El tranvía de Sevilla, una historia repleta de sucesos

Los tranvías han sufrido un sinfín de incidentes en la ciudad con víctimas mortales en muchos casos

El atropello del palio de la Virgen de la O perdura en la memoria colectiva como el más renombrado

Los niños eran, con mucho, los más accidentados por los convoyes tranviarios por la ciudad

La Virgen de la Estrella por el Puente de Triana junto al tranvía en 1932 ABC

El accidente del tranvía chocando contra un poste de la catenaria en la avenida de San Francisco Javier, sin heridos de ninguna índole, es el más reciente de un sinfín de incidentes relacionados con este medio de transporte, con varias víctimas mortales a lo ... largo de las décadas en que estuvo en funcionamiento. Llegó a ser conocido como el «peligro amarillo» por el color con que estaban pintados los vagones.

Los tranvías facilitaron la movilidad en Sevilla entre 1887 y 1965 en una primera época y a partir de 2007, cuando se recuperó como alternativa al trazado subterráneo del metro por la Avenida de la Constitución. En un principio, circulaban arrastrados por mulos (tracción de sangre), si bien en el último año del siglo XIX se electrificaron las líneas, con lo que se ganó en velocidad y en extensión de la red, que daba servicio no sólo a la capital sino a pueblos del entorno como Coria, Camas o San Juan de Aznalfarache.

El reguero de incidentes que dejó el tranvía en casi un siglo de servicio es abultadísimo. Quizá el que más huella ha dejado en la memoria colectiva es el atropello del palio de la Virgen de la O en el Altozano, ocurrido el Viernes Santo de 1943, 23 de abril en el calendario civil. A la una de la madrugada, cuando la cofradía trianera volvía a su templo, el tranvía 180 y su jardinera (vagón de pasajeros) número 184 se precipitaron, por un fallo del freno, sobre el palio a la altura del extinto bar Manolo de la calle San Jorge, donde una placa recuerda el incidente.

«El tranvía causante del suceso chocó sobre la parte delantera del palio, arrancando totalmente los respiraderos y el zanco de esta parte. Las andas, candelabros de cola y el juego de jarras, con multitud de candelabros, quedaron asimismo destrozados», relataba la crónica en ABC. Ninguno de los 36 costaleros, entre los que estaba Salvador Dorado 'El Penitente', que iba de patero, sufrió percance reseñable. A la Virgen se la llevaron a la parroquia envuelta en una sábana entre cuatro hermanos y los priostes estuvieron cinco horas desmontando el paso 'in situ' para liberarlo del impacto con el tranvía.

Afortunadamente, aquello quedó en un susto sin ningún herido, pero no siempre sucedió así. Acaso la primera noticia de accidente mortal que registra la hemeroteca de este periódico sea la de un hombre atropellado el 31 de diciembre de 1929: «Anoche, aproximadamente a las diez y media, en la avenida Eduardo Dato, fue atropellado por un tranvía descendente de los que hacen el servicio al Cerro del Águila un hombre, que aparecía pobremente vestido y representaba tener unos treinta y seis años de edad». La noticia incluía el número de tranvía (177) y los nombres del conductor y el cobrador.

«Según manifestó el conductor, vio que al llegar el coche a la mediación de la avenida, se le atravesó en la vía un hombre, que, al parecer, iba embriagado y seguramente el peatón no sintió las campanadas del coche». Quedó atrapado entre las ruedas traseras, «horriblemente destrozado». El coche quedó detenido hasta la llegada del juez, custodiado por los guardias civiles del cercano cuartel de San Bernardo.

El cruce de los convoyes era especialmente grave, como recuerda este suceso de julio de 1930: «Ayer tarde, aproximadamente a las dos, una mujer obrera fue víctima de un atropello de tranvía, que la dejó en grave estado». De 24 años, vivía en el número 17 de la calle 15 de la barriada Estados Unidos en Amate. «Al llegar a San Bernardo, frente a la Fábrica de Artillería, en el puente en que se inicia la rampa del paso a nivel, Ángeles se apeó del coche, dando la vuelta por detrás del mismo. En el preciso instante cruzaba hacia el Cerro el coche número 172, al que la mujer, azorada, pretendió ganar la cara, recibiendo un enorme topetazo, saliendo despedida a varios metros». Los propios obreros de Artillería la llevaron a la casa de socorro del Prado de San Sebastián.

Pero, sin duda, eran los críos los que acumulaban más accidentes, en algunos casos, mortales. Los chavales se subían a los topes de los tranvías, en muchos casos, por pura diversión. Y de ahí se sucedían los accidentes. La mayoría de las víctimas mortales que dejó el tranvía en Sevilla fueron niños. La autoridad sancionaba a los padres con multas de diversa cuantía, pero el juego continuaba con grave peligro para los chavales.

Así lo relataba esta noticia del 28 de marzo de 1933: «El niño recibió un topetazo en la cabeza, quedando aprisionado entre el salvavidas y una rueda. Fue llevado inmediatamente al hospital, donde falleció a los pocos momentos de ingresar». En otro párrafo se explicaba lo sucedido: «El conductor, que fue detenido, declaró ayer ante el juzgado de San Vicente que el niño iba subido en el tope de un tranvía de la línea 2, y que se echó abajo en el momento de cruzar ambos coches de líneas contrarias y corriendo hacia atrás, siendo inevitable el atropello. Después de declarar el conductor pasó a la cárcel».

O este otro accidente mortal de agosto de 1949 en el cruce de Santa Ana con la Alameda de Hércules en el que un tranvía embistió a un camión: «Al sobrevenir el choque, el camión quedó fijado entre el tranvía y un árbol del paseo. La delantera del camión quedó destrozada por completo y entre ésta y el tranvía apareció el cadáver del infeliz niño que iba viajando en el estribo».

No fueron muy habituales los choques de tranvías, que era otra causa habitual de accidentes en la época, como el sucedido en 1952 en Valencia con cinco muertos. Un año antes, en 1951, sin embargo, sucedió uno de estos sucesos en el puente de San Bernardo con el resultado de un viajero muerto. «Se originó el accidente al descarrilar un remolque, que fue alcanzado por el tranvía que marchaba en dirección contraria, sobreviniendo la colisión de ambos coches», explicaba la reseña del suceso del 20 de octubre en ABC.

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