Entrevista
Ismael Vargas, capataz del Cachorro: «No sé de dónde han sacado el bulo de que me retiraba después de Roma»
El histórico capataz sevillano, que cumple cincuenta años ininterrumpidos comandando el paso del Cristo de la Expiración, aún se ve con fuerza para seguir al frente de la cuadrilla que él creó
Ismael Vargas: «El momento clave fue cuando se rompió el protocolo de las vallas y la gente pudo acercarse al Cachorro»

Mientras el Cachorro, ya de vuelta en Sevilla tras su histórica presencia en Roma con motivo del Jubileo de las Cofradías, se reencuentra con trianeros y sevillanos en su basílica de la calle Castilla, los peregrinos que lo acompañaron en San Pedro del Vaticano y ... la Gran Procesión continúan asimilando todo lo vivido en el corazón de la cristiandad. Entre ellos se encuentra Ismael Vargas, el capataz del Cristo de la Expiración desde hace la friolera de cincuenta años, que atiende a ABC en el barrio de Triana con la satisfacción de haber realizado una faena única en la vida.
Vargas creó la primera cuadrilla de hermanos costaleros del Cachorro con tan sólo 21 años, en 1975. Desde entonces, ha estado al frente de la misma de forma ininterrumpida, y puede presumir de ser el capataz titular de un paso en Sevilla más longevo. Después de haber superado una operación de espalda el pasado 5 de febrero, Vargas desmiente los rumores de una posible retirada después de recoger al crucificado en Roma y asegura sentirse aún con fuerza para continuar al frente de la cuadrilla.
—¿Cómo fueron los inicios con los hermanos costaleros en el Cachorro? La Semana Santa ha cambiado bastante en estos cincuenta años.
—Esos inicios fueron muy duros, porque yo viví la transición del costalero asalariado al hermano costalero, aunque, por aquel entonces, quizá más que hermano costalero era costalero aficionado y ya está. Luego ya las hermandades fueron asentando eso y estableciendo las cuadrillas de hermanos costaleros. Personalmente, yo no obligaría nunca al costalero a hacerse hermano para sacar una cofradía. El costalero tiene que hacerse hermano por voluntad propia, y cuando deje de ser costalero, seguirá siendo hermano. Cuando al costalero se le obliga a ser hermano, creo que lo que se le está pidiendo es dinero únicamente.
—Entiendo que es el incidente de la ceniza es lo más rocambolesco que le ha pasado en este medio siglo lleno de momentos bonitos.
—Sí, por supuesto. Hay infinidad de momentos muy bonitos, esos surgen sobre la marcha. Yo muchas veces cuando me preguntan si me acuerdo de algún momento especial, respondo que no sé, son tantos que a veces sin pensarlo se te vienen a la cabeza y lo comentas, o sale el tema hablando con la gente de la cuadrilla. Sin embargo, luego a lo mejor en un momento determinado no pongo un pie en ninguno pese a que hay infinidad de ellos. El que no se te olvida nunca es ese, el de la ceniza. Esos momentos desagradables nunca se te olvidan. Pero momentos bonitos hay muchos a lo largo de todo el recorrido y a lo largo de tantos años.
—Una de las muchas novedades de estos años tan extraordinarios para la hermandad ha sido el cambio de acompañamiento musical. ¿Ha habido que hacer algún cambio en la cuadrilla o a la hora de ensayar?
—No. Cuando una cuadrilla de costaleros sabe andar, anda lo mismo con una banda de música que con una de cornetas y tambores. Eso no es ningún problema. Yo siempre hago los ensayos solamente andando y sin música, salvo contadas ocasiones. Lo que quiero es que la gente sepa andar bien. Puede que sea una mala comparación, pero cuando aprendes a bailar una sevillana, te da igual la sevillana que te canten, las vas a bailar todas bien, ¿no? Al costalero que sabe andar le da igual. No hay diferencia de pasos. El paso puede acortarse, alargarse, ser un poquito más rápido o más lento, pero eso va también en función de lo que le pidas al director de la banda.
—Tanto el capataz y su equipo como la cuadrilla de costaleros están contentos con el acompañamiento musical que lleva actualmente el Señor.
—Esto es como todo, hay a quien le gusta y a quien no, a quien le gusta más y a quien le gusta menos. Algunos prefieren las cornetas y tambores, y otros, la banda de música. Yo creo que las dos son respetables, pero distintas. Yo con banda de música, por ejemplo, veo al Cristo mucho más solemne, sobrio, elegante. Sin embargo, las cornetas y tambores le transmiten esa fuerza, más ímpetu. Eso está en el gusto de cada uno.
«El Cachorro me va a tener ahí hasta que él quiera. Él me puso y me quitará»
Ismael Vargas
Capataz del Cachorro
—¿Qué le queda por vivir a Ismael Vargas detrás del Cachorro después de la experiencia de Roma?
—Dentro de que aquello ha sido, creo yo, lo máximo que se podía vivir, me queda por vivir cada Viernes Santo que él me permita, los que él me dé. Él sabrá cuando llega el momento de la retirada y me lo indicará por medio de mi cansancio, mi falta de vista o la avanzada edad, que yo me vaya viendo físicamente más mermado y más cansado. Ya eso no te lo puedo decir, porque se lo tendría que preguntar a él y no me lo va a decir. El Cachorro me va a tener ahí hasta que él quiera. Él me puso y me quitará. Yo confío mucho en el Señor y no sé cuántos Viernes Santos más me va a regalar. Que lo más grande que haya vivido haya sido lo de Roma no quita que cada Viernes Santo para mí es importantísimo, porque cada vez que lo saco a pasear para mí un orgullo y una gran satisfacción, y cada día que pasa le doy gracias.
—No se plantea de momento la retirada entonces.
—No. Ha corrido el rumor de que después de Roma ya me retiraba, pero yo eso no se lo he dicho a nadie. Si el próximo Viernes Santo Dios me da salud para estar, verán que no me he retirado. No sé de dónde ha sacado la gente ese bulo, pero bueno, la gente escucha algo, lo comenta y lo interpreta y distribuye como buenamente o malamente quiere, dependiendo de los intereses de cada cual. Mientras él me dé salud, aquí estoy. Él manda. No sé los años que me va a tener ahí, pero ahí estoy, a su disposición y a su servicio siempre.
—¿Qué significa el Cachorro para usted?
—Para mí el Cachorro lo es todo. Cuando rezo a Dios, rezo a la imagen del Cachorro, porque ahí veo a Dios, al único que yo he conocido desde pequeñito. Acudo a él cada vez que me siento un poco agobiado por cualquier cosa. Es mi Cristo, mi Señor, por medio del cual yo veo a Dios. A él me entrego y tengo una fe plena en lo que él me manda y en lo que me tenga asignado.
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