposición del Papa. Ahora, este sábado Francisco ha aceptado la renuncia pero no ha nombrado un sucesor .

«Hoy el Papa ha aceptado la renuncia a mi cargo de Prefecto de la Congregación para el Culto Divino después de mi septuagésimo quinto cumpleaños», ha escrito el cardenal en Twitter cinco minutos después del anuncio oficial en el Vaticano.

El cardenal Robert Sarah, de Guinea Conakri, de porte austero, silencioso y amable, es sin duda una de las personalidades más interesantes del Vaticano . Su familia era animista y él es un converso. En su momento fue el obispo más joven de la Iglesia , tenía sólo 34 años cuando lo nombró Juan Pablo II. En 2001 lo llamó al Vaticano para trabajar como número dos de la Congregación responsable de los territorios de misión.

Benedicto XVI lo hizo cardenal y le encomendó el organismo que se ocupaba de las agencias humanitarias de la Iglesia. Desde Haití hasta el Líbano, hacía continuamente las maletas para visitar en nombre del Papa las zonas de guerra y de calamidades.

En noviembre de 2014, Francisco lo nombró prefecto de la Congregación para el Culto Divino, en sustitución del cardenal Antonio Cañizares, que acababa de ser nombrado arzobispo de Valencia.

«La gente escribe cosas para oponernos, contra el Santo Padre, o entre obispos o entre cardenales. Es ridículo. No debemos caer en esta trampa. Debemos seguir enseñando. No me importa lo que digan», decía en una reciente entrevista.

Como responsable de la Congregación para el Culto Divino ha impulsado iniciativas para que las ceremonias litúrgicas reflejen la profundidad religiosa que contienen.

Durante su mandato, ha coordinado importantes reformas como la de dar mayor autonomía a las conferencias episcopales en la traducción de textos litúrgicos, la adaptación de las ceremonias a las restricciones impuestas por la pandemia , o la inclusión de mujeres en el rito del lavado de pies del Jueves Santo.

Sus críticos dicen que no siempre las ha impulsado a la velocidad que hubiera deseado el Papa, pero es cierto que la cultura burocrática de la Ciudad Eterna no ayuda a trabajar a corto plazo.

En su último libro aborda las consecuencias de la crisis de la fe . Lo dedica a Benedicto XVI y al Papa Francisco. Se titula «Se hace tarde y anochece».

En su mensaje en Twitter de esta mañana el cardenal ha adelantado que su jubilación no significa que desaparecerá del terreno de juego. «Estoy en manos de Dios. La única roca es Cristo. Nos veremos pronto en Roma y en otros lugares», ha escrito.

Su obra más vendida se titula «La fuerza del silencio», pero el cardenal Robert Sarah seguirá dando que hablar.