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Balance de la era Rouco, defensor de la libertad de la Iglesia

Durante la presidencia del cardenal Rouco se han aprobado dos planes pastorales para la Conferencia Episcopal y España ha recibido la visita de dos Papas

Balance de la era Rouco, defensor de la libertad de la Iglesia efe

josé francisco serrano oceja

Para cierta historiografía volcada más en los imaginarios de la prensa que en el análisis de los datos, la elección en 1999 del entonces cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela , como presidente de la Conferencia Episcopal Española, confirmó el predominio en la Iglesia española de los prelados conservadores. Esto es lo que el historiador William J. Callahan escribió en su libro «La Iglesia Católica en España (1875-2002)», añadiendo que «el cardenal Rouco ha aportado al cargo unas dotes intelectuales extraordinarias, si bien desde el punto de vista estrechamente enfocado de un canonista interesado en especial en las defensa de los derechos de la Iglesia».

No es fácil sintetizar los dos períodos en los que el cardenal Rouco Varela ha sido presidente de la Conferencia Episcopal Española, 1999-2005 y 2008-2014. En la historia de este organismo ha superado en tiempo de permanencia en el cargo al cardenal Tarancón (1971-1981). Tampoco debemos olvidar que el hoy arzobispo de Madrid presidió la Junta Episcopal de Asuntos Jurídicos de 1981 a 1990 y la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades de 1990 a 1993.

El artículo 27 de los Estatutos de la Conferencia Episcopal marca cuáles son las competencias de su presidente. Destacan dos, que podríamos definir ad intra de la Iglesia, «relaciones con la Santa Sede», y ad extra, «atender a las relaciones con las autoridades civiles de la nación».

Planes pastorales

Respecto a lo que podemos denominar la Iglesia ad intra, durante la presidencia del cardenal Rouco se han aprobado dos planes pastorales para la Conferencia Episcopal: «Una Iglesia esperanzada. ¡Mar adentro! (Lc 5,4)», 2002-2005, y «La nueva evangelización desde la Palabra de Dios: “Por tu palabra echaré las redes” (Lc 5,5)», 2011-2015. En su inicial período, se aprobó el documento «La caridad de Cristo nos paremia. Reflexiones en torno a la “eclesialidad” de la acción caritativa de la Iglesia», de 25 de noviembre de 2004, una muestra del impulso que ha dado a Cáritas en su misión de ser la larga mano de la caridad de la Iglesia. Dos cuestiones a las que el cardenal Rouco ha sido especialmente sensible han sido las vocaciones sacerdotales y la enseñanza de la teología.

Visita de dos Papas

Bajo la presidencia del cardenal Rouco, España ha recibido la visita de dos Papas. Juan Pablo II vino con motivo de la canonización de san Pedro Poveda, san José María Rubio, santa Genoveva Torres Acosta, son Ángela de la Cruz y santa Maravillas de Jesús, en la plaza de Colón el 4 de mayo de 2003; y Benedicto XVI estuvo en España dos veces, en noviembre de 2010 y en agosto de 2011.

La familia y defensa de la vida han sido sus prioridadesEn las relaciones con la sociedad han sido la familia y la defensa de la vida sus prioridades. De ahí, por ejemplo, los textos «La familia. Santuario de la vida y esperanza de la sociedad», de 27 de abril de 2001, y «La verdad sobre el amor humano. Orientaciones sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familia», de 26 de abril de 2012. El documento «Valoración moral del terrorismo, de sus causas y de sus consecuencias», 22 de noviembre de 2002, marca un antes y un después de las relaciones con la sociedad. Texto que complicó las relaciones del cardenal Rouco Varela con los sectores eclesiales afines al nacionalismo. Otro hito en su presidencia ha sido el documento «Declaración ante la crisis moral y económica», 27 de noviembre de 2009.

Cuidadoso con mantener los principios de autonomía, libertad y colaboración en lo que afecta al bien común con los gobiernos de Aznar, Zapatero y Rajoy, el cardenal sabe lo que significa una Iglesia libre en un Estado libre.

Autoridad intelectual

El ejercicio de su presidencia se ha caracterizado por una singular articulación de lo que los clásicos han denominado la «auctoritas», autoridad intelectual y moral, que no hay que confundir con la «potestas», ejercicio pragmático del poder. Una autoridad que probablemente se ha entendido mejor fuera de la Iglesia que dentro. El tiempo lo dirá.

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