Esquiar encima de una incineradora

La incineradora de Amager Bakke, a tan solo tres kilómetros del centro, es una planta de generación de energía y será la mejor de Europa en ahorro de energía , capacidad de tratamiento de residuos e impacto medioambiental, pero sobre todo destacará por sus aspectos estéticos y lúdicos. Copenhill, la montaña de Copen, como ya se denomina, costará 500 millones de euros y suministrará electricidad a 50.000 hogares y calefacción a 120.000 y tratará unas 400.000 toneladas de residuos anualmente.

En Copenhague, tan solo el 4 por ciento de los residuos urbanos termina en los vertederos, mientras que el 42 por ciento se recicla y el 54 por ciento se transforma en energía que produce calor y electricidad. Tres kilos de basura proporcionan a los daneses cuatro horas de electricidad y cinco de calefacción.

Pero, sin duda, lo que los daneses apreciarán serán los tres kilómetros de pistas de distintos niveles de dificultad situados en el tejado de la planta. «En Copenhague tenemos nieve, pero no tenemos montañas. A cambio tenemos toneladas de basura», explica con humor Ingels, la nueva figura de la arquitectura mundial, que estudió parte de su carrera en la Escuela de Arquitectura de Barcelona y cuyo proyecto de remodelación del estadio del FC Barcelona está entre los ocho finalistas.

Uno de los aspectos más importantes del proyecto es la concienciación sobre los problemas ligados a los residuos, ya que, a pesar de que la nueva planta reduce el impacto ambiental, no deja de emitir a la atmósfera dióxido de carbono.

Gracias a una instalación de la empresa berlinesa Realities:united, la planta lanzará al cielo de Copenhague una especie de anillos de humo de 30 metros de diámetro y 6 de alto cada vez que se emitan 250 kilos , un cuarto de tonelada, de CO2.

Los anillos serán visibles a causa de la condensación de agua que se produce cuando los gases derivados de la combustión se enfrían, un fenómeno que puede encontrarse en la naturaleza, ya que en el monte Etna se han llegado a observar anillos de humo de 200 metros de diámetros que duran cerca de 10 minutos. Durante la noche, mediante efectos de rayos láser, los anillos se convertirán en una instalación artística.

«Está claro que somos una planta industrial, pero, con los anillos de humo, señalamos que somos algo más . Muchos creen que cuando tiras algo, desaparece, pero no es así. Enviando señales de humo nos gustaría hacernos notar, que sepan que estamos aquí y que estamos intentando solucionar un problema de la ciudad cuando tiene que eliminar los residuos», comenta la directora de Amager Bakke, Ulla Röttger.

Es una forma sutil de recordar a los ciudadanos el impacto del consumo y que les permitirá comprender el problema de las emisiones de CO2.