Biden asume drásticos compromisos ecológicos para presionar a China
La gran cumbre climática del nuevo presidente de EE.UU. comienza este jueves con el objetivo de dotar al mundo de un marco regulatorio más estricto
El presidente de EE.UU., Joe Biden
Los planes de Joe Biden de convertir a Estados Unidos en un líder mundial de la lucha contra el calentamiento global pasan por que consiga compromisos claros y fuertes por parte de los 40 mandatarios a los que ha convocado a su primera ... gran cumbre internacional. No será en absoluto fácil, porque el principal invitado es el presidente chino, Xi Jinping, cuyas relaciones con la Casa Blanca no pasan precisamente por su mejor momento, tras las acusaciones de Biden y su equipo de graves abusos contra los derechos humanos. De forma preventiva, el presidente norteamericano ya ha ultimado un plan, que anunciará en la cumbre que tiene lugar de forma virtual este jueves, día de la Tierra, y el viernes, de reducir las emisiones al menos a la mitad para 2030.
China es el mayor contaminante del mundo, y EE.UU. es el segundo. Tan importante es para Biden arrancarle a China un compromiso, que en vísperas de la cumbre mandó al país asiático a su enviado especial para el clima, John Kerry, para reuniones bilaterales. Este, sin embargo, regresó a Washington sin nada que anunciar. En Pekín había molestado especialmente que a los días de asumir el cargo, Biden autorizara que EE.UU. declarara formalmente que los abusos contra las minorías religiosas en la provincia china de Xinjiang son un genocidio. En muchos aspectos, la nueva Administración estadounidense ha mantenido la beligerancia de Trump hacia China , aunque discretamente y con menos muestras públicas de animosidad.
Por si acaso, Biden se está moviendo en solitario. La Casa Blanca ultima ese plan par a reducir a la mitad las emisiones con respecto a los niveles de 2005 . No le falta ambición al mandatario estadounidense, pues se trata de doblar los objetivos establecidos por la Administración Obama para 2025. El entonces presidente, Barack Obama, adquirió aquellos compromisos en la cumbre del clima de París de 2015, de la que nació un marco global para mantener el calentamiento global por debajo de los dos grados centígrados respecto a la época industrial. En 2017, sin embargo, llegó Donald Trump.
Las prisas de Biden obedecen en gran parte a que quiere dar media vuelta con respecto a la decisión de su predecesor de sacar a EE.UU. del acuerdo de París, algo que Trump anunció en cuanto entró en el Despacho Oval. El razonamiento de este era que los límites de emisiones aplicados a EE.UU. como nación desarrollada eran mucho más estrictos que los de China, algo que acababa perjudicando a la industria y la economía. No fue lo único. Hace un año, Trump autorizó una drástica reducción a los estudios de impacto medioambiental en grandes proyectos de infraestructuras, con la intención de agilizar sobre todo la construcción de oleoductos y gasoductos que llevaban años paralizados. Hasta entonces, la Ley de Política Medioambiental obligaba al Gobierno a hacer estudios de impacto sobre calidad del aire, suelo y agua, y sobre la fauna y flora afectadas por la construcción.
40 líderes
El primer día en el cargo, Biden firmó una serie de órdenes ejecutivas (decretos) entre las que destacaba la reincorporación al acuerdo de París y cada una de sus cláusulas. Dos meses después convocó esta cumbre virtual contra el cambio climático, con las invitaciones a 40 líderes mundiales , entre los que figuran el chino Xi, y el de Rusia, Vladímir Putin. También acudirán los líderes de los 17 países responsables del 80% de las emisiones globales, y de otras naciones que padecen los efectos del cambio climático. En las invitaciones, la Casa Blanca ha adelantado que espera que los asistentes se comprometan a «ambiciosos objetivos» para reducir las emisiones de carbono.
Por Europa fueron invitados la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen; la canciller alemana, Angela Merkel; el presidente francés, Emmanuel Macron; el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el primer ministro británico, Boris Johnson. Entre los líderes latinoamericanos invitados figuran los presidentes de Argentina, Alberto Fernández; Colombia, Iván Duque; Brasil, Jair Bolsonaro; Chile, Sebastián Piñera; y México, Andrés López Obrador. La agenda concreta de la cumbre es todavía secreta y ha sido definida como un «documento en evolución» por Sue Biniaz, asesora medioambiental de Biden. Según dijo ayer un funcionario de la Casa Blanca en una teleconferencia con periodistas, «en esta cumbre va a haber un debate serio sobre medidas a tomar de forma urgente, porque este es el momento para ello».
En preparación para esta primera gran cumbre de Biden, la diplomacia norteamericana ya ha estado presionando a los demás asistentes. El lunes el secretario de Estado, Antony Blinken, dio un discurso sobre cambio climático en el que admitió que «no quedará mucho mundo» sin un liderazgo fuerte de Washington en ese ámbito. Como es habitual en estos días en la capital de EE.UU., la rivalidad con China fue una de las prioridades de esa alocución. «Es difícil imaginar a EE.UU. ganando una carrera estratégica a largo plazo con China si no podemos liderar la revolución de la energía renovable», dijo Blinken en el discurso en Annapolis, ante la bahía del Chesapeake.
El del carbón , sin embargo, es un tema especialmente delicado tanto en China como en EE.UU. Trump se negó a reducir las ayudas a ese sector, que es de los más contaminantes. Biden en principio se ha comprometido a reducir la dependencia energética de esa sustancia fósil.