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El «Rubicón» del Jueves Santo: costaleros se salen del paso para salvar el Arco

La hermandad de la Trinidad ejecuta desde 1977 una proeza que desafía a las leyes físicas haciendo cruzar por allí sus pasos

El «Rubicón» del Jueves Santo: costaleros se salen del paso para salvar el Arco alberto flores

alberto flores

Cae la tarde del Jueves Santo en Utrera, y poco a poco el entorno del Arco de la Villa se prepara para vivir uno de los momentos más intensos de la Semana Santa. Prácticamente no cabe un alfiler, porque nadie quiera perderse el momento en ... el que la hermandad de la Trinidad de Utrera desafía a las leyes más elementales de la Física, consiguiendo que el palio de Nuestra Señora de los Desamparados atraviese un lugar en el que una primera mirada indica que es imposible que pueda entrar un paso.

Este es un momento de la Semana Santa de Utrera que divide al mundo cofrade, tiene detractores y defensores a partes iguales, pero no hay duda de que la cuadrilla de la Virgen realiza un trabajo impresionante, lo más parecido a una proeza. Aunque haya personas a las que no les gusta el momento del Arco de la Villa, ya que piensan que es un instante poco estético, en el que la cofradía trata de salvar este obstáculo de cualquier manera, enterrando hasta la cintura la imagen del Cristo en el monte de flores y viviéndose momentos de tensión en el caso de la Virgen, que cuenta todavía con menos espacio.

El paso del Cristo de los Afligidos es el primero en atravesar este umbral, que es la única puerta de la antigua muralla que permanece en pie actualmente. Pero las miradas se concentran principalmente en el paso de palio, que es el que entraña una mayor dificultad.

En la delantera del paso se pide silencio. El espacio es mínimo y es necesario que las voces de los capataces se escuchen perfectamente. Parte de la cuadrilla de costaleros sale del paso para tirar de él y ayudar a los valientes que se quedan dentro, que prácticamente a rastras, comienzan la complicada maniobra.

Todo debe de hacer muy poco a poco, los varales prácticamente rozan la parte superior del arco, la respiración del público que se concentra de manera masiva en este enclave, se detiene por momentos. Es un instante en el que se detiene el tiempo, en el que todos los corazones de los cofrades laten al mismo compás, pero que da paso a una sonora ovación con la que se reconoce el trabajo sobrehumano realizado por la cuadrilla y por el equipo de capataces.

A simple vista, cuando se contempla el Arco de la Villa, parece impensable que por allí puede pasar un paso de palio. Todo lo contrario pensó José Luis Escala, un capataz pionero en Utrera, que fue el que mandó la primera cuadrilla de costaleros que consiguió la proeza de atravesar este enclave.

«Vivía en la zona y un día observé cómo una furgoneta que quería pasar por allí se quedó atrancada, por lo que esa misma tarde decidí ensayarlo con la cuadrilla y al final la Trinidad pasó por allí en el año 1977. En aquella época era todavía más difícil pasar el arco, ya que el suelo estaba unos 10 centímetros más alto que ahora».

Las cuadrillas de costaleros que mandó Escala son muy recordadas en Utrera, porque se tratan de las primeras cuadrillas de hermanos costaleros que comenzaron a funcionar en Utrera, de ahí que se conocieran de manera despectiva como la «cuadrilla de los niñatos».

Desde aquel 1977 la hermandad de La Trinidad sigue acudiendo puntualmente a su cita con el Arco de la Villa, que además marca el momento simbólico en el que la corporación utrerana abandona su barrio, situado en el antiguo arrabal, para entrar de lleno en la zona que conduce a las calles más antiguas de Utrera.

Únicamente la Semana Santa se ha visto privada de este intenso momento en los años en los que la hermandad de La Trinidad no ha podido iniciar su estación de penitencia desde la capilla de la calle La Fuente, al encontrarse en obras y lo ha tenido que hacer desde la basílica de María Auxiliadora.

El «Rubicón» del Jueves Santo: costaleros se salen del paso para salvar el Arco

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