Publican un retrato íntimo e insólito del poeta José Hierro

Sobre este volumen comenta Marchamalo que «José Hierro es uno de los grandes nombres de la poesía contemporánea. Documentándome para escribir los textos biográficos he investigado aspectos sobre él que desconocía».

Este escritor rememora con cariño cuando coincidió con el poeta madrileño en los estudios de Radio 3 de Radio Nacional de España a partir del año 1982. «Lo recuerdo con esa calva y ese bigote descomunal. Por eso ahora me ha hecho mucha ilusión reencontrarme con ese Hierro que conocí en los ochenta. La biografía recoge aspectos destacados de su vida y una larga antología que recorre toda su obra y todos sus libros, con una amplia selección de sus versos».

También destaca que la obra haya aparecido publicada por Nórdica Libros, «que es un marchamo de calidad». En ese sentido, se trata de una edición muy cuidada, ya que está profusamente ilustrada con fotografías de José Hierro y de su familia, además de reproducirse poemas manuscritos, cartas, postales, documentos interesantes como los pasaportes del poeta, las cubiertas de distintas ediciones de sus obras, etc.

Dice Marchamalo que José Hierro «es un personaje muy curioso. Todos tenemos la idea de que lo conocemos mucho. Fue un poeta muy leído y conocido. De 'Cuaderno de Nueva York' se vendieron 20.000 ejemplares el primer año y 15.000 en los años siguientes. Fue un auténtico fenómeno editorial al que ni siquiera han llegado muchas novelas».

También en las páginas de este volumen aparece el retrato de José Hierro como «un gran fumador, que incluso se quitaba la bombona de oxígeno que llevaba para fumar un cigarro». Asimismo, este escritor dice que «me ha conmovido mucho saber que estuvo en la cárcel de adolescente, con 17 años. Ingresó en prisión por auxilio a los presos. Estuvo cuatro años en algunas de las cárceles franquistas más duras de la posguerra, como Comendadoras, en Madrid, Torrijos y Porlier, en Palencia, en la Prisión Provincial de Santander, etc.».

Por otra parte, Jesús Marchamalo dice que «me impresionó que José Hierro tuviera que ganarse la vida con muchos oficios. Fue repartidor de leña a domicilio, peón cilindrador en una fábrica de botas de goma, moldero en una fundición y listero en una obra».

También es sorprendente que durante veintisiete años dejara de publicar poemarios. Es justo el intervalo que va entre 'Libro de las alucinaciones' (1964) y 'Agenda' (1991). «En ese tiempo se dedicó a plantar viñedos en una pequeña finca que tenía a las afueras de Madrid. También plantó pinos. Hacía vinos. En el libro se reproducen las etiquetas de las botellas de la Bodega José Hierro. Era generoso y repartía el vino entre sus amigos. Era una finca de pobre, decía su amigo Fernando Delgado. Embotellaba el vino y en las etiquetas aparecía el término 'Nayagua' porque no había agua en su finca. Era un secarral y durante un tiempo estuvo buscando agua en el valle. Tuvo que hacer un pozo de más de treinta metros de profundidad para encontrar agua. Al principio la sacaban con cubos y, como me cuenta una de sus hijas, la llevaban a mano para regar los viñedos y los árboles. Con ese pozo hizo luego un sistema de riego», concluye.