En Cuarentena
El pozo sin fondo
¿No hay un abismo que nos parece insalvable con los 'canikofrades' que se caracterizan por un consumo bulímico de la Semana Santa?
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Iniciar sesiónEl Evangelio de este domingo es el de los jartibles. Y mira que en torno a la Semana Santa hay jartibles. Gente que nunca se sacia de contemplar vídeos con la entrada en Campana de su hermandad, fatigas que escuchan mil veces la marcha tal ... interpretada por la banda cual, incansables que se saben el autor del angelito que va en el candelabro de cola del palio X, insaciables de los viacrucis, los besamanos o los pregones. Todo lo que podríamos denominar 'merchandising' cofradiero es un pozo sin fondo que nunca se agota.
Por más que beben de todo eso, no hay manera de calmar su sed como le ocurre al personaje principal del Evangelio de esta jornada: la samaritana del pozo de Sicar, ajetreada en llenar las cántaras de las que Jesús le pide de beber, lo cual contraviene todas las convenciones sociales porque los judíos consideraban impuros todos esos utensilios de los samaritanos. La causa de la separación entre judíos y samaritanos a la vuelta del exilio tiene que ver con el lugar donde rinden culto a Yahvé: el monte Gerizim o el Templo de Jerusalén. ¿No se parece a quienes proclaman que no creen en Dios sino en tal o cual imagen a la que veneran con fervor? ¿Y no los miramos con similar prevención cuando no saben hacer la genuflexión ante el sagrario o se quedan sin responder en misa?
¿No hay algo de eso en las hermandades? ¿De separación radical entre los implicados en la vida interna y los capiroteros? O mejor aún, ¿no hay un abismo que nos parece insalvable con los que hemos dado en llamar 'canikofrades' que se caracterizan por un consumo bulímico de cuanto hay alrededor de la Semana Santa? Y, sin embargo, Jesús pone patas arriba esa separación con una simple petición para beber de manos ¡de una mujer!. No podemos imaginar el escándalo que supondría para los discípulos verlo conversar con una samaritana. Por debajo de esa escala social sólo estaban los paganos…
Ahora bien, si Jesús es capaz de saltar por encima de esas barreras, ¿por qué no lo hacen sus discípulos en este tiempo también? ¿Quién les enseñará a esos enloquecidos por la afición a lo cofrade que debajo de todo eso que veneran hay un misterio inconmensurable capaz de quitarles la sed para siempre? Cuando la Iglesia, con el Papa a la cabeza, habla de Nueva Evangelización está hablando, entre otras cosas, de nuevos métodos. Los que reclaman los 'samaritanos' que pululan por todas las cofradías.
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