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Coronavirus

«El coronavirus puede ser nuestra vacuna como especie»

Los sociólogos creen que después del virus se vislumbra un camino lleno de interrogantes y que pondrá a la humanidad a examen

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Érika Montañés

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«Espero que nuestros gobernantes nacionales y locales nos ayuden a reentrar en la sociedad», confía a ABC la socióloga estadounidense Susan Fiske. «Deben planificar (y nosotros con ellos) nuestra estrategia para afrontar la siguiente pandemia . Sin ser científicos, nuestro anclaje emocional ha de afrontar con capacidad suficiente la alta probabilidad de un rebrote. Y para ello debemos prepararnos», añade. Es llamativo que, como ella, el primer lugar al que dirige su mirada un puñado de reputados sociólogos consultados por ABC en los tres países más castigados por el coronavirus es a los mandatarios. No deja de serlo tampoco la palabra «reentrar», porque también hay consenso en la redefinición que supone (o debe suponer) este «big bang» vírico en los cimientos en los que se estaba sustentando la humanidad, que estará a partir de ahora, dicen, a examen. Los sociólogos reflexionan sobre cómo la sociedad saldrá reforzada, pero corre un riesgo: el olvido de lo pasado. Entonces, el coronavirus que ha impactado tanto en las civilizaciones como un periodo de posguerra pasaría inadvertido.

Doménico De Masi, profesor emérito de la Universidad La Sapienza de Roma y a sus 82 años uno de los sociólogos de referencia en Italia, cree que la pandemia ha puesto de relieve «la mediocridad de la clase dirigente». Esto se ha reflejado en el erróneo diálogo que ha habido entre gobierno y regiones: «Una idea buena como es conjugar el poder del Estado con las autonomías no ha funcionado». De Masi, autor de «El Estado necesario», reflexiona sobre cómo esta crisis ha evidenciado que «la importancia del Estado es fundamental, siendo imprescindible que exista una dirección única». La gestión del Covid-19 «nos está enseñando muchas cosas: junto a la trascendencia del Estado, la de la sanidad pública, la comunicación, la conversación y la solidaridad». «No está dicho que luego aprenderemos de esta experiencia. Puede ocurrir que después de algunos meses, sigamos como antes», manifiesta escéptico.

Un tupido velo

Aquí en España, Miquel Seguró, doctor de Filosofía y profesor de Humanidades en la Universidad Oberta de Cataluña (UOC), tampoco se ve optimista acerca del resultado final: «Correremos un tupido velo cuando acabe». Resilientes, la ciudadanía ha afrontado las circunstancias adversas, pero luego querrá olvidarlas , presagia.

La bofetada de realidad, en cualquier caso futuro, está en el presente. «El virus ha sido una distopía sin distinguir edad ni lugar o género. Nos ha obligado a enfrentar nuestros miedos y la fragilidad de nuestras realidades del día a día», opina Fátima Gómez, profesora titular de Sociología de la Universidad Europea. «De golpe tenemos que asumir un cambio de narrativa en nuestra cotidianidad invididual y social. Este fenómeno va a afectar sobre todo a las generaciones más jóvenes, a los centenialls nacidos entre 1997 y 2015. Tienen ante sí una prueba de resiliencia por convivir encerrados, primero, aprender a organizarse por sí mismos y enfrentarse a la realidad de la enfermedad y la muerte, después, y posteriormente, en el mundo laboral. Quienes superen estos momentos formarán parte de una generación menos egocéntrica y más segura de sí misma», reseña la profesora, quien también embrida el cambio de paradigma más sostenible que ello conllevará.

Otro aspecto muy analizado estos días es la reacción de las sociedades ante el virus y la solidaridad demostrada en plena ola del Covid-19 : se pone en duda si ésta sobrevivirá o si el egoísmo antropológico que forma parte de la esencia del ser humano se diluirá o será capaz de mantenerse en la era postcoronavirus. Para el psicólogo Adrián Montesano, «no se puede perder la noción de equipo que se ha conseguido» estas últimas semanas. El escritor Manuel Vicent disertaba en los días pasados sobre la disyuntiva que encara la recta final del confinamiento:«La sociedad saldrá retratada de esta crisis, cada uno de nosotros saldremos como héroes o como idiotas».

Lectura económica

En lo tocante a lo económico, las sociedades capitalistas avanzadas fomentan ese egoísmo existencial, pero si no somos capaces económicamente de reconducir nuestro sistema productivo, habrá un abismo mayor entre las clases sociales privilegiadas y las excluidas del sistema a la vuelta de la esquina de esta crisis, disertan los sociólogos sondeados. De Masi considera que el impacto del coronavirus en las personas sabias se traducirá en una lección: « Se dará más importancia a la familia y menos a la carrera , y los inteligentes seguirán teletrabajando».

«El individualismo no conduce a ninguna salida –agrega Gómez–. Nos encontramos actualmente sociedades globales y de “riesgo”, como vaticinó Ulrich, pero la guerra no es como otras veces, en ésta el enemigo es invisible». Ajuicio de esta socióloga, «como de todas las catástrofes, una parte de la población saldrá fortalecida; otra puede que se vea superada por los acontecimientos negativos vividos». Podríamos adentrarnos, añade citando a Zygmun Baumann, en una sociedad con valores menos líquidos, con conductas solidas: «Esta sociedad del futuro puede tener dos caras: una positiva, de mayor responsabilidad social, de vuelta a relaciones estables y a la búsqueda del verdadero conocimiento y la aplicación de la tecnología para la mejora de la humanidad y la sostenibilidad del planeta global; y otra vertiente más peligrosa si se basa en establecer medidas de control social y tecnocrático y fomentar el cierre de fronteras entre Estados», ultima.

Mucho se discute también estos días sobre el «nuevo valor del tiempo» y el disfraz de nefasto costumbrismo que ha destapado el coronavirus en los entornos urbanos, pero ni para Fiske ni para su colega Shelley Taylor aguarda un éxodo masivo de la ciudad al campo, ni la vida en el medio rural será concebida como la panacea a la vuelta del coronavirus. Seguró subraya que esas conclusiones prematuras se deben a que el Covid-19 ha revelado ya la «incerteza de esta sociedad del control, que cree que tiene todo dominado con su vertiente tecnológica, cuando no es así». «Hay realidades biológicas que nos trascienden; y hemos de saberlo. Queda demostrado que no podemos funcionar como islas. Si fuésemos conscientes, ya habríamos avanzado como sociedad. Tenemos que reconducir nuestro individualismo. El coronavirus puede ser nuestra vacuna como especie», exhorta.

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