El Papa decidió renunciar tras caerse y hacerse una brecha en la cabeza

Según cuenta el vaticanista Andrea Tornielli en «La Stampa» , la noticia fue confirmada el pasado lunes por el director de «L'Osservatore Romano», Gian Maria Vian -uno de los perodistas que que acompañaron al Pontífice en su último viaje Centroamérica.

Al inicio de aquel viaje internacional de tal envergadura, el Papa confesó que lo estaba afrontando con «espíritu penitencial». Fue durante aquel peregrinaje, revela ahora uno de los prelados del círculo papal, cuando tuvo lugar un accidente afortunadamente sin graves consecuencias.

Cuenta el religioso que en la mañana del 25 de marzo, en la última jornada en la ciudad de León, mientras se encontraban en la casa de las religiosas capuchinas, Bendicto XVI se tocó el pelo y «tenía algunos cabellos manchados de sangre».

El Papa dijo entonces no haber sufrido ninguna caída sino haberse dado un golpe con el lavabo unas horas antes. «Se había levantado para ir al baño de noche y como no encontraba el interruptor de la luz, fue al baño en medio de la oscuridad, donde podría haber sufrido una caída».

Una cosa parecida, aunque sin consecuencias graves ni visibles, le ocurrió en Introd, en Valle de Aosta en la noche entre el 16 y el 17 de julio de 2009, cuando Benedicto XVI se cayó en su dormitorio fracturándose la muñeca.

«Incluso la almohada estaba llena de sangre y había gotas en la moqueta», cuenta el prelado sobre el incidente en México. «Todo se limpió rápidamente. La herida no era profunda ni preocupante y las tiritas no eran visibles, como ya ocurriera con Juan Pablo II durante el viaje a Polonia en 1999».

En las horas sucesivas, entre un baño de masas y otro , Benedicto XVI no se quejó en ningún momento. «No tuvo problemas en ponerse la mitra durante la misa celebrada en el Campo Guanajuato Bicentenario ». «Todo transcurrió de manera normal y solo por la noche, de vuelta a la residencia de las religiosas, se le hizo una cura más en profundidad», cuenta el eclesiástico.

Aquel día, después de la cena, hubo algunas bromas entre el Pontífice y el doctor Patrizio Polisca, quien le comentó: «¿Lo ve, Santo Padre, por qué soy muy crítico con estos viajes?», a lo que Benedicto XVI contestó con ironía: «Yo también soy crítico».

«El Papa estaba contento de visitar al pueblo mexicano, pero sabía que no tenía la fuerza suficiente para soportar esos largos viajes, el cambio de hora y la carga de los empeños públicos», señala el eclesiástico.

¿Cuánto habría pesado este incidente en la decisión de la renuncia? Es difícil conocer su importancia aunque fue el propio hermano de Benedicto XVI, Georg Ratiznger quien reveló que el médico personal del Papa le había sugerido evitar más viajes de este tipo después del realizado a México y Cuba.

Lo cierto es que aquel periplo, el último transoceánico, ha quedado grabado en la menta de Ratzinger como un punto de no retorno. «El Papa en aquella ocasión se dio cuenta de que no tenía las fuerzas físicas suficientes y que en un futuro no podría hacer viajes de este tipo», cuenta el prelado.

Quizás este incidente nocturno en la casa de las religiosas en México, con la posiblidad de haber tenido consecuencias más graves, haya contribuido a hacer madurar una decisión que nueve meses después habría llevado al anuncio del abandono del Pontificado.