Contagio múltiple de Covid en Navidad
Las familias que cenaron unidas se infectaron unidas: «Hemos perdido tres meses de control de la pandemia»
La tasa de ataque secundario está por las nubes, casi al 100%, y el origen del foco es domiciliario: a las consultas han llegado 6,7 ,8 y hasta 12 parientes con sintomatología Covid
Nos creímos que un virus que llevaba entre nosotros diez meses ya no escondía sorpresas. También que sería inviable quedarse sin reuniones familiares en Navidad , y que, si lo decidían los políticos, nos arrebatarían parte de nuestro acervo interno. Pero el comportamiento del ... patógeno ha vuelto a hacer caso a las advertencias de médicos y epidemiólogos que insistieron, desde finales de noviembre, en que ni Gobierno ni autonomías podían dejar «abiertas» las puertas al bicho y sus variantes durante las fechas festivas.
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Y, por mucho que se dijo, al final la realidad ha superado claramente la dimensión del aviso y España afronta ahora lo peor de la tercera ola, con la amenaza, además, de la preocupante cepa británica que no da tregua en parte de Europa. Como señalan Raquel y Anna, Salvador y José María , el virus «ha hecho diana» en numerosas casas estas Navidades. Lo dicen, en primera línea, estos médicos de centros de salud, encargados de la atención primaria que se les ha dado a los pacientes cuando han aterrizado en sus consultas desde comienzos de este mes de enero. Han llegado familias enteras, de niños, padres, primos y abuelos, con burbujas familiares distintas y también de una única. El resultado ha sido demoledor, aprecian las familias y los galenos. Pleno al cinco, al siete y hasta al doce. Todos los miembros de la familia cenaron con la infección al lado.
Prohibición total
«Al permitirnos reunirnos en Navidad, se han perdido tres meses en el control de la pandemia», se queja José María Molero , doctor portavoz de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc). Molero conversa con este diario desde el centro sanitario donde trabaja en Villaverde Alto, Madrid. En este barrio situado al sur de la capital, las características de estos núcleos familiares eran similares: numerosos residentes en casas pequeñas, con poder adquisitivo bajo y, al tiempo, con una climatología que no «ha ayudado mucho» en las fiestas invernales, porque «no se han ventilado los domicilios correctamente por el frío que hacía», añade el doctor Molero.
Cerca, la doctora Raquel García Ocaña reseña que «este bicho es muy curioso». En el municipio madrileño de Griñón, donde ejerce en el centro de salud, también se han enfrentado a este tipo de «comunas» infecciosas. Griñón tiene unos 10.000 habitantes y el virus se ha colado en los hábitos de los pueblos pequeños, en ambientes más distendido en terrazas y bares. «Yo doblé turno los días 28, 29 y 30 de diciembre y ya se observaban los efectos de la Navidad en la incidencia del Covid», dice.
Por lo general, los vecinos se ajustaron a las reglas dadas , comieron 6 personas el día 24, muchos se quedaron a dormir para no saltarse las restricciones del toque de queda y, al día siguiente, Día de Navidad, comieron otra vez juntos, comenta la galena, al concretar un caso, en el que enfermaron hasta siete personas. ¿Se cumplen todas las normas? «Evidentemente no. Son reuniones intensas, comen, viven en casas unifamiliares y se pueden ventilar con facilidad, pero al final... la mayoría de la unidad familiar lo pasó de manera leve. Salvo el marido, A. B. , que empeoró y ha estado ocho días ingresado en el hospital de Móstoles con neumonía bilateral. A.B. tiene 49 años , pero también se infectó otro familiar de 65, y los pequeños de la casa, con 11 años».
Como fichas de dominó
La doctora García Ocaña recuerda a otros pacientes: «Me da lástima un matrimonio septuagenario, que tiene patología cardiaca. “Pero si no nos hemos reunido con nadie”, decían. La mujer aseguraba que compraba su marido, no salían de casa y solo habían estado con su hija y nieta, el bebé tenía solo dos semanas y también enfermó tras la comida del día 25». «Los cuatro están malitos; el yerno, también. Me llamaban mañana y tarde, estaban realmente preocupados. No lo han pasado nada bien», añade la médico. «Cuando llegó Navidad, estábamos ya muy mal: me llamarán radical, pero tendrían que haber prohibido totalmente las reuniones y habríamos evitado el pico de la tercera ola que nos asedia ahora». «Esto en las familias ha sido como las fichas del dominó. En 3-4-5 días están enfermando, uno tras otro, todos los miembros. De un mismo clan», completa.
Un compañero suyo, presidente de la Semfyc, Salvador Tranche, cuenta desde Asturias los innumerables casos a los que se han enfrentado en su consulta desde Año Nuevo. Con cuentagotas, comenzaron a llegar una familia tras otra. «Hace unos días vi a hasta doce miembros infectados, toda la familia –subraya–. Parece que viven todos juntos. Dieron PCR positivo el día 30-31 de diciembre y unos fueron sintomáticos y otros asintomáticos. En realidad, cuando les preguntas, no saben cómo se contagiaron. Y hay abuelos, hijos y nietos». «Nos asusta y son casos que estamos viendo absolutamente todos los médicos de familia, pero mira que hemos insistido en las medidas», se resigna.
Tasa de ataque creciente
Se llama tasa de ataque secundario, con todos o casi todos los miembros de la familia infectados, y se ha disparado entre olas. En la primera, no se infectaba ni un 30-40% de los familiares cercanos, el índice era mucho más pequeño, y, como mucho, llegó a la mitad. Ahora casi está a un 100% del núcleo básico de convivientes infectados, con un número muy elevado de contagiados dentro del mismo entorno, explica el doctor Molero. «Muchos responden que no han salido de su hábitat, pero no ha sido necesario porque el bicho o estaba en casa o entró de mano de sus familiares más próximos», objeta. Las razones fundamentales son que durante las fiestas de cercanía hay más momentos de interacción, más riesgo y más oportunidades. «Poco se habla también –añade el doctor– de que cuando se va a interactuar no es sólo el momento de la cena, sino que estas fiestas implican búsqueda de regalos, otras comidas, y adornos», por ejemplo.
Ocurrió, sin mucha gravedad, en casa de Gonzalo, Roberto, Leticia y Nàtalia. El primero cuenta que él y su hijo Álvaro «cayeron» el tercer día de 2021. «Empezamos con síntomas de trancazo fuerte dos personas y, por precaución, decidimos no salir más de casa. Desde entonces hasta hoy, diagnosticaron el Covid primero a mi mujer y a mi otra hija, Sofía , esta misma semana. Conclusión: llevamos desde el día 3 de enero en casa y ya van tres contagiados, así que no hace falta salir de casa para pillarlo...», cuenta, sonriente desde su aislamiento.
A Leticia le persigue el fantasma del sentimiento de culpa . Ella, todavía con secuelas por el contagio, transmitió el virus a hasta seis personas, las que pasaron por la misma casa para felicitar la Navidad : su marido, su hija, su madre, de 74 años; su hermano y dos tíos, de 65 y 63, con neumonía vírica en los pulmones. «La familia me dice que no me preocupe; y mi doctora me pide que no piense en ello», cuenta Leticia, quien también cree que lo pilló en la compra alrededor del 24 de diciembre.
«Te juro que he tomado todas las medidas que te puedas imaginar», sentencia desde su hogar en Boadilla del Monte. Había sido vacunada contra el sarampión a mediados de diciembre. «Me dijeron que la sintomatología que pudiera tener, como dolor de cabeza y fiebre, no lo confundiera con el coronavirus; vamos, que no me asustara», recuerda. «Empecé con síntomas el día 30, pero el 1 y 2 de enero me encontré bastante mal, aunque no fui al centro de salud; al día siguiente di positivo por Covid», relata mientras se interrumpe por la tos en varios momentos.
«No hemos sido valientes»
En los domicilios de todos los entrevistados bregan contra el agente infeccioso desde las últimas reuniones familiares. En el conjunto del país, abrir en Navidad ha dejado, en los pasillos del centro donde está el doctor Molero, muy mal sabor de boca. «No hemos sido valientes ni prudentes. L a convivencia en Navidad se tendría que haber aplazado; el intento de los políticos por permitir vernos no ha sido eficaz. Se ha pensado que si se hacen las cosas bien, se está seguro. Y no es así».
Por último, el doctor introduce otro ingrediente en contra: «El anuncio de la vacuna ha dado, además, falsa seguridad », dice. «Va a pasar tiempo hasta superar esta fase. Se debería haber pensado que una fiesta y una reunión conllevan mucho más. A finales de febrero nos acordaremos todavía de la pasada Navidad».
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