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en la plaza de españa en roma

El Papa pide a la Inmaculada que libere a «la humanidad de la esclavitud espiritual y material»

Le ofreció flores y suplicó: «enséñanos a andar contra corriente»

El Papa pide a la Inmaculada que libere a «la humanidad de la esclavitud espiritual y material» afp

juan vicente boo

En una conmovedora oración, el Papa Francisco pidió a María Inmaculada ante su monumento de la Plaza de España: “enséñanos a ir contracorriente, a despojarnos, a abajarnos, a darnos a los demás a escuchar y a crear silencio”.

Al tiempo que le pedía “tu maternal protección para nosotros, nuestras familias, para esta ciudad y para el mundo entero”, el Papa suplicó a la Virgen en el día de su fiesta que libere “a la humanidad de toda esclavitud espiritual y material”.

En un tono más íntimo, el Papa pidió a María “que en nosotros, tus hijos, la gracia prevalezca sobre el orgullo, y consigamos ser misericordiosos como nuestro padre celestial es misericordioso”.

Fue una oración poética, intensa y breve. De hecho, el Papa dedicó más tiempo a saludar sin prisa a varias docenas de enfermos en sillas de ruedas, en su mayoría mujeres mayores, que asistían al acto en primera fila.

Saludo al embajador

Francisco se detuvo especialmente con algunos chicos que sufrían deformidades de brazos y manos, así como ante ancianas que le contaban algo o le pedían un beso. Los concedió siempre, a pesar de la vieja lesión que le dificulta inclinarse y le impide arrodillarse.

El día había sido soleado, y la caída del sol multiplicaba la belleza del tradicional encuentro en la Plaza de España. Los adornos de luces callejeras daban ya un todo alegre a la fiesta familiar que marca tradicionalmente el comienzo de la temporada navideña en Roma.

Al término de la plegaria, el Santo Padre saludó al cardenal Julián Herranz, así como al embajador de España ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga y su esposa. Naturalmente, saludó también al alcalde de la ciudad, que acude cada año a esta plegaria y ofrenda floral.

En realidad era el segundo gesto de devoción mariana pues, al salir del Vaticano en su pequeño automóvil Ford Focus, el Papa se había dirigido primero a la basílica de Santa María Mayor, que visita con mucha frecuencia, para rezar ante la imagen de María “Salus Populi Romani”, a la que ofreció un ramo de rosas blancas.

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