Entrevista al hermano mayor de la esperanza de Triana
Sergio Sopeña: «Un día me metí con el coche por la zona más devastada del Polígono Sur y mi hijo me preguntó: '¿Papá, esto es Sevilla?'»
La cuenta atrás para el inicio de la Misión está siendo vertiginosa en la calle Pureza con una mezcla de responsabilidad e ilusión
La hermandad se ha visto desbordada para organizar los relevos en el traslado que llevará a la Virgen de la Esperanza a San Pío X ante el alud de peticiones recibidas para portar las andas
Esperando a la Esperanza: el tesoro de un desayuno
Tres Mil Esperanzas
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José Gómez Palas
—¿En qué momento, cómo y por qué se plantea la hermandad emprender una misión de esta naturaleza?
—Esto surge yo calculo que hará unos tres años y medio o cuatro, cuando empezamos a plantearnos los actos de celebración del 75 aniversario del dogma ... de la Asunción. La enseñanza que tenemos en la hermandad es que todo acto extraordinario, toda efemérides tiene que tener asociada una labor asistencial. La hermandad ya cuenta con el Centro de Apoyo Infantil, asociado al 25 aniversario de la coronación. Y dándole vueltas a esa posible nueva labor asistencial, un día, cenando con el señor arzobispo, le pregunté abiertamente si él tenía en la cabeza alguna obra social que la hermandad pudiera emprender. Él me contestó que en ese momento no había detectado ninguna posible obra social en Triana. Y claro, yo le contesté directamente: «Mire usted, no tiene por qué ser en el barrio de Triana, como si hay que llevar a la Santísima Virgen a las Tres Mil Viviendas». De primera mano al señor arzobispo le pareció una idea fantástica. Él está muy sensibilizado con el Polígono Sur desde que llegó a la diócesis. Pocas personas recuerdan que, de las primeras cosas que hizo recién llegado a Sevilla, fue visitar a la parroquias más pobres que tenía su diócesis, situadas en el Polígono Sur. Desde entonces está muy sensibilizado y volcado con esta zona. En aquella misma conversación, él tomó este proyecto como propio y cuando aquella noche se despidió, me dijo: «Sergio, no dejes de trabajar en lo que me habéis dicho».
—¿Siempre se tuvo claro que la tierra prometida era el Polígono Sur?
—Siempre. El Polígono Sur es una de las zonas más desfavorecidas, ya no sólo de Sevilla. Es el barrio más pobre de España y una de las zonas más degradadas de Europa, no solamente por la necesidad económica sino por la realidad social que hay allí. La misión no solamente tiene un carácter asistencial, tiene un componente pastoral y evangelizador muy potente. A mí me hace gracia cuando alguna gente dice: «Bueno, y para qué van a llevar a la Virgen a las Tres Mil Viviendas, si allí no hay creyentes, lo único que hay son evangelistas». Pues precisamente, tengo la plena convicción de que donde hay que ir a evangelizar es donde más hace falta. Allí hay personas que tienen otras confesiones o que son agnósticas y es ahí donde tiene que estar más presente la Santísima Virgen, donde tenemos que estar más presentes los cristianos.
—Supongo que la presencia del Gran Poder en Los Pajaritos les ha servido de inspiración.
—Claro que sí. La hermandad de la Esperanza de Triana ya participó en las Misiones de 1965, pero por supuesto el éxito de la misión del Gran Poder, reconocido por el propio señor arzobispo, nos ha abierto el camino. Monseñor Saiz Meneses decía que si un modelo había salido bien, por qué no se iba a hacer algo similar.
—¿Han sido muchos meses de preparación, de coordinar voluntariado, de pisar el terreno para ir anunciando la buena noticia, de conocer el día a día de las parroquias de San Pío X y Jesús Obrero. ¿Qué les ha sorprendido de la realidad del Polígono Sur en estos meses de preparación?
—No hay que ser muy conocedor del Polígono Sur para saber que allí hay dos realidades muy distintas: una, que es la que suele salir en las noticias, y otra, que no tiene tanto interés periodístico, pero que es la realidad cotidiana de personas normales y corrientes que viven en un barrio que es su barrio, y esa realidad la quieren seguir viviendo. Lo mismo que yo estoy orgulloso de ser de Triana y, gracias a Dios, de poder residir en el barrio de Triana, pues ese mismo sentimiento es el que tienen los habitantes del Polígono Sur respecto de su barrio. Son personas que ya mayoritariamente han nacido allí y aquello lo sienten como su propio barrio y, a pesar de los defectos y las oportunidades de mejora que ellos mismos reconocen que pueda tener su barrio, no se quieren ir y quieren seguir luchando. Para muchas de esas personas, el que la Esperanza de Triana se haya acordado de su barrio es como un signo de normalización. Muchos de sus habitantes no conocen ni siquiera la Semana Santa de Sevilla ni nunca han visto un paso. Son personas, algunos de ellos inmigrantes que no están acostumbradas a ir al Centro de Sevilla.
—Usted habrá pisado muchas veces el Polígono Sur en los últimos meses. ¿Le ha cambiado mucho el cliché que tenía sobre aquella zona?
—No he descubierto nada nuevo que no conociera. Esas dos realidades de las que te he hablado son patentes y cualquier día se pueden ver en el Polígono Sur. Podemos encontrar desde coches de alta gama hasta personas durmiendo en la puerta de la parroquia deseando que llegue la asistencia que hay para el sustento alimenticio. Y con respecto, también, a la parte más profunda del Polígono Sur, la que se conoce como Las Vegas o Martínez Montañés, todos conocemos las actividades económicas ilícitas que se dan en aquella zona y la importancia de que los menores, los niños, no tengan tanto tiempo de ocio para que puedan ver esa realidad, de manera que el reflejo que se lleven en el día a día no sea esa el de esa facilidad en ganar el dinero.
—El Polígono Sur cuenta con una población aproximada de 32.000 personas, con una fuerte presencia en la zona de la iglesia envangélica, una creencia que ni reza ni venera a la Virgen. En las películas de vaqueros, se diría que van a 'territorio comanche'…
—Sí, sabemos a dónde vamos, pero es lo que también he dicho al principio. Una misión evangelizadora no hay que hacerla en el barrio de Triana, en Los Remedios o en el entorno de la Catedral o del Salvador. Hay que hacerla donde se necesita evangelizar, y ahora mismo la zona donde más hay que evangelizar en Sevilla es, precisamente, el Polígono Sur. Puede ser que gracias a la presencia de la Virgen de la Esperanza alguna persona, y por qué no, algún creyente evangélico, sienta la llamada de la Santísima Virgen, aunque sea por mera curiosidad. A lo mejor esa mera curiosidad le sirve para acercarse y empezar ese camino de acercamiento a la Iglesia católica.
—¿Cuál es la mayor dificultad a la que se ha enfrentado la hermandad para organizar esta misión?
—Pues quizá haya estado ligada a una persona que está muy implicada en la misión y que algún bache de salud lo ha apartado. Rezamos mucho por él y sabemos que la Santísima Virgen le echará una mano para que pueda seguir trabajando en su parroquia para sacar adelante tanto la parroquia como todas las obras asistenciales que va a dejar allí la Esperanza de Triana. Me estoy refiriendo al párroco de San Pío X, Salvador Diánez.
—¿En qué se ha materializado ya la misión de la Esperanza en el Polígono Sur? ¿Qué actividades viene desplegando la hermandad en estos meses previos?
—Hemos dotado a la parroquia de San Pío de los medios necesarios para hacer un taller de cocina, a través del cual se ha puesto en marcha la iniciativa los 'Desayunos de la Esperanza' para ofrecer alimentos nutritivos cada fin de semana a las personas más vulnerables de la comunidad parroquial. Hay una asociación que, de lunes a viernes, a todos los indigentes que viven en esa zona les da el desayuno, pero los fines de semana quedaban totalmente desamparados. La hermandad, a través de su voluntariado, les prepara el desayuno. Actualmente hay unas 45 personas que hacen uso los fines de semana de este servicio. Y después, en la parroquia de Jesús Obrero hemos puesto en marcha un proyecto social-deportivo con diferentes actividades con la finalidad, como decía antes, de quitar al chiquillo de la calle. O sea, que el chiquillo esté entretenido, que tenga actividades, que sepa también convivir en grupo y competir pero desde el respeto con los diferentes compañeros. Ahora mismo estamos en torno a 190 chavales que realizan esas actividades. Asociada a esa acción social y gracias a ella, a personas que estaban en España de manera ilegal se les ha podido dar contrato laboral para que puedan regularizar su situación. Es un proyecto de actividades deportivas que requiere de muchos monitores porque son muchos chavales y algunos de ellos requieren de un acompañamiento más estructurado para gestionar debidamente su conducta.
—¿Hay muchos hermanos de la Esperanza domiciliados en los barrios del Polígono Sur?
—Sí, no sabría decirte el número pero sí. Además me han hecho muchísima ilusión varios detalles. Hay un señor, al que le llaman 'El Triana', muy vinculado a la parroquia de San Pío X. Él nació en Triana y fue de los que salió de los corrales del barrio. Le llaman así porque guarda una gran añoranza de su barrio. Este hombre tiene una hija que, según me contó el párroco, había tenido una discusión con el novio por el lugar donde casarse. Un integrante de la pareja quería casarse en la capilla de los Marineros y el otro, en la parroquia de San Pío X, que era donde hacían su vida parroquial. La Providencia ha querido que se vayan a casar en la parroquia de San Pío X con la presencia de Nuestra Señora de la Esperanza. Como ésa hemos tenido muchas anécdotas. Por ejemplo, organizamos una comisión que llamamos del primer anuncio. Eran chavales jóvenes que, acompañados por vecinos del Polígono Sur, recorrían distintas casas del barrio para anunciar la visita de la Esperanza. Había puertas que ni les abrían, otras que con una educación exquisita les decían que no estaban interesados en escucharles porque eran evangélicos. Uno de los chavales contaba la ilusión que le hizo que la abrieran una puerta y, al entrar en la casa, se encontrase con varias túnicas de la Esperanza de Triana colgadas porque en esa casa salían varios nazarenos de la hermandad.
«La misión de la Esperanza no es una varita mágica que vaya a arreglar el Polígono Sur»
—En el traslado de San Pío X a Jesús Obrero la Virgen atravesará la zona más devastada del barrio. Seguro que será un traslado muy especial...
—Va a ser especial porque va a ser el culmen del primer Congreso Internacional de Hermandades bajo la advocación de la Esperanza, que se va a celebrar durante ese fin de semana, del viernes 10 al domingo 12 de octubre. A día de hoy hay unos 450 congresistas, se nos han desbordado las previsiones. Tanto en las ponencias como en los cultos del Congreso, vamos a contar con la presencia de nuestro señor arzobispo, y también del presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Argüello. El traslado entre las dos parroquias será el culmen de la clausura del congreso en el que van a participar todos los congresistas acompañando a la Santísima Virgen. El traslado será presidido por el señor arzobispo.
—Van a ser innumerables las estampas de singular belleza, muchas de ellas inéditas, que regalará la Virgen tanto en el recorrido de ida como de vuelta de esta misión: ¿Aguarda el hermano mayor alguno de estos momentos con especial expectación?
—Realmente sí. En primer lugar va a ser emotiva la llegada de la Santísima Virgen a la calle Asunción. La hermandad de la Esperanza de Triana, cuando no tenía una calle rotulada a su titular, no le importó luchar para que la calle se llamase Asunción, no se llamase Esperanza de Triana ni Nuestra Señora de la Esperanza. En el inicio de la calle Asunción habrá una parada y recomiendo que todas aquellas personas que tengan la oportunidad de vivir el traslado que se apunten ese lugar del recorrido. Emotiva va a ser también la misa de envío desde la parroquia de Señora Santa Ana. Para nosotros y para el señor arzobispo era fundamental empezar la misión en comunión con nuestra parroquia. Nuestra sede canónica es la Real Parroquia de Señora Santa Ana. Pertenecemos y somos parte de nuestra parroquia y realizar una Misión diocesana sin contar con nuestra parroquia desde luego no tiene ningún sentido eclesial. Por eso desde primera hora teníamos claro que teníamos que salir desde la parroquia. La llegada a Santa Genoveva también será muy especial porque, según me transmiten están igual de locos de contentos por recibirnos que nosotros de llegar allí. Y cómo no, la llegada al Polígono. Después, en el traslado entre parroquias, el tránsito por esa zona devastada de la ciudad que forma parte de esta Sevilla. Me acuerdo que un día que tenía que recoger un coche de alquiler me acompañó uno de mis hijos y nos metimos por aquella zona. Él solamente me preguntó: «Papá, ¿esto es Sevilla?». No le cabía en la cabeza, al ver casas devastadas, con agujeros en las ventanas, que aquello fuera Sevilla. Pues por allí transitará Nuestra Señora de la Esperanza.
«He vivido con muchísima pena lo que ha sucedido en la hermandad de la Macarena. He visto mucho sufrimiento»
—Y de vuelta a Pureza, la visita al Hospital Virgen del Rocío…
—Sí, y no a cualquier parte del hospital, sino buscando donde creemos que más hace falta la esperanza, donde está situada la Azotea Azul: los niños con enfermedad de cáncer. Allí será recibida la Esperanza y la Esperanza recibirá a estos niños y les transmitirá esa fuerza que tiene y esa fe en Ella para que puedan salir de ese trance. Para acceder a esa zona hay que pasar por una parte muy desangelada del hospital, donde está lavandería y las torres de refrigeración. Como anécdota, hablando con la dirección del hospital, nos transmitieron: «¿Por aquí vais a pasar?». No lo dudamos en ningún momento y más viniendo de donde vamos a venir. No será la calle O'Donnell, no será la Catedral, pero llegando a donde vamos a llegar por supuesto que no nos importa. Poco importa el recorrido, lo importante es la presencia de la imagen. Y después del hospital, la visita a la capilla universitaria y el regreso a Triana también serán momentos mágicos.
