La Cumbre del Clima llega al tiempo de descuento enzarzada en la financiación y los mercados de carbono

Después de un maratón negociador hasta altas horas de la madrugada en la noche del jueves al viernes, el nuevo presidente del Consejo Europeo, el belga Charles Michel constató que el primer ministro polaco Mateusz Morawiecki no quería dar su brazo a torcer porque exigía conocer antes cuánto dinero pondrá la UE en la apuesta del «pacto verde» . Puesto que los presupuestos para el próximo periodo de siete años no estarán pactados antes del verano que viene, el polaco ha preferido esperar antes de comprometerse a dar el salto desde el carbón, que es la fuente de energía generalizada en su país, hacia las renovables.

Los más optimistas recuerdan que cuando se lanzó hace seis meses esta idea de hacer de Europa una zona neutra en emisiones eran apenas ocho países. El jueves al inicio del Consejo Europeo ya eran 24 y ahora mismo, cumplida su exigencia de Hungría y Chequia de que se acepte también la posibilidad de incluir la nuclear en el mix energético, son 26 los que asumen plenamente el objetivo.

El anuncio europeo fue recibido de forma positiva en la Cumbre del Clima de Madrid, como un movimiento político capaz de arrastrar a algunos de los grandes emisores -como China- hacia un mayor compromiso. Porque el problema de esta cumbre auspiciada por Naciones Unidas, que explica en parte por qué se ha movido con tanta lentitud, tiene que ver con el calendario del tablero geopolítico. La vista ha estado puesta fuera de Madrid.

«Estamos en un punto en el que todo el mundo espera a lo que va a pasar en las elecciones norteamericanas y hacia dónde va a ir China a causa de los factores económicos exteriores, y todo el mundo espera al año próximo. Porque hemos dicho que es 2020 [el año para presentar nuevos objetivos de emisiones] y es muy natural en las negociaciones que cuando no es la fecha, no es la fecha. Se espera. Es exactamente lo que pasa», valoró Laurence Tubiana, arquitecta del Acuerdo de París firmado en 2015.

Los casi 200 países reunidos para negociar el desarrollo del Acuerdo de París -que busca limitar el calentamiento global a 1,5ºC- ha apurado a las últimas horas de la noche en un intento de llegar a algún acuerdo. «No vamos a salir de Ifema sin un buen resultado», aseguraba a última hora de la tarde Andrés Landerretche, coordinador de la presidencia de la cumbre, quien se mostraba «moderadamente optimista» sobre la posibilidad de llegar a un acuerdo.

Australia, Brasil y Estados Unidos han estado bloqueando estas semanas las negociaciones para la creación de un mercado de carbono con reglas claras y en el que el contador de emisiones se ponga a cero, mientras la Unión Europea y los pequeños estados insulares seguían insistiendo en que si se incluyen los derechos adquiridos en años anteriores para emitir CO2 (generados bajo el protocolo de Kioto) se verá amenazada la integridad ambiental del planeta, al permitir una mayor emisión de gases de efecto invernadero. Algo que «no hay manera que aceptemos» , según dijo el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans.

El jueves por la noche, la presindencia de la cumbre apuntaba a la posibilidad de firmar un texto general en este punto, y dejar al margen las cuestiones técnicas de los mercados de carbono para que se debatan en 2020.

Sobre la ambición , como se llama a que los países endurezcan sus planes de recortes de emisiones, y que lo hagan en 2020, aún había una puerta abierta por la noche, ya que en los borradores aparecía esta posibilidad. Ninguno de los países con mayores emisiones como Estados Unidos, China, Japón o Australia han expresado sus intenciones para aumentar sus compromisos, pero «hay buenas opciones de que se inste a los países a tomar acciones para responder a la emergencia climática en 2020», valoraba WWF. Mientras, la financiación para compensar a los países más vulnerables complicaba las últimas horas de negociaciones, con un grupo de países exigiendo responder a las preguntas de quién paga, cuánto y cuándo.