Juan Carlos Palma cierra una trilogía con «Bancos de niebla»

D «Bancos de niebla» viene a cerrar una especie de trilogía sobre la creación literaria en la que los tres protagonistas son escritores que, «de un modo u otro, escriben la novela que el lector tiene en ese momento entre sus manos, siempre empleando la primera persona», aclara Juan Carlos Palma. Así, mientras que su primer libro, «La vida en espiral» (2001) (IV Premio de Novela Negra Rodrigo Rubio), se trataba una novela negra; su segunda incursión en el terreno narrativo, «Tren de cercanías» (2005), era una obra de corte romántico. Ahora, en «Bancos de niebla», este autor gaditano ha tratado de escribir «un poema en prosa en donde todos los elementos se han depurado tanto que la acción se ha reducido al mínimo, predominanando un gusto por la tragedia», reconoce. Dicha tragedia es la que vive el personaje de Mario, un joven que desde su niñez era incomprendido y que ve sólo una salida a su vida: el suicidio. Como consecuencia de este suceso, su amigo de la infancia, Andrés, irá

reconstruyendo sus vivencias con su compañero a partir de recuerdos personales y de unas cintas en donde el propio Mario grabó sus testimonios en primera persona. En cuanto al título del libro, «Bancos de niebla», alude a las zonas de oscuridad que siempre rodean a este personaje.

Al leer esta novela el lector se podrá dar cuenta de que Juan Carlos Palma ha realizado un ejercicio nostálgico: «Es como un viaje a la infancia porque la acción narra la infancia y la adolescencia del protagonista, que se sitúa en los años ochenta, una época que está recuperándose en muchas novelas actuales». De hecho, por las páginas de este libro rezuman referencias «ochenteras» ineludibles, como las alusiones al ordenador Spectrum 48K, a los muñecos Airgam Boys o al grupo británico The Smiths, una de las bandas de cabecera para este escritor. «Aunque los acontecimientos son duros —aclara Palma—, se recuperan algunos pasajes nostálgicos de nuestra juventud perdida. Todo ello se sazona con elementos personales».

En todo caso, en esta novela, Juan Carlos Palma vuelve a demostrar que tiene una metodología propia a la hora de abordar la creación literaria: «Hay veces en que la realidad te aporta a cada momento elementos para escribir novelas. No hace falta casi tocar las cosas, cada persona tiene un mundo interior, por eso me gusta hilvanar y mezclar la realidad con la ficción, mezclar recuerdos personales en una especie de magma extraño», concluye.