—Y días después de regresar a Pureza, la Virgen partirá hacia la Catedral, ya en su paso, para celebrar el LXXV aniversario de la proclamación del Dogma de la Asunción.
—Sí, es la parte más formal de la celebración. Yo he reconocido siempre desde primera hora que tengo muchísima más ilusión por el traslado en andas hacia el Polígono Sur de la Santísima Virgen que por esta segunda parte de la celebración en la Santa Iglesia Catedral para celebrar el dogma y para culminar la misión.
«Hay una pareja que se peleó porque uno quería casarse en San Pío X y otro en la capilla de los Marineros»
—¿Dónde se celebrará el besamanos a la Virgen en la Catedral? ¿Y la función del Dogma?
—En la puerta de la Asunción. La Santísima Virgen ha querido que el altar del Jubileo esté en obras y el único sitio disponible para realizar el besamanos sea uno tan significativo como lo que celebramos: la puerta de la Asunción, con la Virgen de los Reyes de frente. La función será ante el monumento a Colón.
—¿Qué cree que hubiera pensado su tío Vicente Acosta de esta misión?
—Él era un valiente. Yo estoy seguro que le hubiese encantado, porque además yo todo lo que sé de la hermandad, mucho o poco, se lo debo a él. Yo estoy seguro que hubiese dicho: «¡Adelante!».
—En 2003 el Ayuntamiento, la Junta y el Gobierno dieron luz a la figura del Comisionado del Polígono Sur para poner en marcha un plan integral que ayudara a esta zona de la ciudad a salir de la pobreza. Veintidós años después poco o nada se ha conseguido avanzar. Sinceramente, hermano mayor, ¿usted cree que el Polígono Sur tiene solución?
—Yo no puedo ser crítico, ni muchísimo menos, con el Comisionado porque no soy ningún experto en la realidad social de esa zona de Sevilla. Lo que sí considero, y desafortunadamente creo que no me equivoco, que aquello tiene difícil solución porque hay muchos intereses dispares conviviendo en el mismo sitio. Y también estoy convencido que la misión de la Esperanza no es una varita mágica que vaya a arreglar el Polígono Sur, ni muchísimo menos. El día siguiente de que la Santísima Virgen vuelva a Triana, el Polígono Sur estará igual que estaba el día antes. Eso no quita para realzar que, gracias a la misión, hay dos puntos dentro del Polígono Sur que desde hace dos años están indudablemente mejor que estaban, y ojalá podamos decir que estén peor que dentro de un año. La Esperanza tiene muy clara cuál es su misión. Hay personas que se ven abocadas por una mera cuestión económica a vivir en allí, pero hay otras personas que han tomado conscientemente la decisión de que ese sea su barrio. ¿Qué pasa, que dejamos de ayudar a esa personas? ¿Dejamos de ayudar a sus hijos, dejamos que sus hijos sigan teniendo tiempo libre en la calle? ¿No será un poquito mejor el Polígono Sur si nos encargamos de quitar de la calle dos o tres horas diarias de lunes a viernes a esos 200 niños?
—Permítame una última pregunta. ¿Cómo ha vivido desde este lado de la orilla todo lo que ha ocurrido en la hermandad de la Macarena?
—Con muchísima pena, y esto desde el respeto porque no soy voz autorizada para hablar de las decisiones de ninguna hermandad. Pero ciertamente lo he vivido con muchísima pena porque he visto sufrimiento. He visto sufrimiento de la junta de gobierno, a la que me une amistad con muchos de sus miembros; he visto sufrimiento en las familias de los miembros de junta; sufrimiento, en fin, de todos los hermanos de la Macarena. Desde aquí solamente nos queda decirles que hemos estado siempre junto a ellos, que hemos rezado junto a ellos y seguimos rezando. De una cosa estoy seguro, que han confiado en las mejores manos para acometer ese proceso de restauración y se van a alegrar muchísimo con el paso del tiempo porque se van a realizar el mejor estudio y la mejor restauración que se puedan hacer, al igual que Pedro Manzano ya hizo con Nuestra Señora de la Esperanza. Se alegrarán de que haya pasado lo que ha pasado por el cariño, el mimo y el respeto con que Pedro Manzano trata a la Santísima Virgen.
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