Se subalquilan casetas (razón aquí)
Entre los fenotipos que ofrece Sevilla a la Antropología, uno de los que da más repeluco es el listillus hispalensis
Guía de la Feria de Sevilla 2025: fechas, casetas, plano, toros y todo lo que tienes que saber
La preferia es un estado de ánimo que ha ido somatizando la ciudad hasta convertirlo en un síntoma mismo de la fiesta, casi en un núcleo antes de tiempo al modo de las vísperas semanasanteras. Para el periodismo es tiempo de datos y reportajes, de ... folklore e investigaciones como la publicada por ABC: la autoridad (dizque) competente estima que alrededor del 15% de las casetas son subastadas en un mercado secundario bajo cuerda. «¡Qué escándalo, aquí se juega!», exclaman con impostada indignación el capitán Renault (Claude Rains) en 'Casablanca' y el área de Fiestas Mayores. Que no digo yo que ningún Rick (Humphrey Bogart) meta sobre alguno en bolsillo de munícipe, líbreme Dios, pero seguro que unos cuantos catavinos se han alzado por gentileza de ese grupo de amigos que conoce a unos de una peña casi inactiva que en-fin-qué-voy-a-contarte-yo-que-tú-no-sepas.
Este realquiler de casetas comenzó siendo tolerado como un inocuo ejemplo de picaresca pero ha degenerado hasta el borde mismo de lo mafioso, con capos que controlan el asunto con el estilo poco contemplativo de los subasteros y un movimiento de dinero negro –todo se cobra en billetes– que merecería la atención de Hacienda. Esto es como los fármacos para la disfunción eréctil: nadie los toma pero todos conocemos a alguien que, oye, mano de santo. Pues el otro día, desayunando en el bar, contó uno que nosequién había tenido que buscarse a dos o tres socios más porque el tío que controla lo de las casetas había pedido este año 50.000 euros, que ya no hay empresario de medianas pretensiones que renuncie a agasajar a clientes y proveedores en Feria, como pasaba en los dos mil.
El anuncio, de cara al final de la legislatura, de que el real verá incrementado su parque casetero en aproximadamente un 20% en las próximas ediciones no terminará con este bazar, aunque es previsible que amortigüe los precios por el incremento de la oferta y, sobre todo, es deseable que recompense la paciencia de aquellos solicitantes que han renovado anualmente su petición desde el siglo pasado sin caer en la tentación de tomar atajos. Entre los fenotipos que ofrece Sevilla a la Antropología, el 'listillus hispalensis' causa especial repeluco.
Porque a la vuelta del verano, amigos, empezará la loca carrera en pos de las nuevas casetas y no le arriendo (ni le subarriendo) la ganancia al técnico municipal encargado de visar las concesiones, la más sensible de cuyas decisiones será si permite que el PSOE recupere el bien perdido el año pasado. ¿Habrá injerencia política en la resolución de ese expediente? El morbo está servido, pero se trata de un asunto menor. Lo verdaderamente sustancial será comprobar si existe interés por terminar con una práctica delictiva enquistada desde hace decenios, de la que toda Sevilla tiene constancia y que se tolera más por tradición o pereza que por ninguna razón oscura. Se torció el brazo a esos taxistas tan antipáticos enfeudados en el aeropuerto, por ejemplo, pero sigue irresuelto el problema de los gorrillas, erigidos en un grupo extorsión institucionalizada. Al golfante de las casetas basta con tomárselo en serio un rato, tampoco es Lucky Luciano.
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