Consejos para evitar la picadura de una medusa
Es uno de los peligros para muchos bañistas que estos días disfrutan de sus vacaciones en nuestras costas, sobre todo en el Mediterráneo. La picadura de una medusa puede aguar los días de asueto. Los expertos aconsejan no bañarse si llegan a las playas
Consejos para evitar la picadura de una medusa
La plaga gelatinosa vuelve fiel a su cita veraniega y, además, no hace distinciones. Si el coto cerrado del Mediterráneo solía hacer las delicias de estos incómodos bañistas, este año los avisos de avistamiento de estos cnidarios han llegado en mayor número desde la costa ... de la cornisa cantábrica y de Galicia.
Y es que, como explica Josep María Gili, profesor de investigación del Instituto de Ciencias del Mar (CSIC), «independientemente de las condiciones meteorológicas de cada año, lo cierto es que la temperatura de las aguas costeras en los últimos cinco años es más cálida». Y ese es el caldo de cultivo para las medusas. Éstas habitan en aguas cálidas y se acercan a la costa con el incremento de las temperaturas para iniciar su ciclo reproductivo. Además, son muy sensibles a la concentración de sal, ya que la necesitan para mantener un equilibrio entre los líquidos del interior de sus membranas y el exterior, pues si existe demasiada diferencia se llenarían de agua hasta estallar.
Un mar más caliente
Ambas circunstancias, aguas cálidas y salinas, vuelven a darse este año. Por ejemplo, datos de temperatura en superficie del mar en Mallorca hace unas semanas reflejaban «casi 1,5 grados centígrados más de la media de los últimos cinco años», explicó Carlos Duarte, científico titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Asimismo, según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), las precipitaciones en primavera fueron escasas (un 30% por debajo de lo normal) y un 10% inferiores si tomamos en cuenta el año hidrológico. Por tanto, este año la aportación de agua dulce al mar ha sido menor por lo que estos animales no van a encontrar esa «barrera» fría y dulce que frena su desembarco en las playas.
Según Josep María Gili, la incidencia de los bancos de medusas en las playas españolas ha aumentado en los últimos años y está claro que han venido para quedarse. En su opinión, «la llegada de medusas está estabilizada, aunque el proceso es errático y dependerá en el último momento de las corrientes y vientos locales», pero llegar, llegarán.
Previsiones
Aunque el profesor de investigación del Instituto de Ciencias del Mar (CSIC), reconoce que no puede hacer ninguna predicción fiable de cómo se va a comportar la temporada, «pues no hay un seguimiento real de información, salvo en Cataluña», tomando los datos de esa comunidad -donde desde hace diez años se hace seguimiento de las llegadas de medusas, incluso en invierno-, todo parece indicar que podemos estar ante un año similar a los anteriores. Esto es, los bancos de medusas pueden llegar de forma recurrente a nuestras playas, sobre todo en el Mediterráneo.
Patrici Bultó, biólogo del L´Aquárium de Barcelona, es algo más optimista: «Si bien es cierto que no alcanzaremos cotas de 100 medusas por metro cuadrado como otros años, sí es probable que de forma puntual puedan aparecer bancos de medusas».
La campaña Medusas 2009, puesta en marcha por el Ministerio de Medio Ambiente, se extiende este año a toda la costa española y no sólo al mar Mediterráneo como años anteriores. Sin embargo, al contrario que en años anteriores, el Ministerio sólo enviará barcos para recoger enjambres de medusas si se trata de la temida carabela portuguesa (Physalia physalis), según dijo a ABC Josep María Gili. El resto será cuestión de las administraciones locales.
Cada vez más habitual
La carabela portuguesa no es habitual de nuestras aguas -prefiere nadar por regiones tropicales y subtropicales de los océanos Pacífico e Índico-, pero en los últimos años se ha detectado su presencia en ocasiones. Este mismo año, explica Josep María Gili, se vio en febrero en Torremolinos y luego en Murcia, Alicante y Baleares. En junio, el informe de la red de vigilancia del Ministerio de Medio Ambiente recoge avistamientos de cuatro ejemplares en Tenerife, uno en Gran Canaria, otro en Murcia y cuatro en Ceuta. «Ahora parece que una corriente de agua atlántica la ha desplazado hacia el golfo de Génova (Italia)».
La carabela portuguesa es un cnidario, pero no una verdadera medusa, sino una colonia de pólipos flotante. Ahora sí, su poder urticante supera con creces al de las medusas. «Su picadura tiene diez veces más virulencia que una medusa «normal», aunque se puede ver más fácilmente», apunta el profesor del CSIC, Gili. Se caracteriza por tener reflejos rojos y azules y por su gran tamaño -del cuerpo central cuelgan numerosos tentáculos con los que puede llegar a medir hasta 30 metros-.
Medusas rosadas
Por eso, el científico aboga por la eliminación de las redes fijas balizadas que en algunos lugares, como el mar Menor, se utilizan para bloquear el acceso de las medusas a las playas. Además de tener un impacto ecológico negativo, pues también atrapan a otras especies, tienen otro problema: dejan escapar pedazos de las medusas atrapadas, que son igual de activos en cuanto a su poder urticante, pero se detectan con mayor dificultad.
Lo más común es que si usted se baña estos días en el Mediterráneo se encuentre con las medusas rosadas (Pelagia noctiluca). No son tan agresivas, pero sí más numerosas debido a la ausencia de sus depredadores naturales, como las tortugas bobas, por ejemplo. Josep María Gili lo tiene claro: «Si le avisan de que hay medusas en el agua no se bañe o hágalo vestido».
Cuando las medusas aparecen en las playas la mejor precaución es permanecer fuera del agua, apuntan desde el Ministerio de Sanidad y Política Social. Otras recomendaciones que hacen a los bañistas son:
Extremar la precaución aunque los cnidarios estén en zonas alejadas a las de baño; el oleaje puede romper sus tentáculos o acercarlas a la orilla. Por eso, hay que evitar los juegos cerca de la misma, así como no pasear por la costa donde pueden abundar fragmentos de medusa. Conviene avisar a otros que no las toquen, aunque parezcan muertas.
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