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Covid-19, protagonismo científico

La opinión pública viene reclamando la palabra de los expertos, a la espera de que la ciencia aporte soluciones definitivas

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Las revistas científicas señalan a l a pandemia Covid-19 como protagonista –inesperada– de la investigación en 2020. Salió a la luz una cantidad impresionante de estudios sobre el coronavirus SARS-CoV-2, la infección que produce, sus consecuencias y los posibles tratamientos. No es para menos, los esfuerzos se concentraron en este patógeno tras su emergencia en China. La OMS, como ámbito de cooperación sanitaria internacional, no pudo evitar la propagación global del agente patógeno, a pesar de haber advertido durante años del riesgo de emergencia de nuevos coronavirus patógenos. Especial valoración –y esperanza– suscita un resultado tecnológico: haber podido vacunar contra el Covid-19 a finales de 2020.

El mundo más desarrollado hubo de volcar esfuerzos y recursos en gestionar la pandemia, con su correlato de infección grave y elevada letalidad, amén de un impacto económico brutal que será duradero. No ha sido igual en muchos países de escaso desarrollo, acostumbrados a estas situaciones; para ellos el Covid-19 significa otra epidemia más . Los desaciertos de muchos gobernantes y gestores públicos, al minimizar la gravedad de la pandemia en momentos clave, incluso con el concurso de algunos expertos, permanecen como ejemplo de malas prácticas en la gobernanza.

En medio de tanta investigación sobre el virus, la opinión pública viene reclamando la palabra de los expertos, a la espera de que la ciencia aporte soluciones definitivas. Pero ¡ay! la solución definitiva (si es que existe) no se sabe cómo de lejos está, lo que puede generar escepticismo y decepción. Tampoco la apabullante cantidad de datos suponen conocimiento suficiente para hacer predicciones precisas a medio plazo. Se engañan los que pretenden tener la visión certera de lo que va a ocurrir en los próximos meses, ya sea en función de análisis estadísticos con algoritmos de cálculo, o en razonamientos sobre la evolución vírica. Mientras se habla de nuevas variantes del virus, con cambios genéticos sustanciales, no nos queda otra opción que seguir reclamando un análisis riguroso que se traduzca en medidas de salud pública eficaces. Aplicar la ciencia con la conciencia de sus limitaciones sigue siendo el camino.

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