Suscríbete a
+Pasión

en cuarentena

Ceguera

Demasiadas veces parece que las hermandades viven entre tinieblas, atravesadas por envidias, soberbias y avaricias impropias de una familia cristiana

Javier Rubio

Esta funcionalidad es sólo para registrados

El domingo de Laetare (etimológicamente 'alegraos', a la manera de una mesetilla en el ascenso por la escalera ascética de la Cuaresma) viene en la liturgia del día con una sonora advertencia sobre la ceguera espiritual: «No se trata de lo que vea el hombre. ... Pues el hombre mira a los ojos, mas el Señor mira al corazón», proclama la primera lectura, tomada del libro de Samuel, cuando el enviado de Dios se fija en el esmirriado David, que llegaría a ser el rey más venerado de Israel, para ungirlo. El apóstol Pablo invita a los efesios, en la segunda lectura, a vivir como «hijos de la luz, pues toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz». Y finalmente, en el Evangelio, resuena la admonición de Jesús: «Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís 'vemos', vuestro pecado permanece».

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia